Dicen los que han desmenuzado el último discurso ante la ONU de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos, que su intervención tuvo al menos dos claras aspiraciones: intentar el cierre de su expediente global como un líder aparentemente equilibrado y objetivo, y tocar una vez más a los electores norteamericanos para que den preferencia a la candidata demócrata Hillary Clinton en los comicios generales de noviembre próximo.
En pocas palabras, propaganda para el exterior y el interior a través de una retórica y gestualidad debidamente estudiadas y entrenadas.
Y es que, al final, bien escrutadas las citas y referencias del citado discurso, no es difícil percibir que sigue prevaleciendo el antidemocrático propósito de imponer a otros lo que se consideran los grandes valores y los más caros intereses de la primera potencia capitalista del orbe, asumidos como los únicos universalmene válidos.
Tapaderas que, por demás, ya no causan tanto efecto adormecedor, como aquellas en que el mandatario habló de un capitalismo con posibilidades de mayor justicia social, menos exclusión y más reducida concentración de la riqueza en pocas manos, como si un régimen genéticamente expoliador, competitivo y egoísta no fuese antónimo natural de la equidad, la solidaridad y el beneficio compartido.
Orden que, además, asume el también citado por Obama “proceso de globalización”, no como la posibilidad de integración universal creativa y justa, sino como instrumento y carril para imponer al resto del conglomerado humano las apetencias materiales y espirituales de los presuntos “elegidos por la providencia”.
Citas y conceptos que al final perseguían “advertir” al planeta sobre la “urgencia” de restar argumentos y espacios a supuestos “líderes populistas”, “hombres fuertes”, y “cabecillas nacionalistas” que, según su criterio, propugnan otro mundo y maneras de vivir.
Notable fue también el hecho de que (al parecer por primera vez de forma pública) el ocupante de la Casa Blanca se refiriese explícitamente a Moscú como un nuevo peligro internacional, a partir de que, dijo, "en un mundo que ha dejado la era de los imperios detrás, vemos a Rusia intentando recuperar su gloria perdida a través de la fuerza" bajo la dirección de Vladímir Putin y con un notable “injerencismo militar” en Ucrania y Siria.
Asunto enlazado con una desusada preocupación por los refugiados de nuestros días que “buscan un nuevo hogar”, auque no se dignase a explicar detenidamente porqué no lo pueden poseer en sus lugares de origen, donde la histórica depauperación y las guerras de conquista imperiales tienen mucho que ver con las raíces de semejante drama humano…pero en fín.
Vale decir que temas de esta índole, dorados en la máxima tribuna global, tuvieron como blanco adicional las frecuentes diatribas xenófobas del aspirante republicano a la Oficina Oval, Donald Trump, que a estas alturas parecería haber disminuido sensiblemente su desventaja en la preferencia del electorado norteamericano con respecto a la demócrata Hillary Clinton.
Por demás, no son pocos los analistas que han señalado lo extrañamente casual de que el discurso de Obama y muchas de más ácidas referencias, contaran como telón de fondo con las vertiginosas acusaciones contra Rusia y Siria por un ataque aéreo contra un convoy de ayuda humanitaria de la ONU en la conflictiva ciudad de Aleppo.
Según esas fuentes, no deja de despertar la suspicacia que la acción armada y la desbordada campaña mediática sobre la pretendida culpabilidad Moscú y Damasco ocurriesen a pocas horas del inicio de los debates de la Asamblea General de la ONU y de la presencia de Obama en esa tribuna, además de que, apenas días atrás, los Estados Unidos fue ejecutor (y debió admitir su responsabilidad) de bombardeos de su aviación contra tropas sirias que combatían a elementos terroristas en la zona de Deir Ezzor, lo que incluso permitió a los extremistas un efímero avance en sus posiciones.
Por lo pronto las más altas fuentes militares del Kremlin y sirias han negado el ataque aéreo contra el citado convoy, que fue monitoreado a lo largo de todo su recorrido por los drones rusos hasta su llegada a Aleppo, donde el Estado Islámico, Al Nusra y otros grupos “rebeldes” estructurados y sostenidos por Washington y sus aliados, han roto en numerosas ocasiones el alto al fuego que desde hace una semana se decretó a instancias de Moscú y una Casa Blanca que todavía espera pasar la cuenta al gobierno legítimo de Bashar el Assad.
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