Tras siete años de investigación sobre el papel de las autoridades británicas en la intervención militar en Irak en el 2003, un informe oficial afirma que Reino Unido invadió Irak “sin agotar las opciones pacíficas” durante el Gobierno del ex primer ministro británico Tony Blair.
En septiembre del 2002, el ex primer ministro presentó al Parlamento un comunicado donde afirmaba la existencia de "armas de destrucción masiva" en manos de los iraquíes. Sin embargo, nunca se presentaron las pruebas de estos argumentos.
El estudio revelado la pasada semana concluyó, además, que Estados Unidos y Reino Unido socavaron la autoridad del Consejo de Seguridad de la ONU al presionar en busca de una acción militar cuando las alternativas de resolución sin recurrir a la fuerza no se habían agotado, señaló El País.
La investigación conocida como el informe Chilcot, por su director Sir John Chilcot, detalló también que Blair decidió participar en la invasión al país árabe basado en “inteligencia defectuosa”.
Por lo tanto, el texto concluyó que "la acción militar en ese momento no era el último recurso" y además, “se subestimaron las consecuencias y se fracasó en lograr los objetivos establecidos”.
La documentación destacó, asimismo, la relación entre Blair y el entonces presidente estadounidense George W. Bush. Como evidencia, el informe refirió que ambos se reunieron secretamente para abordar la participación británica en la guerra; aunque Blair no analizó esto con sus ministros y jefes militares.
Medios de prensa destacan que al decidir entrar en guerra contra un país soberano, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, Reino Unido envió 30 mil soldados al país árabecon la misión de ocuparlo en una invasión liderada por Estados Unidos. De la cifra de víctimas de ese conflicto, alrededor de 251 mil muertos, 179 fueron soldados británicos, según datos de The Iraq Body Count.
Ante las presiones políticas y la evidencia de que el gobierno de Sadam Husein no escondía armas de destrucción masiva como se había asegurado, Gordon Brown-sucesor de Blair-, ordenó una investigación en el 2009.
De ahí, 7 años más tarde, llega el informe Chilcot basado en más de 150 mil documentos gubernamentales, incluyendo la correspondencia privada de Blair con Bush.
De igual manera, se evaluó el testimonio de unas 120 personas, entre ellas el propio Blair y Brown, ministros, altos mandos militares y de los servicios especiales así como se analizaron informes de inteligencia utilizados para justificar la invasión.
Tras presentarse el informe, el ex premier británico afirmó que “esté la gente de acuerdo o no con mi decisión de emprender acciones militares contra Sadam Husein, la tomé de buena fe y en lo que creía que era el interés del país”.
Sin embargo, no es la primera vez que Blair hace referencia al conflicto bélico. Con un tono diferente, en octubre del 2015, pidió disculpas por su papel en la guerra de Irak.
El ex jefe de Gobierno también admitió haber utilizado información de inteligencia errónea y reconoció que no supo prever el caos que se desataría tras el derrocamiento de Sadam Husein. Además, admitió que dicho caos pudo haber contribuido a la aparición y crecimiento del Estado Islámico, comentó Daily Mail.
Desde otro ámbito del informe, se indica que las familias de las víctimas británicas no descartan querellas judiciales contra Blair y "funcionarios del Estado" responsables del catálogo de errores detallados en el informe, apuntó Suptnik.
Los nuevos documentos oficiales reconocen ahora la innecesaria intervención y apoyo de Reino Unido a la guerra en Irak, que provocó una gran desestabilización política y cientos de muertes en el país, colocando al ex premier en el centro de las críticas.
A pesar de las justificaciones sobre la amenaza de terrorismo tras el 11 de septiembre nada justificaba la invasión a un país soberano, un hecho repudiado desde hace años por los británicos.
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