La paz en Colombia puede convertirse en una realidad luego de la firma el pasado sábado en La Habana de un rectificado y fortalecido acuerdo de paz que debe cumplir con las expectativas de los más de seis millones de personas que se pronunciaron el pasado 2 de octubre por el NO en el referendo de confirmación del primer documento, elaborado tras cuatro años de negociaciones.
La capital cubana, una vez más, devino escenario para la suscripción del tratado, que se espera sea definitivo, entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), después del análisis de las observaciones hechas por los detractores del referendo, que pusieron en peligro el logro de una paz definitiva y apoyada por el pueblo. Más de 500 propuestas organizadas en 57 ejes temáticos fueron evaluadas por las delegaciones.
Aunque el texto atiende las inquietudes de distintos sectores de la vida colombiana, mantiene sus esencias en la búsqueda de un orden político, económico y social más justo para las poblaciones más vulnerables, en especial los campesinos, víctimas de las grandes desigualdades existentes en esa nación.
Los jefes de las delegaciones, el expresidente Humberto de la Calle y el comandante Iván Márquez firmaron el documento. Esto debe cerrarle el paso a quienes trataron de evitar la victoria de la reconciliación nacional, en especial los políticos de derecha, como el exmandatario Álvaro Uribe, quien desplegó un organizado plan para derrumbar el primer acuerdo suscrito por las partes en Cartagena de Indias el pasado 26 de agosto.
Tanto De la Calle como Márquez patentizaron que el nuevo texto —cuyo destino sobre otro eventual referendo aún se desconoce— integra cambios, precisiones y aportes a partir de los análisis de la sociedad colombiana.
En la ceremonia efectuada en el Salón de Protocolo del Laguito, en el oeste capitalino, con la presencia de representantes de las naciones garantes —Cuba y Noruega— y los acompañantes —Venezuela y Chile—, los jefes de las delegaciones agradecieron la generosidad del gobierno cubano “por el trabajo diplomático impecable” que culminó esta jornada.
“Fue un esfuerzo genuino, leal, que nos permitió recopilar la totalidad de las iniciativas, ordenarlas y estudiarlas en casi 100 horas de trabajo constructivo con los voceros del No, para incorporarlas en un nuevo acuerdo de paz”, refirió De la Calle.
También señaló que entre los cambios está la designación de los espacios territoriales específicos para el cumplimiento de las sanciones para quienes cometieron crímenes de lesa humanidad durante la confrontación bélica, así como los períodos de las acciones reparadoras a las víctimas.
“Pedimos superar el conflicto armado, abrir caminos a la reconciliación y lograr una sociedad más equitativa. Ese es el reto, por nuestros hijos, por nuestros nietos”, precisó el exmandatario, quien señaló que el nuevo texto es mejor que el anterior pues soluciona aspectos que generaron críticas e insatisfacciones, pero aclaró que su aceptación tampoco será unánime.
Pese a las transformaciones, no se sacrifica, según De la Calle, el espíritu de la negociación ni se desiste de una mejoría en las zonas campesinas, el combate a las bandas criminales, la lucha contra el tráfico ilícito de drogas, integración de los territorios y superación de las desigualdades sociales.
En su intervención, el comandante Márquez se refirió a que las conversaciones fueron difíciles pero fructíferas, y que la guerrilla, al igual que el gobierno, cedieron sus posiciones en algunos puntos, pues el resultado del plebiscito permitió la rectificación necesaria para evitar la continuidad de más de 50 años de guerra. La paz, ratificó, sigue su camino irrefrenable.
El jefe guerrillero aclaró que este acuerdo “…incorpora ajustes y precisiones que despeja dudas en materia de jurisdicción y los concernientes a reforma rural integral, nueva política de drogas y la refrendación”.
Horas antes de que se conociera el resultado de la ronda negociadora, el presidente Santos se reunió de urgencia con el ahora senador Uribe, líder del partido de derecha Centro Democrático, para darle a conocer el nuevo acuerdo, en su calidad de líder de los detractores de la paz.
En manos de Uribe, jefe del paramilitarismo en el país, y del también expresidente Andrés Pastrana, entre otros políticos de la misma tendencia, se encuentra en cierta medida el futuro de este nuevo documento que posibilitaría el silencio definitivo de las armas.
La plataforma política colombiana Marcha Patriótica recibió con beneplácito la noticia que marca una nueva etapa, del signo que sea, para la paz nacional. “Hoy nace —expresó en un comunicado— un acuerdo fortalecido, que recibimos con la esperanza de tener un país reconciliado. Esperamos que los promotores del No asuman un compromiso verdadero con la paz de Colombia sin rencores, ni mentiras”.
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