Como era de esperarse, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), convertida en obsecuente caja de resonancia de la política hegemónica de los sectores norteamericanos de poder, asintió en el despliegue de baterías de misiles Patriot del lado turco de la frontera con Siria.
La medida se sustenta en la presunta agresividad de Damasco contra su vecino, contra el cual —aducen los medios otanistas— se han disparado reiterados obuses de artillería y hasta se preparan “ataques con armas químicas” que serían inadmisibles para el resto del “mundo libre”.
De hecho, los Patriot ya se paseaban por la divisoria turca con Siria, y la secretaria norteamericana de Estado, Hillary Clinton, cual pitonisa, había vaticinado horas antes de la concertación de la OTAN, que los aliados de Estados Unidos de seguro consentirían en fortalecer el poderío militar de las autoridades de Ankara, dedicadas por estos días a auxiliar y proteger a las bandas terroristas que atraviesan la frontera para atacar poblados y ciudades sirias.
Según el rotativo español El País, “los expertos militares señalan que se necesitan entre 18 y 20 baterías (de misiles Patriot) para cubrir los 900 kilómetros de frontera entre Siria y Turquía”.
La propia fuente aseveró que “el sistema Patriot está también preparado para derribar aviones, aunque fuentes atlánticas indicaron que en Turquía solo se utilizarán contra misiles Scud, que el Ejército de Bachar el Asad podría cargar además con armamento químico. Alemania, Holanda y Estados Unidos son los países que participarán en el despliegue.”
Para naciones como Rusia, altamente involucradas en la búsqueda de una solución pacífica y justa al impuesto conflicto armado que, según algunos medios, en veinte meses ha matado a una 40 mil personas, el despliegue en Turquía de los misiles de factura norteamericana no aporta nada positivo a un arreglo, y en todo caso eleva la tirantez en la zona al promover incluso una guerra entre Ankara y Damasco.
Junto a la arista de recalentar mucho más las tensiones en Asia Central y Oriente Medio, la presencia de los Patriot en Turquía (como su añadido despliegue ahora en Japón aduciendo amenazas de Corea del Norte) apunta a favor del empeño estadounidense de crear una red de vigilancia y ataque contra Rusia y China como parte de su titulado sistema global antimisilístico.
Y es que los Patriot, fabricados desde 1976 para usos antiaéreos, han derivado, con el uso de los cohetes propulsores Arrow, en misiles interceptores de misiles, uno de los escalones en que se sustenta la pretendida efectividad de la “sombrilla atómica” que Estados Unidos pretende crearse para lograr su objetivo de propinar un primer golpe atómico a sus oponentes sin posibilidad de represalias.
En consecuencia, para no pocos expertos en el tema, los Patriot en Turquía tienen una doble función a favor de las ideas militaristas gringas, y una vez “cerrado el caso sirio”, a criterio de los círculos norteamericanos de poder, ya estarían emplazados y operativos en tierra otomana para cubrir “nuevas necesidades estratégicas”.
Un sistema Patriot se compone de cuatro elementos principales: un radar, centro de control y suministro de energía asociado, las torres de comunicaciones y los lanzadores sobre los camiones.
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