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domingo, 17 de noviembre de 2024

Imperialismo de Estados Unidos embiste Venezuela (I)

Amenazas de Trump intensifican resistencia patriótica...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 14/08/2017
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Protestas en Venezuela
El pasado día 30 más de ocho millones de venezolanos decidieron en las urnas la instalación de la ANC.

El gobierno de Venezuela continúa con una labor dirigida al logro de la paz interna, pese a las amenazas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de un eventual ataque militar a ese país, mientras la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) adopta de manera rápida medidas para el blindaje revolucionario y la paz interna.

Trump, que focaliza su carrera guerrerista en Venezuela y Corea del Norte, hizo hostiles declaraciones el pasado viernes contra Caracas desde su club de golf en Bedminster, donde vacacionaba, las cuales violan propósitos y principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas (ONU) y las normas del derecho internacional.

Una semana antes, el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, había dicho que diversas agencias estadounidenses “están estudiando la forma de obligar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, a abandonar el poder”.

Una vez más, el imperialismo norteño se lanza contra un pueblo de Latinoamericana cuyo único delito —a los ojos de los ideólogos conservadores— es consagrar su derecho a la democracia participativa, la dignidad, la soberanía y la independencia económica.

Este domingo, en lo que se considera una visita de negocios para la CNN, el vicepresidente norteamericano Mike Pence llegó a Cartagena de Indias, en Colombia, y luego viajará a Argentina, Chile y Panamá en su primera gira en lo que muchos analistas piensan tratará el llamado “tema Venezuela”.

La administración de extrema derecha del multimillonario empresario inmobiliario, que jamás ocupó antes un cargo público, por lo que se le considera un analfabeto político, intenta doblegar por la fuerza la Revolución Bolivariana, e ignora, al parecer, las realidades actuales de una región de 600 millones de seres humanos que se han crecido en los últimos 18 años bajo el ejemplo del proceso revolucionario cubano.

El pasado día 30, en una lección de democracia desconocida en Washington, más de ocho millones de venezolanos decidieron en las urnas la instalación de la ANC, un instrumento que busca canalizar de manera pacífica e institucional el diálogo entre las autoridades oficiales y los violentos opositores de derecha.

La postura del presidente contradice —si se atiene a la realidad— al deseo de la mayoría de la población de encontrar un equilibrio pacifico interno, lo cual se lograría sino existiese el plan que dirige para mediante guerras sucias derrocar un gobierno legitimo y apoderarse de las enormes riquezas de esa nación.

Ante el ataque verbal del líder republicano, la Cancillería de Venezuela rechazó “de la manera más categórica y contundente las declaraciones belicistas de Trump, claramente enmarcadas dentro de las agresiones sistemáticas de la administración estadounidense contra Venezuela”.

En un comunicado, el Ministerio de Relaciones Exteriores destacó que ellas “representan una amenaza directa contra la paz, la estabilidad, la independencia, la unidad territorial, la soberanía y el derecho a la autodeterminación de la República Bolivariana de Venezuela”.

Y recordó que tales pronunciamientos “ocurren a tan sólo un día de que el Jefe de Estado y de Gobierno venezolano, Nicolás Maduro Moros, hubiese renovado su llamado a entablar relaciones de altura, igualdad y cooperación con el Gobierno de los Estados Unidos de América, sobre la base del respeto mutuo”.

Poco después, el Canciller Jorge Arreaza informó que conversó con el encargado de negocios de Estados Unidos, Lee McClenny, sobre las formulaciones de guerra de Trump.

Según el titular de Exteriores, al referirse a McClenny, este le dijo: “no compartimos parte de lo que usted ha dicho” pero le respondí: “¿qué vía quieren ustedes?, ¿la del diálogo? Aquí está nuestra mano”.

Arreaza manifestó al diplomático norteamericano la disposición de las autoridades cívico-militares de proteger el país: “Estaremos aquí también para defender la patria y para enfrentarlos en cualquier terreno”.

Tras catalogar de “temeraria” la amenaza de Trump, la Cancillería venezolana alertó que el jefe republicano pretende arrastrar a América Latina y El Caribe a un conflicto que alteraría de manera permanente la estabilidad, la paz y la seguridad de la región declarada zona de paz en 2014 por los 33 Estados miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

En ese sentido, Arreaza informó al cuerpo diplomático acreditado en Caracas que su Ministerio ya inició las acciones para la convocatoria a una reunión al más alto nivel de la CELAC.

Varios ministros venezolanos, entre ellos el de Defensa, Vladimir Padrino, también unieron filas junto a Maduro contra la beligerancia imperial.

Padrino calificó como “un acto de locura” y “de supremo extremismo” la amenaza del improvisado mandatario y la élite derechista que gobierna ese país, declaró en el canal estatal Venezolana de Televisión.

PREPARATIVOS DE LOS LOBOS

Como una jauría de lobos se han lanzado sobre Venezuela Estados Unidos y sus aliados de América Latina y Europa, gestores de una imagen que muestra al mundo un supuesto país caótico, antidemocrático, con Maduro dibujado como un dictador de la peor calaña.

La guerra imperial contra la nación suramericana comenzó cuando el finado presidente Hugo Chávez asumió en 1999 y dio un viraje de 180 grados a las estructuras políticas y socioeconómicas capitalistas imperantes cuando Caracas era un amigo complaciente de Washington.

Pasaron los años, fracasaron los planes emanados del país norteño, y la Revolución Bolivariana siguió adelante. Pero Chávez murió en el 2013, y el pueblo eligió a Maduro como su sucesor. Si contra Chávez sacaron su arsenal, incluyendo un golpe de Estado, contra Maduro lanzaron la guerra en todos los órdenes: económico, psicológico, político y social, con el apoyo de la media local e internacional que tergiversa de continuo los hechos.

La situación no podía ser más tensa en Venezuela, donde el pueblo revolucionario apoyado por la unión cívico-militar resiste los proyectos encaminados a apoderarse del país que posee las mayores reservas mundiales de petróleo y oro, y la cuarta más grande de gas, fundamentales para el futuro del capitalismo oligárquico.

De acuerdo con el analista uruguayo Aram Ahoronian, las amenazas de Trump comenzaron a tomar forma el pasado 13 de julio durante una reunión secreta en la misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) presidida por Michael Fitzpatrick y el director para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional, Juan Cruz, con diplomáticos de América Latina, El Caribe, Europa y Asia.

No puede olvidarse que hasta ahora han fracasado los planes de Washington, mediante sus distintos actores para derrocar la Revolución Bolivariana. De ahí que el grupo reunido en la sede de la OEA fue instruido, según Ahoronian, “para iniciar una fuerte campaña mediática en contra de la Asamblea Constituyente, y anunciaron sanciones contra Venezuela y los chantajearon para que sus gobiernos impusieran sanciones bilaterales, similares a las operadas por Estados Unidos”.

La respuesta de los títeres fue inmediata. Por ejemplo, el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, afirmó tres días después que “suspender la Constituyente es el único camino para lograr la paz en Venezuela. El de Colombia, Juan Manuel Santos, precisó que “es necesario desmontar la Constituyente. Autoridades de Brasil, Argentina, Costa Rica, Puerto Rico, Perú y México, se sumaron en ese momento a las políticas de la Casa Blanca.

En Europa, la alta representante de la Unión Europea para la política exterior, Federica Mogherini, también lanzó su pedrada e instó a Maduro a suspender la Constituyente. Mogherini, en una actitud tan injerencista como la del jefe del gobierno norteño, precisó que todas las opciones, incluidas sanciones, “están sobre la mesa”.

OTRAS REACCIONES ANTE AMENAZAS IMPERIALES

Los expresidentes José L. Rodríguez Zapatero (España), Martín Torrijos (Panamá) y Leonel Fernández (República Dominicana), expresaron su rechazo a los planes belicistas del gobierno Trump, ya que consideran que una intervención militar “además de vulnerar los principios de la legalidad internacional sería la peor alternativa”.

A nombre de sus colegas, quienes fueron acompañantes de los esfuerzos del gobierno venezolano para fomentar el diálogo con una renuente oposición, Fernández reiteró que “igualmente sería una opción sencillamente nefasta y un grave error histórico. Apoyamos la negociación pacífica”.

En reciente reunión de sus cancilleres, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) en una reunión de urgencia en Caracas, repudiaron las posiciones belicistas de Estados Unidos contra Venezuela y apoyaron a la Revolución Bolivariana.

En una declaración final, los 11 miembros de esta organización fundada por Chávez y el fallecido presidente cubano, Fidel Castro, en 2004, cerraron filas en defensa del proceso democrático venezolano e instaron al diálogo nacional y el apoyo a la Constituyente como únicas vías posibles para derrotar los planes militaristas de la Casa Blanca.

Mientras, varios gobiernos, entre ellos los de Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua también rechazaron de manera tajante la política de los conservadores norteamericanos.

Con cierta tibieza, y la mayoría sin mencionar directamente a Estados Unidos, se pronunciaron varias naciones de Latinoamérica.

Desde Guatemala, su canciller Carlos Morales aseguró en su cuenta en Twitter que “la vía armada no es una opción para solucionar diferencias”.

También el canciller de Chile, Heraldo Muñoz, y la senadora Isabel Allende Bussi, manifestaron su rechazo a la amenaza de una intervención militar en Venezuela.

Reiterando todos los términos de la Declaración de Lima sobre Venezuela, Gobierno Chile rechaza amenaza de una intervención militar en Venezuela, escribió Muñoz este sábado en la red de redes.

En un comunicado, la cancillería mexicana, “expresa su rechazo al uso o amenaza de uso de la fuerza en las relaciones internacionales, y afirma que la crisis en Venezuela no puede resolverse mediante acciones militares, internas o externas”.

En términos similares se pronunciaron además los Ministerios de Relaciones Exteriores de Colombia y Perú, indicó en un resumen el periódico mexicano La Jornada.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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