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martes, 5 de noviembre de 2024

Como un tango gris

Argentina ganó, pero lo visto ayer en el Maracaná fue una versión gris de una de las mejores selecciones del mundo…

Amilcar Pérez Riverol en Exclusivo 15/06/2014
2 comentarios
Argentina-bosnia
Messi disputa un balón durante el partido.

Sao Paulo, 16 de junio de 2014 - Hay algo que uno debe aprender de inmediato cuando llega a Brasil, si es que pretende sobrevivir. La única cosa peor que no torcer por la canarinha, es hacerlo por la albiceleste. Declararse hincha argentino en estas tierras es con toda seguridad un acto temerario que podría ponerte en  cuarentena  y condenarte a un cartão vermelho (tarjeta roja) indefinido. En la verde-amarela de este país, donde el fútbol más que una religión es una razón de vivir y hasta de morir, no hay espacio ni para una sola manchita albiceleste. Por eso cuando hace unas semanas organizamos un tope amistoso de hispanoparlantes contra brasileños, en el que la ley fundamental era el respeto a la integridad física de todos, los brasileños defendían una cláusula de excepción importante: todos son intocables, excepto los argentinos. Aquí es así. Y por eso también, ayer, mientras me dirigía a casa de un amigo colombiano, que aún festejaba el 3-0 sobre Grecia tanto o más que la victoria por la presidencia de Juan Manuel Santos sobre Iván Zuluaga, cubrí mi camiseta albiceleste con un abrigo negro que me ponía a salvo. Yo quiero sobrevivir.

Desde hace unos días varias televisoras hablaban de la invasión argentina en Rio de Janeiro. Amplia cobertura le han dado los medios acá al extraño fenómeno que sin duda representa la presencia de miles de argentinos tomando las calles de la urbe brasileña. La albiceleste se estrenaba ayer, y Brasil había cedido para el sonido de su primer tango, nada más y nada menos que el majestuoso escenario del Maracaná. Se me antoja que pensando en un concierto único. Un pensamiento como de: disfrútenlo en el estreno, porque no lo volverán a ver, y si así fuera, lo único que va a sonar allí, es la seductora cadencia, también verde-amarela, de nuestra samba.  Pero al menos para el estreno de ayer las condiciones parecían ideales. Más de 50 mil argentinos en la barra, unido a las débiles credenciales de Bosnia-Herzegovina, y a la enorme calidad de los músicos liderados por Lionel Messi, auguran una noche de delicioso tango albiceleste.

Pero no fue así. Argentina fue una de sus peores versiones. Empolvándose con rabonas innecesarias, incomunicada, disonante. Tanto que lo que empezó como una fiesta de 50 000 gargantas gauchas, que la torcida brasilera disfrazada de bosnia intentaba inútilmente acallar, terminó siendo un silencio tan pastoso, trabado y aburrido, como el juego de su selección. El esquema inicial (5-3-2) planteado por Alejandro Sabella fue cuando menos poco atinado, demasiado conservador. Más teniendo en cuenta que al frente estaba un equipo debutante en Copa del Mundo. El resultado fue obvio. Lionel Messi más sólo que la una, trabado entre los defensas bosnios, y un poco también entre la baja de rendimiento que ha experimentado este año. Ángel Di María sin la soltura en ataque que le permitiera crear demasiado peligro, y en general un esquema que en nada ayudaba a que el tango pudiera sonar como se esperaba. Por suerte Sabella entendió lo que estaba sucediendo. En el segundo tiempo metió a Fernando Gago y a Gonzalo Higuaín y cambió al 4-3-3 que tan cómodo le resulta a esta tropa. Y el partido cambió. No hasta el punto que hubiésemos querido, pero cambió. Y por suerte, Lionel a pesar de todo, tan Messi aún, nos regaló una de esas diagonales suyas, casi antológicas para hacer que valiera la pena jugarse la cuarentena, el estigma y hasta la vida en tierras brasileras. Fue lo más alto de una noche que volvió a descender. Que se volvió a silenciar hasta alcanzar su punto máximo cuando en el minuto 84 Bosnia marcaba su primer gol en mundiales.  Al final 2-1 para Argentina. Que no deja un buen sabor porque lo que prometía ser una oportunidad bárbara paro asistir a una buena interpretación del mejor tango albiceleste, terminó sonando, como un tango gris.


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Amilcar Pérez Riverol

Se han publicado 2 comentarios


Orlando
 17/6/14 7:29

Hola hermano, veo que tu vocación por el periodismo no se redujo a publicar en la Calle del Medio, me alegro por ti, el periodismo deportivo es muy interesante y tu tienes talento para lo que te propongas, creo que Argentina debe mejorar mucho para soñar en grande, soy seguidor de la albiceleste y espero que eso suceda, un abrazo desde Cuba

Rory
 16/6/14 19:22

Pues ojalá que le pongan rockason con samba a ese tango a ver si se llena de colores!!! que en definitivas lo que importa es disfrutar de un buen partido en lo que "el día que les quieran" llegue....

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