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miércoles, 20 de noviembre de 2024

Geopolítica y geopolítica

El asunto no es de contendido, sino de aplicación...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 27/04/2018
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El término hace hincapié en el interés oficial y nacional de ostentar y ejecutar determinados roles regionales o universales que beneficien a sus impulsores en un contexto determinado, ya sea vigente o creado.

Los diccionarios más prestigiosos y completos definen el término geopolítica como  “la ciencia que pretende fundar la política nacional o internacional en el estudio sistemático de los factores geográficos, económicos, raciales, culturales y religiosos.”

Es decir, la asignatura que nos enseña que muchas de las más importantes providencias de gobiernos, Estados y países, pretenden basarse en el reconocimiento del multifacético entorno que rodea a sus decisores y actores, con más razón en una época en que la globalización ha reducido virtualmente los espacios y los tiempos en el mundo.

Por demás, en las últimas décadas, el término hace hincapié en el interés oficial y nacional de ostentar y ejecutar determinados roles regionales o universales que beneficien a sus impulsores en un contexto determinado, ya sea vigente o creado.

 Y hay que decir que nada de malo o pecaminoso comporta que un Estado trace sus pareceres y actuaciones  a tenor con lo que existe y sucede a su alrededor. Es más, es un imperativo de la vida internacional, y la geopolítica sería entonces la herramienta adecuada.

El problema radica, explican algunos analistas, cuando ese paquete de ideas, planes y concreción práctica no reconoce a los demás y solo obedece a intereses mezquinos, capaces de cualquier barbaridad para imponerse al resto del orbe.

De ahí que la geopolítica no es un dislate en sí misma. El dislate lo aportan y añaden los que no estiman ni respetan las prerrogativas de otros y hasta llegan a proclamar en sus consignas que “lo mío va de primero” a toda costa y a todo costo…y seguramente los lectores ya tienen referencias globales sobre el asunto, como corresponde a buenos entendedores.

Hay que insistir, por tanto, que nada de malo o pecaminoso comporta que un Estado trace sus pareceres y actuaciones  a tenor con lo que predomina y acontece a su alrededor. Es más, es un imperativo de la vida internacional, y la geopolítica sería entonces la herramienta adecuada.

El problema radica cuando ese paquete de ideas, planes y concreción práctica no reconoce las prerrogativas ajenas y solo obedece a intereses egoístas, mezquinos, y capaces de cualquier barbaridad para imponerse al resto del orbe.    

De manera, vale reiterar que, como muchas otras cosas en esta vida, la geopolítica también sufre de las distorsiones que personajes y grupos imprimen a nuestra civilización.   Porque ,ciertamente, se puede hacer geopolítica, es decir, actuar en relación con el resto del orbe sin desmedro de nuestros intereses, mediante el entendimiento, el diálogo, la cooperación y el intercambio mutuamente ventajoso, como hacen China, Rusia y otros países.

Lo inverso es recurrir a la imposición, la agresión, la guerra y el desprecio para lograr que  ideas y percepciones torcidas sean asumidas por los demás con total sumisión, un  modo de hacer que privilegian ciertos personajes devenidos  hasta presidentes de grandes países y aquellos segmentos reaccionarios que los aúpan.

Actitud que, una vez más, desdora y corrompe los contenidos y las herramientas a cuenta del mal, torcido y brutal uso que se hace de ellos…


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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