Cuando las encuestan indicaban la seguridad en que Keiko Fujimori ganaría las presidenciales en la segunda vuelta de este domingo, los últimos acontecimientos indican que a estas alturas ya no es tan segura la victoria de la candidata del partido Fuerza Popular, después que fuerzas de izquierda le cierran el paso para evitar el retorno del llamado fujimorismo.
No es que su rival Pedro Pablo Kuczynski, de Peruanos por el Cambio (PPK), sea izquierdista ni pretenda cambiar los mecanismos neoliberales imperantes en la nación andina y por eso lo apoyan ahora partidos de distintas tendencias y movimientos populares; tanto una como el otro profesan la misma ideología de derecha neoliberal y pretenden mantener al país en manos de los imperios. Keiko, en su defensa de Japón, y Kuczynski es un banquero aliado de Estados Unidos, cuya ciudadanía ostentaba junto a la peruana.
Muchos se preguntan el porqué de la insólita alianza de la izquierda peruana con una figura como la del también llamado PPK, como su partido, quien mantiene una inequívoca postura a favor de los grandes capitales y no moverá un dedo para favorecer al más de 20 % de la población nacional que vive en condiciones de pobreza?
Nada diferencia a los dos candidatos, ni su ideología, ni sus programas de gobierno —al menos en lo externo—, ni sus alianzas con los imperios. Incluso, pocos le daban el triunfo al postulado por Peruanos por el Cambio. En la primera vuelta del 10 de abril, Fujimori obtuvo 39,85 % y Kuczynski 21,01 % de las boletas favorables.
Sin embargo, para las agrupaciones y los movimientos populares de izquierda de Perú es preferible sacrificar de momento sus ideas para evitar que Fujimori sea la nueva mandataria, debido a lo que ella no ha dicho pero que se presume ocurrirá en el futuro mediato. No renuncian, empero, en hacerle la lucha al anciano banquero y sus eventuales medidas políticas si resulta el ganador.
Aunque Keiko niega cualquier vínculo político con su padre —condenado a 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad—, algunos analistas coinciden en que esta empresaria de 41 años gobernará con mano dura y recordará la década en que gobernó Alberto Fujimori (1990-2000), en que Perú sufrió una década de pérdida de derechos humanos, asesinatos, desapariciones, corrupción y violencia.
La izquierda bien pudo abstenerse en estos comicios, pero prefirió apoyar de manera abierta la opción de Kuczynski. La tercera colocada en las elecciones del pasado 10 de abril, Verónika Mendoza, fue muy clara: le estamos cerrando el paso al fujimorismo.
Mendoza, quien representa al Frente Amplio, una coalición de movimientos de izquierda, ganó un 20 % de los votos, lo que podría inclinar la balanza este domingo de manera definitiva para el banquero de 77 años, en un giro sorpresivo casi de última hora.
“Para cerrarle el paso al fujimorismo sólo queda marcar por Kuczynski”, dijo públicamente la excandidata y líder del Frente Amplio, quien mantiene un protagonismo político a pesar de que no pasó a segunda vuelta por la ventaja de PPK.
En su cuenta en YouTube, la joven de izquierda dijo que Fujimori “está rodeada de procesados por corrupción y vínculos con el narcotráfico”, lo cual convertiría a Perú, dijo, en un narco-Estado, y “no quiero que mis hijos vivan en un país de corrupción, drogas y violencia (…), por eso Keiko no va”.
Aunque en las últimas semanas las encuestas públicas le daban al Fuerza Popular seis puntos de ventaja ante PPK, la situación ha cambiado. Ante la nueva postura de la izquierda, Keiko lamentó “que la señora Verónika Mendoza no sea consistente con sus propuestas y convicciones”, cuando en realidad lo que está tratando de evitar el Frente Amplio es un presunto gobierno dictatorial.
Para el analista político Javier Torres, la candidatura de Keiko Fujimori parece estancarse, mientras que PPK aprovecha esa brecha para subir su popularidad. Refirió que las últimas manifestaciones públicas de protesta contra la candidata en distintas ciudades han hecho mella en lo que se consideraba una victoria segura.
Torres precisó que el panorama es incierto como para garantizar la presidencia a Fujimori, pues una de las características del electorado peruano es que no certifica su fidelidad a uno u otro partido, y muchas veces decide cuando está ante las urnas.
En una evidente posición oportunista, PPK, que ahora suma votos con los cuales ni soñaba, pues hasta ofendió públicamente a Mendoza durante la campaña de la primera vuelta, aprovechó los últimos días para reunirse con la poderosa Central Nacional de Trabajadores del Perú, el sindicato de educadores, víctimas del conflicto armado interno, algo que Fujimori está impedida de concretar dada la prisión de su padre por esos crímenes de guerra.
De cualquier manera, no puede olvidarse que a pesar de su condena y de que un alto por ciento de la población rechaza su etapa dictatorial, el fujimorismo aún mantiene cierto liderazgo en las zonas rurales del país, a las que el expresidente, reconocido como una figura populista, visitaba con regularidad y cubría sus necesidades básicas.
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