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domingo, 17 de noviembre de 2024

Seis días definitorios para Venezuela

El próximo domingo serán las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 24/07/2017
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Constituyente, proceso en Venezuela
El pueblo revolucionario deberá dar otra lección de dignidad y patriotismo este fin de semana.

Este lunes comienza la cuenta regresiva para las elecciones directas, secretas y libres a la que están convocados unos 10 millones de venezolanos el próximo domingo para nombrar a los 537 miembros de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), un valioso instrumento para solucionar muchos de los graves problemas creados por la derecha recolonizadora en el país.

El pueblo revolucionario deberá dar otra lección de dignidad y patriotismo este fin de semana. Tras casi cuatro meses de acoso derechista, agresiones directas (23 personas fueron quemadas vivas de unos 100 muertos), atentados contra edificaciones, recrudecimiento del desabastecimiento, fracasados paro cívico y plebiscito, negativa al diálogo, y desobediencia a las instituciones, apoyados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Para el gobierno del presidente Nicolás Maduro, que a pesar de la violencia imperial insiste en la política conciliadora con sus victimarios, la creación de la ANC es la salida pacífica que le dará el poder a los distintos sectores de la sociedad en el marco de la actual Constitución Nacional y el legado de su histórico líder bolivariano, el fallecido comandante Hugo Chávez Frías.

Aunque no signifique —nadie debe engañarse en ese sentido— que las diferencias entre revolucionarios y conservadores se solucionen a partir de la instalación de la ACN, lo cierto es que se abre un camino nuevo para la Revolución, en el que deberán cambiarse determinadas leyes, miembros de los poderes, lo cual redundará, según se espera, en un debilitamiento de los partidos opositores ante lo que el gobierno confía será una nueva victoria de los bolivarianos.

Parece que esta sería la vía democrática para que la oposición y sus aliados entiendan que, o aceptan la Asamblea y sus decisiones, o están condenados a un fracaso absoluto ante la opinión pública mundial, y es posible que experimenten entonces con otros escenarios, quizás más peligrosos que los actuales.

Pocos dudan de que el pueblo revolucionario, e incluso quienes no lo son, pero desean que acabe esa guerra no convencional contra el gobierno, acudirán a los colegios electorales en masa.

Esa es la impresión que dejó en el mundo la participación ciudadana en el simulacro comicial del pasado 16 de julio, cuando millones de personas se acercaron a los espacios habilitados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) para una votación que dejó impresionados incluso a los directivos del gobierno y en especial a los conservadores, quienes no logran atemorizar lo suficiente con sus felonías.

Esta semana, Trump, llamado no sin razón por sus posiciones rocambolescas “el bufón global”, deberá pronunciarse sobre la concreción de sus intimidaciones contra la Revolución Bolivariana, cuyo fin es la apropiación de los gigantescos reservorios de petróleo de esa nación.

En una inaceptable intervención, el líder de la Casa Blanca, sin una anterior experiencia en política salvo la inmobiliaria, anunció que aplicaría medidas económicas contra la nación suramericana si Maduro no suspendía las elecciones, lo cual no constituye una opción para los millones de revolucionarios venezolanos.

Por tanto, en los días que restan para la consulta, sobrevuela la escena política de Suramérica la sombra del águila imperialista. Si concreta su amenaza, solo acrecentará el fervor de quienes, seguidores de Chávez y de Maduro, saben que un paso atrás sería la derrota del único proyecto político que en la historia del país se ocupó de las masas más vulnerables. Solo quedaría la lucha.

Estados Unidos y su mandatario republicano, que aunque tiene el poder mayor una vez más queda desnudo en su política guerrerista, intenta recobrar su papel de dirección de la política latinoamericana, sin importarle las consecuencias de su errónea postura respecto a Venezuela.

El pasado día 16, cuando fracasó en su intento de celebrar un plebiscito contra la ANC, la dirección derechista aglutinada en la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) anunció la llamada Hora Cero para aniquilar la Revolución, sabiendo por anticipado del anuncio de Trump.

Los buitres de la derecha tratan de apretar a Venezuela por todos lados. La beligerante jerarquía conservadora de la Conferencia Episcopal Venezolana, que devino una facción más de la MUD, un grupo de gobiernos derechistas de Europa, con el desprestigiado presidente español Mariano Rajoy al frente, la fracasada Organización de Estados Americanos (OEA) y de los principales conglomerados mediáticos a nivel mundial tienen bajo presión al país suramericano que, sin embargo, resiste hora a hora la embestida.

Estudiosos demuestran que esta maniobra internacional de la derecha sigue tácticas psicosociales y político-militares de la guerra asimétrica o irregular de Estados Unidos, acciones de corte terrorista, gobierno transicional y gabinete “de emergencia”.

A partir de mediados de julio, la derecha no solo arremetió con mayor violencia en varios puntos de la geografía nacional —exagerados por la media mundial, pues solo se expresa en un 6,6 % de los 24 Estados, pero con asesinatos y daños materiales—, inventó las bases para un gobierno “de transición” y nombró a 33 magistrados para integrar un ilegal Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).

El objetivo es la creación de un supuesto gobierno paralelo, con poderes sirvientes a sus intereses, para que sea reconocido y permita la intervención extranjera para poner orden en la —según ellos— perdida gobernabilidad nacional.

Mientras se sigue moviendo la maquinaria conservadora en su interés de dar la impresión de un caos absoluto en el país, el gobierno de Maduro, el CNE, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, y los miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y otras fuerzas democráticas continúan los planes preparatorios de las elecciones, que incluye visitas a cada hogar del país.

El Plan República, con tareas concretas a efectivos militares, antes, durante y después de los comicios para cuidar la tranquilidad ciudadana, está activado desde el pasado jueves en los 14 515 centros de votación habilitados para las elecciones.

El Almirante en Jefe Remigio Ceballo, jefe del Comando Estratégico de las FANB, afirmó este domingo en Barcelona, estado Anzoátegui, que el Plan República cuenta con 232 000 militares, y durante esta semana “continuará el proceso de adiestramiento permanente de todos nuestros efectivos a nivel nacional, en todos los temas de Derechos Humanos y el respeto a los ciudadanos que acudan a los centros de votación”.

Los miembros del Plan República —según disposiciones del CNE— deberán facilitar el acceso a los centros de sufragio de las personas debidamente autorizadas por el Poder Electoral, entre ellas coordinadores de centros, operadores de máquinas, personal que trabaja en las elecciones, miembros de mesas, electores, entre otras.

Tras la jornada comicial recibirán el material electoral, las maletas con las máquinas de votación y demás componentes para su custodia y posterior traslado a los almacenes del CNE. Así lo indica el Reglamento de la Ley Orgánica de Procesos Electoral, específicamente en su artículo número 328, confirmó la Agencia Venezolana de Noticias (AVN).

El próximo domingo será otro día de prueba y de confirmación para Maduro y la Revolución asentada en la unidad cívico-militar, el respaldo activo de las comunas y colectivos populares organizados, y una milicia de 500 000 mujeres y hombres organizados en el territorio nacional.

Cuenta el gobierno además con recursos legales y organismos institucionales encargados de aplicar la ley en caso de que se cumplan las supuestas represalias de la oposición violenta y las amenazas.

Semana difícil ante el pueblo y el gobierno venezolanos. Un escenario complejo en el que se impone la inteligencia, unidad y organización del chavismo y su resistencia heroica.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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