El retorno del expresidente marfileño Laurent Kudu Gbagbo al país lo acogieron con variadas demostraciones: sus partidarios con entusiasmo, los contrincantes con cierta reticencia y los no afiliados a uno u otro bando con incertidumbre.
Ese Estado de África occidental, gobernado hoy por el vencedor en los comicios de 2010, Alassane Dramane Ouattara, resultó profusamente afectado por una crisis desatada a partir de inconformidades con los resultados electorales y sus imprecisiones respecto al triunfador de esa consulta.
Según las memorias, en diciembre de 2010 el Consejo Constitucional declaró a Gbagbo vencedor de la elección presidencial y prestó juramento el mismo día que su adversario, a quien respaldó la Comisión Electoral Independiente que lo proclamó ganador de los comicios.
La disputa institucional se trasladó a las calles, donde cobró su cuota de sangre –datos de Naciones Unidas indicaron más de 3000 muertos- y causó miles de desplazados, así como profundizó la división entre norteños y sureños causada por la contienda de 2002, que incluyó un intento de golpe de Estado.
Así a las contradicciones por los resultados del evento se unieron las diferencias relativas consideraciones de nacionalidad y de filiación étnica, las controversias por la presencia de tropas francesas, y como siempre la decisiva lucha interna e histórica por el poder.
Es decir, el panorama de la crisis postelectoral resultó sumamente complejo además por el declive económico sufrido por el país, luego de ser hasta la década de los 80 un modelo de solvencia.
Desde su independencia el 7 de agosto de 1960, con el presidente Félix Houphouête Boigny hasta su muerte en diciembre 1993 Costa de Marfil se mostró estable y le consideraban una de las principales economías de África.
La unidad nacional se asociaba con la tolerancia, en cuanto a la convivencia de unas 60 comunidades, sufrió el impacto de los ajustes estructurales de corte neoliberal y el reordenamiento en la estructura del poder, incluyendo un golpe de Estado comandado por el general Robert Guei en 1999.
Pero la fractura definitiva ocurrió en 2010, cuando el disenso electoral desembocó en conflicto que enfrentó a los partidarios del Frente Popular de Costa de Marfil (FPCI), de Gbagbo, con los seguidores de la Unión de los Republicanos (RDR) de Ouattara, lo cual concluyó con la intervención de la Misión de la ONU (Onuci) y el exmandatario saliente preso.
Fuentes de Naciones Unidas cifraron en 3000 las víctimas y la Corte Penal Internacional acusó al expresidente tener responsabilidad en crímenes de guerra y de lesa humanidad, cargos que compartió con su exministro de la Juventud, Charles Blé Goudé., ambos absueltos en 2019 por el órgano judicial.
Tras las vicisitudes, llegó el momento de retornar a suelo marfileños, lo cual ocurrió el 17 de junio en medio de interrogantes sobre el proceder político inmediato de Kudu Gbagbo, así como su papel en el nuevo contexto donde al parecer lo más importante será avanzar en la reconciliación entre tendencias más que entre partidos.
La decisión de admitir oficialmente al exmandatario da cabida al análisis con otros instrumentos metodológicos bien distintos al escenario de 2010 y evidencia que Costa de Marfil posee hoy más preeminencia regional, lo cual ilustra también la reciente apertura de una Academia Internacional de Lucha contra el Terrorismo, un detalle ahora insoslayable, no podía faltar en tiempo de tensiones.
Es significativo el papel que puede desempeñar el exgobernante en cuanto a la concertación marfileña, sobre la cual declaró en cuanto llegó “que el camino de la reconciliación es largo", algo claramente demostrado con los enfrentamientos entre sus partidarios y antimotines el día de su arribo a Abiyán, capital económica marfileña.
No se descarta la reinserción en política del otrora jefe de Estado, al fin y al cabo ese fue su desempeño entre 2000 y 2010, dos mandatos durante los que laboró con suficiente sagacidad para sobrevivir a las presiones de sus críticos nacionales y foráneos, inteligencia con la cual deberá enfrentar el actual contexto en el país del cacao.
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