Este domingo 6 de octubre hay elecciones en Nicaragua. Todo parece indicar que el candidato del Frente Sandinista de Liberación Nacional, Daniel Ortega, vencerá con una ventaja indiscutible, a pesar de la injerencia externa que por distintas vías ha tratado de influir en los resultados, como demuestra exhaustivamente el sitio Nicaleaks.
Pero… ¿qué pasará si, como todo parece indicar, vence la candidatura de Ortega? Pues ya está en marcha la estrategia para no dejarlo gobernar, golpeando duramente la economía nicaragüense hasta llegar a una situación de ingobernabilidad como se ha intentado en Venezuela y otros países con gobiernos que resultan incómodos a los intereses de Estados Unidos en la región.
La legisladora cubanoamericana Ileana Ros-Lehtinen (republicana) y su colega Albio Sires (demócrata), desde hace pocas semanas impulsaron en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, una Ley de Condicionalidad de la Inversión en Nicaragua (Nica Act) que en el Senado promueve el también cubanoamericano Ted Cruz. El objetivo es impedir créditos e inversiones imprescindibles para un país pequeño y pobre como Nicaragua, con el pretexto de “violaciones a derechos humanos y retroceso de la democracia en Nicaragua”. Una especie de Ley Helms-Burton -“Ley para la libertad y la solidaridad democrática cubana”- a la nicaragüense.
Así, con la presión económica, y el apoyo financiero a medios de comunicación privados financiados desde el exterior también revelado por Nicaleaks, se crean las condiciones para otro golpe “suave” contra un gobierno latinoamericano electo en las urnas.
El hecho de que sean los representantes de la extrema derecha cubanoamericana los promotores en el Congreso estadounidense de la “Ley NICA”, muestra con claridad que toda esta estrategia continental busca golpear a la Revolución cubana dejándola sin aliados en la región, mientras, desde dentro de la Isla, el dinero del gobierno estadounidense que ese mismo sector maneja a través de grupos subversivos en Cuba busca hacer implosiones en el sistema cubano.
Esto coincide, además, con el hecho de que se mantienen todos los efectos del bloqueo estadounidense sobre el mayoritario sector estatal de la economía cubana, a la vez que la inestabilidad en Venezuela -también impulsada desde Estados Unidos- crea dificultades con el abastecimiento energético y las finanzas externas de Cuba.
Se trata de que la articulación regional de las fuerzas más reaccionarias, que ha sido durante el gobierno de Barack Obama mucho más efectiva -golpes de nuevo tipo en Honduras, Paraguay y Brasil avance de la desestabilización de Venezuela, Ecuador y Bolivia junto al regreso neoliberal al gobierno en Argentina- que las de su antecesor George W. Bush. La probable victoria de Hillary Clinton en las elecciones norteamericanas del 8 de noviembre frente al impresentable Donald Trump no anuncia otra cosa, más sí se recuerda que fue su esposo -Bill Clinton- quien aprobó la Ley Helms Burton contra Cuba, pactando con los mismos sectores que impulsan la “Ley NICA”.
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