La situación en Perú es de suma tensión política luego de que el profesor izquierdista Pedro Castillo ganara la presidencia del país, según el conteo oficial, pero las maniobras de la candidata perdedora Keiko Fujimori impiden la proclamación oficial de su victoria.
Las maniobras de la derechista perdedora hacen temer en ciertos círculos que se esté preparando un golpe de Estado en el país, pues el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) debió proclamar como vencedor este jueves a Castillo, del partido Perú Libre, al cumplirse el plazo de revisión de actas impugnadas por la perdedora, por tercera vez, en elecciones para el Palacio de Pizarro.
El ganador de las presidenciales, con el 50,19 del sufragio contra un 49,8 % de su contrincante —más de 70 000 votos imposibles de remontar— calificó ese día de ilegal una medida del JNE, que pretendería ampliar el plazo para presentar más nulidades de actas, lo cual violentaría el orden electoral.
En el interés de aliviar la tensión política en el país, hizo dos llamados: uno al pueblo peruano “a mantenerse alerta”, y al jefe del máximo tribunal electoral, Jorge Salas, a pronunciarse para brindar seguridad jurídica al proceso.
Para algunos medios políticos, Salas teme que, si declara ganador a Castillo, él y su familia puedan resultar lastimados, ya que elementos derechistas identificados por la prensa como seguidores de Fujimori asedian su hogar y lo atacan llamándolo pro-terrorista.
Aunque hay un toque de queda nocturno para evitar la propagación del COVID-19, decenas de fujimoristas se congregan ante el edificio donde reside el presidente del JNE, acusándolo, en medio del ruido de trompetas, bombos y gritos, de ser culpable de que el “terrorismo” (como llaman a Castillo y su partido) esté a punto de llegar al gobierno.
A pesar del hostigamiento de que es víctima, el magistrado ha llamado a los fujimoristas “a la calma, a mirar al pueblo peruano, que se hagan a un lado las actitudes violentas y se imponga la paz”, así como respetar los resultados electorales finales.
Otro elemento que hace temer el golpe de Estado es que, se conoció, el parlamentario electo Jorge Montoya, de extrema derecha, firmó un pedido de renuncia de Salas, endosado también por numerosos militares retirados, que no lo consideran “confiable”.
La idea que mueve a Fuerza Perú es alargar el proceso de apelaciones para mantener al país, como está ahora, en tensión y caos, pues son muchas las ciudades donde hay manifestaciones tanto de sus seguidores como los de Castillo y su Perú Libre.
Este jueves 11, el JNE debió proclamar ganador a Castillo. Ese día quedó definido que el margen de ventaja del candidato es mayor que los votos por cuantificar.
En ese momento, la Oficina Nacional de Procesos Electorales había verificado el 99,998 % de boletas contabilizadas y era imposible cambiar significativamente las cifras admitidas.
Dos presidentes latinoamericanos, Alberto Fernández, de Argentina, y Luis Arce, de Bolivia llamaron a Castillo para felicitarlo como “presidente electo”, lo que levantó humo en la Cancillería peruana, acusando a los dos mandatarios de injerencia en los asuntos internos del país, ya que no había sido aún proclamado en el cargo.
PLAZO VENCIDO Y VIOLADO
El plazo para presentar las impugnaciones venció el miércoles último, pero, según trascendidos, la idea del JNE era extenderlo, como mínimo, hasta la noche del viernes.
De no actuar con la transparencia que exige Perú Libre, el Jurado Nacional permitiría al partido derechista de Fujimori presentar de nuevo 620 impugnaciones ya rechazadas sobre 771 extemporáneos o sin pago del trámite correspondiente. Por tanto invalidadas.
Declaraciones de expertos recogidas en Lima por la agencia de noticias Prensa Latina indican que el JNE actúa de manera ilegal, pues los plazos electorales no pueden ser modificados y la normativa vigente solo permite cambios en las reglas de un proceso electoral hasta un año antes de la primera vuelta, realizada el 11 de abril pasado, según indicó el letrado Julio Arbizu.
También la candidata de Perú Libre a la vicepresidencia, Eda Boluarte, afirmó que la decisión del JNE “es virtualmente un golpe de Estado contra Pedro Castillo, quien debe ser ya proclamado”, precisó.
AIRES DE TORMENTA POLÍTICA
Desde que se indicó la fecha del balotaje electoral para el pasado día 6 entre Castillo y Fujimori, hubo presagios de tormenta en el país, absolutamente parcializado en torno a los dos contendientes.
En buena lid, el profesor ganó los comicios. Pero Fuerza Popular , que cuando tenía mayoría en el Congreso Nacional sacó a dos presidentes, Pedro Pablo Kuczynski y luego Martín Vizcarra, se mueven poderosos intereses económicos a los que no les conviene un izquierdista al mando del país.
Keiko y su hermano, también legislador, dirigió la conspiración contra el presidente Kuczynski, quien liberó a su padre, el dictador Alberto Fujimori a cambio de que no lo impugnaran en el Congreso Nacional. Al final, tuvo que renunciar al cargo.
Tras conocerse los cómputos, y como se esperaba, de inmediato el partido conservador impugnó los resultados y pidió la anulación de 200 000 votos en regiones rurales favorables a su rival para cambiar las cifras actuales.
Era admisible, según las leyes peruanas, la solicitud de Fujimori, para quien la fiscalía general de la República solicita 30 años de prisión por corrupción y ya planteó que debía ser encarcelada hasta enjuiciarla.
Pero lo que no se entiende es el tiempo invertido en ello, más del admitido, y luego de conocerse la opinión de los veedores de las actas en primera instancia.
Los revisores de tales documentos afirmaron este jueves que, hasta ese momento, no se había encontrado anomalía alguna.
Círculos cercanos al JNE indicaron que es muy probable que su veredicto sobre las reclamaciones solo se conozcan la próxima semana, aunque, si uno de los candidatos no estuviera conforme, podría entonces hacer una apelación y alargaría la proclamación del mandatario.
Fujimori no se da por vencida. Sabe que si pierde esta elección deberá despedirse de la política y de sus planes neoliberales, ya que sobre ella pende una acusación judicial de la cual entonces no podría librarse.
Como ha perdido en tres ocasiones, la hija predilecta del exdictador solo repite que es víctima de “un gran fraude histórico”.
Si hubiese fraude ese no sería de Castillo, un virtual desconocido en la política peruana, pero que hizo su campaña para la primera vuelta de manera callada, y se situó en el primer lugar entre 17 contrincantes. A caballo, o a pie, recorrió las serranías y el campo peruano, donde es reconocido como un líder sindical intachable, que ha librado varias batallas de defensa del magisterio y dirigió una victoriosa huelga general ante los bajos salarios y el poco reconocimiento al sector por parte de las autoridades.
Este hombre de 51 años, que define a su partido como marxista, y que presentó un programa de justicia social desconocido en Perú, de inmediato recibió el fuego de la derecha peruana, la cual desplegó una guerra mediática sucia, denigrando su figura y al sistema socialista.
En su contra enfilaron sus cañones no solo Fujimori, quien perdió los dos debates públicos de campaña, sino la prensa hegemónica que responde a los grandes capitales locales.
Castillo es una persona que habla claro y sin temores. Por eso se declaró vencedor de las elecciones, pues, dijo, las cifras no mienten y mostró la disposición de su partido a luchar contra el enjambre de abogados, todos de derecha, que tratan de salvar del fracaso a Fujimori.
En las últimas horas, observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) en los comicios dijeron que sería saludable que revisaran las actas. Y ya sabe lo que propició la OEA con su actitud en Bolivia, que llevó a la renuncia del reelecto presidente Evo Morales, tras un golpe de Estado cívico-militar.
Aun cuando el JNE reconozca como ganador a Castillo, algunos medios de prensa independientes alertan del peligro que suponen Fujimori y sus seguidores para la estabilidad nacional.
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