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sábado, 9 de noviembre de 2024

Los diablos neoliberales se juntan en Brasil

Grandes movilizaciones y paros de distintos sectores brasileños rechazan la nueva política gubernamental de Temer...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 13/11/2016
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Los políticos latinoamericanos de derecha tienen varias cosas en común, entre ellas el convencimiento de la destrucción del Estado y, también, la venta, a veces a precios de mendigo, de los grandes recursos nacionales. Y Michel Temer, el usurpador presidente de Brasil parece que se lleva las palmas.

Temer, del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), fue el articulador —uno de sus deméritos en política— del golpe de Estado parlamentario a la destituida presidenta Dilma Rousseff en agosto pasado. Como su vice traidor ocupó su lugar y ahora rige el destino de una nación de más de 200 millones de habitantes, que comienza a sentir el retorno del sistema económico neoliberal y su efecto desastroso.

El veterano pemedebista demuestra, en la práctica, que eran ciertas las denuncias sobre su entreguismo a la oligarquía nacional —millones de dólares de por medio—, interesada en eliminar cualquier vestigio progresista dejado por 12 años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).

Este viernes, millares de personas fueron al paro nacional y se pronunciaron en las calles de varios Estados brasileños en protesta por los anuncios de las antipopulares medidas adoptadas por el gabinete usurpador, entre ellas la venta de 34 empresas estatales de áreas estratégicas, como la emblemática Petrobras. Los trabajadores insisten en que continuarán las convocatorias en rechazo al rumbo que toma la nación suramericana.

Aunque los movimientos sociales brasileños y partidos progresistas mantienen una constante movilización desde que el exvice de Rousseff asumiera la presidencia, Temer no da un paso atrás en sus felonías, ya que su papel es lograr la liquidación del Estado para entregarle la economía nacional a los inversionistas, nacionales y foráneos, que colaboraron para situarlo en el Palacio de Planalto.

Cumpliendo la máxima popular de que “todos los diablos se juntan”, a cargo de las privatizaciones está el Programa de Asociaciones de Inversiones (PPI), dirigido por Wellington Moreira Franco, quien también dirigió la venta de las estatales —cuando se implantó el neoliberalismo—, durante el gobierno del entonces presidente  Fernando Henrique Cardoso en los años 90. Moreira Franco es uno de los acusados de recibir dinero ilícito de Odebrecht, la mayor constructora del país y empresa en el centro de la trama de desvío de dinero desde Petrobras.

No es secreto que Petrobras —donde las condiciones imperantes desde hace casi dos décadas desataron la corrupción y el robo— es la niña linda de la economía brasileña, y a pesar del escándalo en que están envueltos, incluso figuras del actual gobierno derechista, se mantiene como el principal generador de ganancias para el país.

Sin embargo, el objetivo de los neoliberales brasileños es eliminar a Petrobras como principal operadora de la reserva de petróleo del presal, y para ello aprobaron la ley 4567 en el también corrupto Congreso Nacional, con lo cual suprimieron la exclusividad del Estado sobre los gigantescos yacimientos de petróleo descubiertos por Brasil en aguas profunda del Atlántico, con lo cual beneficia, entre otras, a las trasnacionales Chevron y Royal Dutch Shell.

La regulación parlamentaria, aprobada por 292 votos a favor, 101 en contra y una abstención, da libertad a cualquier compañía nacional o extranjera para la explotación del presal (con un estimado de 30 mil millones de barriles) y actuar como su propio ejecutor.

La enmienda 241 de la ley impulsada por Temer congela además los salarios, gastos e inversiones de la compañía petrolera durante los próximos 20 años. 

Para el prestigioso economista y profesor Theotonio Dos Santos, es una mentira el argumento gubernamental de “problemas en el funcionamiento de empresas estatales” y su rápida venta al sector privado.

Dos Santos aseguró a la multinacional Telesur que “mal funcionamiento hay en las empresas privadas, todas ellas con problemas gravísimos, que solo funcionan con ayuda del gobierno”.  

Entre la treintena de empresas estatales que serán privatizadas destacan los aeropuertos de Florianópolis, Salvador, Fortaleza y Porto Alegre, dejando fuera a la estatal Infraero como socia de los ganadores de las licitaciones, en las que siempre logra la victoria el que más dinero entregue ilegalmente al gobierno.

El gobierno derechista de Brasil también subastará una parte de los activos de la estatal Eletrobras, en el sector eléctrico. 

Tras el anuncio, el titular de Minas y Energía, Fernando Bezerra Coelho Filho, indicó la localización de 179 Sociedades de Propósito Específico (SPE) con cooperación de Eletrobras, las cuales podrían ser vendidas por hasta más de seis mil cien millones de dólares.

Para los trabajadores brasileños, la privatización significa desempleo y, para quienes tienen suerte y conservan sus empleos, acople a los nuevos salarios, casi siempre por debajo de lo pagado por el Estado.

De ahí las gigantescas concentraciones organizadas por las ocho centrales sindicales de Brasil, que este viernes realizaron una huelga general en rechazo a las medidas del gobierno derechista. La Central Única de Trabajadores (CUT), la Central General de los Trabajadores de Brasil (CGTB) y la Central de los Trabajadores y Trabajadoras de Brasil (CTB) forman parte de una extensa lista de organizaciones y movimientos sociales convocantes.

Medios de prensa brasileños, como Jornal do Brasil digital, reportaron que Brasilia, capital federal, amaneció sin servicio de transporte público, mientras varias carreteras de acceso fueron bloqueadas.

En declaraciones a periodistas, el secretario general de la CUT, Sergio Nobre, afirmó que entre los planes de Temer está la disminución de los salarios y las jubilaciones, así como las inversiones en áreas sociales como la educación y la salud, las cuales tuvieron un salto de calidad y cantidad en el primer mandato de Rousseff.

“Con esas iniciativas de carácter neoliberal pone sobre los hombros de la clase trabajadora los costos de una política regresiva y autoritaria de ajuste fiscal que, como venimos denunciado, constituye el verdadero objetivo del golpe contra la presidenta constitucional”.

Otro de los sectores afectados por la nueva política gubernamental es el estudiantil, pues el gobierno anunció reformas en la enseñanza media, la cual elimina el currículo universal para todos los alumnos y suprime de los programas algunas disciplinas, como Educación Artística y Física, Filosofía y Sociología.

Especialistas en Pedagogía critican la medida, pues disminuye la calidad de la educación pública e intensifica la desigualdad de oportunidades.

Al paro de este viernes, al que seguirá otro el próximo día 25, se unieron también más de 170 universidades tomadas por el alumnado contra la política discriminatoria del gobierno federal.

La maquinaria Temer está en plena marcha, pero también la de quienes en Brasil conocen el sistema neoliberal implantado por Cardoso y que ahora revive uno de los más desprestigiados políticos brasileños.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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