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martes, 19 de noviembre de 2024

México y sus dilemas

Las elecciones presidenciales de este 2018 están marcadas por varios signos, como la violencia y la corrupción que golpean la credibilidad de los partidos y generan apatía en el electorado...

Jose Valentín Rodríguez Pérez en Exclusivo 14/02/2018
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Voto en México
Dilemas mexicanos en medio de las elecciones presidenciales

Dentro de 6 meses, el 1 de julio de 2018, México va a celebrar la mayor elección de su historia: se votará por la presidencia, 128 senadores, 500 diputados federales y habrá comicios en 30 de las 32 entidades federativas de la República. Pero, a ese ejercicio democrático el cuerpo social mexicano no llega en buenas condiciones de salud: afectado por la anemia del bajo crecimiento económico (apenas 1 % per cápita anual desde hace tres décadas), por el cáncer de una extendida corrupción y por una epidemia de violencia que se cobra más de 20 000 vidas al año. Ello se suma al ancestral problema de la desigualdad social —México es uno de los países más desiguales de América Latina, la región con más inequidad en el planeta— y su consecuente pobreza masiva, que afecta a 55 millones de personas, casi la mitad de la población.

En ese contexto se corre el riesgo, como alertó el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo la década pasada, de que el descontento en la democracia se trastoque en descontento con la democracia. Así se constata en el más reciente informe del Latinobarómetro de 2016 que muestra que, en la región, México es el país con menor grado de satisfacción con la democracia (solo 19 %) y con alta propensión a renunciar a las libertades democráticas (46 %) a cambio de tener Gobiernos con capacidad de resolver problemas, por lo que hay mayor demanda de orden (54 %) que de libertad (39 %).

A la par, alcanza cotas récord la escasez de apoyo social a los instrumentos indispensables de la democracia representativa, como son los partidos, los parlamentos y los políticos. También se encuentra maltrecha la credibilidad en la limpieza de las elecciones. Frente a ello, sin embargo, hay activos que son capitales: los niveles de participación ciudadana en las urnas no decrecen —participa más del 60 % del electorado— y las votaciones están produciendo resultados que sólo elecciones democráticas pueden gestar, como la alternancia en los gobiernos. Baste decir que desde 2015 se han realizado veinticuatro elecciones a gobernador en los Estados y, de ellas, en catorce (58 %) han triunfado las oposiciones, de tal suerte que ser gobierno hoy no asegura ventajas a la hora de refrendar el apoyo ciudadano en las urnas.

Otro dato relevante es que en México son los ciudadanos de a pie quienes se hacen cargo directamente de las elecciones el día de la jornada de votación y que esa disposición cívica no se retrae. Por cada 750 electores se instala una casilla de votación integrada por ciudadanos seleccionados al azar en cada sección electoral y capacitados para ese fin.

La intranquilidad se ha instalado en la alta dirigencia del PRI en las últimas semanas en la medida en que aumentan las intenciones de voto para Manuel López Obrador. El partido en el poder ha trazado un largo camino electoral que arranco el 3 de diciembre y que culminará el domingo 18 de febrero de 2018, cuando una convención de delegados elija a quien pretenda suceder a Enrique Peña Nieto en la residencia oficial de Los Pinos. José Antonio Meade, el aspirante presidencial del partido gobernante, cerró las actividades públicas de su precampaña este domingo con un mitin multitudinario en uno de los bastiones del tricolor, el Estado de México. El aspirante, quien se encuentra en la tercera posición de casi todos los sondeos publicados rumbo a los comicios del 1 de julio, fue arropado por la militancia y muchas de las figuras del Gobierno de Enrique Peña Nieto, quien ha sido uno de los factores que han lastrado la campaña del exsecretario de Hacienda mexicano ante los ojos del electorado.

Así, el venidero 18 de febrero culminará un proceso que comenzó a puerta cerrada y que el partido se ha empeñado en dar una apariencia democrática y abierta a sus militantes. Ahora se ha producido una pausa en la campaña electoral que puede enfriar la contienda.

Como se ve, la encrucijada económica, social y política de México cuestiona la capacidad del sistema democrático para ofrecer horizontes más promisorios. Pero, no hay atajos. México solo dispone de sus instrumentos democráticos para renovar de forma pacífica los poderes públicos y, así, proponerse avanzar hacia un escenario donde se atienda el profundo déficit de la equidad social y poder avanzar en la eliminación de los profundos males que la aquejan.

México encara ahora un reto que nunca pretendió: renegociar el TLC. Lo hace en un contexto distinto al de los primeros años de los noventa. Toda la atención de la Administración actual, de salida y debilitada por los problemas de legitimidad que enfrenta el presidente Peña Nieto, se centrará en tratar de mejorar la imagen de su sucesor. Además, la posible llegada de otro inquilino a Los Pinos, la residencia presidencial mexicana, podría desestabilizar la negociación del tratado de libre comercio con EE.UU. vital para México, o retrasarla, afectando a las inversiones. Ahí encuentra un dilema más.

En México, como en otros países de América Latina que celebran elecciones este 2018, se ha extendido la idea, ante el desgaste de los actuales dirigentes, de querer encontrar una suerte de Emmanuel Macron, presidente de Francia, un político independiente que pueda ilusionar y sacudir el tablero político.


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Jose Valentín Rodríguez Pérez

Periodista y analista político


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