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domingo, 17 de noviembre de 2024

Un asunto de cuna

Mientras el terrorismo golpea, las verdades se disimulan...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 23/08/2017
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Atentado terrorista en Barcelona
Lo lamentablemente ocurrido en Barcelona por estos días no es más que la réplica a escala reducida de lo que se viene viviendo masivamente en Asia Central y Oriente Medio desde hace varias décadas.

Afirman las autoridades españolas que los autores de los recientes atentados terroristas en Barcelona tenían planeada una larga lista de actos violentos destinados a golpear puntos vitales de la ciudad, lo que hubiese provocado cuantiosas víctimas y daños materiales.

Así lo demuestran las investigaciones en torno al grupo de sospechosos apresados e interrogados por los cuerpos locales de seguridad, que a todas luces milita en esa criatura criminal que responde a la denominación de Estado Islámico, y que hace apenas unos años se expandió con fuerza inusitada en Iraq y Siria, casualmente puntos de mira esenciales para los planes hegemonistas de Washington y su amplia recua de aliados internacionales.

Desde luego, lo lamentablemente ocurrido en Barcelona por estos días no es más que la réplica a escala reducida de lo que se viene viviendo masivamente en Asia Central y Oriente Medio desde hace varias décadas, y que, vale recordarlo, ha provocado además actos de violencia fanática en un buen número de ciudades europeas y de otras latitudes.

Y es en ese contexto que no deja de preocupar que mientras —lógicamente— se brindan profusas descripciones sobre tales hechos y sus consecuencias, apenas se intenta ofrecer una explicación de por qué este planetario desborde de muerte y destrucción y de cuáles son sus reales y oscuros orígenes.

Más de una vez hemos referido en este espacio que en nuestros días el terrorismo islámico es un instrumento neto del hegemonismo imperial que impulsan los sectores norteamericanos más retrógrados, apoyados por un buen número de sus aliados de la OTAN, las satrapías árabes, el sionismo israelí, y personeros de otras naciones geográficamente cercanas a las áreas de conflicto generalizado y con determinados intereses propios en tales disputas.

Esta “alianza del terror” encontró en el deformado yijadismo un aliado de corte oportunista que al tiempo que se presta de instrumento a la reacción global, pretende también sentar sus reales doctrinales y prácticos sobre los cadáveres de sociedades musulmanas realmente consecuentes con las verdaderas enseñanzas del Islam.

Fue precisamente el provocar la irrupción soviética en Afganistán a fines de la década de los setenta en defensa del gobierno popular afgano y procurar el desgaste del Kremlin en una guerra prolongada y sangrienta, lo que movió a Washington a aliarse con el extremismo musulmán, propiciar el surgimiento de Al Qaeda y apoyar a los talibanes. Para esos fines, ya en julio de 1979, había remitido no menos de 30 000 presuntos yihadistas a Afganistán con el propósito de empujar a Moscú a entrar en el conflicto.

Los cimientos del drama no han cambiado desde entonces. “Luchar contra el terrorismo” luego de los controvertidos y sospechosos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington ha permitido a la ultraderecha estadounidense ampliar su injerecismo global, al tiempo que los terroristas —nunca castigados a fondo por el poderío militar Made in USA— aportan la inestabilidad que requiere el imperio para manipular las realidades y golpear a pretendidos enemigos en cuanto punto del globo confirme sus intereses absolutistas.

En consecuecia, si como apuntó en 1988 el ex asesor de seguridad nacional, Zbigniew Brzezinski, los extremistas islámicos armados eran preferibles a la existencia de la URSS, quienes todavía enarbolan esas burdas ideas no han de dudar en afirmar también hoy que las víctimas del terrorismo en Europa y otros puntos del orbe son apenas “accidentes necesarios” cuando de ascender al trono global se trata…


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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