Las posibilidades de un diálogo nacional entre el gobierno progresista y la oposición de derecha de Venezuela quedaron esclarecidas este martes por el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, quien calificó el proceso de largo, duro y difícil; en la reunión extraordinaria del Comité Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) en su sede en Washington.
El conclave, realizado a pedido del gobierno venezolano, permitió esclarecer en qué momento están las posibles negociaciones entre las partes, consideradas antagónicas, cuyos tanteos comenzaron hace un mes con la mediación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y, de otra parte, además de Zapatero, los también exmandatarios de Santo Domingo, Leonel González, y de Panamá, Omar Torrijos.
En las intervenciones de los embajadores de los 34 países de la OEA quedó claro que Estados Unidos, Paraguay y México constituyen un peligroso triángulo para sabotear el incipiente tránsito hacia una acción coordinada para sacar a Venezuela de la delicada situación política y económica en que se encuentra, debido al interés de los grupos hegemónicos internacionales de destituir al presidente legítimo Nicolás Maduro.
Sin embargo, Venezuela se anotó una nueva victoria esta jornada cuando, en sus palabras, los jefes de las delegaciones mostraron su apoyo a la gestión de los exmandatarios y de la UNASUR, ya que quedó en evidencia que aun los sectores populares antichavistas desean el diálogo y la paz, en aras de salvar al país de los destructivos planes de la derecha.
Con transparencia, Zapatero —al frente del Ejecutivo español durante dos mandatos—, aclaró varios puntos de la agenda, entre ellas que su presencia en el conflicto venezolano fue solicitada por un representante de la derecha opositora, y también esclareció que entre los trámites para organizar el diálogo se entrevistó con el líder derechista Leopoldo López, encarcelado por instigación a la violencia, entre otros cargos, por considerarlo una pieza clave para alcanzar la paz interna.
En su intervención, el antiguo líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se refirió a los contactos establecidos con el presidente Maduro, y su vocación de paz para Venezuela, país que hace 17 años derrocó el sistema neoliberal para implantar el llamado Socialismo del siglo XXI y desde entonces Estados Unidos y sus lacayos practican en su contra la guerra sucia para impedir la continuidad de la Revolución Bolivariana.
Zapatero reiteró lo que ya es práctica revolucionaria —intentos sin éxito— y es el interés en encontrar vías pacíficas para resolver los problemas internos de la nación, debido a las extremas posiciones de la derecha de odio, destrucción y violencia contra el pueblo bolivariano; lo cual se expresa en guerra económica, psicológica, mediática, entre otras variantes, como el ya en marcha revocatorio contra el presidente. Reconoció la transparencia y fluidez del debate en la OEA —algo impensable en su experiencia europea, según dijo—y explicó que el trío de exmandatarios ha realizado más de 20 reuniones con la oposición y el Ejecutivo, con el objetivo de abordar conflictos y la obediencia a la institucionalidad entre los poderes. Tras destacar su consideración al gobierno constitucional venezolano, Zapatero dijo que siempre trabajarán en base al respeto a la soberanía nacional y en el marco de los principios de la no injerencia.
También se mostró sorprendido —lo que quizás suponía falta de confianza política en la Revolución— de que el gobierno venezolano aceptara su derrota parlamentaria del pasado 6 de diciembre, luego de ganar en las urnas 19 de 20 elecciones de distinto tipo desde 1999.
Teniendo en cuenta las amenazas de la OEA contra la nación suramericana, el exmandatario indicó la necesidad de imprimir mayor velocidad al proceso, que se espera sea intenso, dado el antagonismo existente entre las partes.
Sin embargo, y aunque más lentamente de lo necesario dada la alta cantidad de consultas previas, el proceso negociador avanza, y Zapatero reconoció el trabajo de UNASUR en las conversaciones que se espera transcurran en República Dominicana. La oposición se retiró de Santo Domingo el primer día de convocatoria al diálogo a principios de este mes.
En esta sesión —a la que seguirá otra el próximo jueves promocionada por el secretario general del ente, Luis Almagro— también intervino la canciller venezolana Delcy Rodríguez, quien esclareció que con OEA o sin OEA Venezuela seguirá adelante con la Revolución.
Pausada, pero con gran firmeza, la joven diplomática denunció el servilismo a los intereses norteamericanos de Almagro, quien presentará un informe de 132 páginas sobre supuestas violaciones de los derechos humanos en Venezuela y otras denuncias calificadas de patrañas por la canciller, quien también fustigó a México por su apoyo a los planes intervencionistas de la OEA, cuando su gobierno acaba de asesinar a 13 maestros en Oaxaca.
Vienen pues días de tensión en el seno de la OEA. Este jueves próximo, el secretario general pretende que los embajadores aprueben aplicar la injerencista Carta Democrática de esa entidad en Venezuela, lo que se considera un plan orquestado en Washington, a pesar de que este martes llegó a Caracas Thomas Shannon, subsecretario estadounidense para Asuntos Políticos de la cancillería, para dar continuidad a las conversaciones iniciadas entre ambos países la semana pasada.
A estos movimientos de la Casa Blanca los analistas acostumbran llamarlos la “diplomacia cínica”.
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