España: ¿Sí o no?

En efecto, el rey español Felipe Sexto decidió convocar a los partidos políticos locales para los cercanos 25 y 26 de este abril, en un nuevo esfuerzo destinado a dotar de gobierno a una nación formalmente acéfala desde las elecciones generales del pasado diciembre.

Se trata a estas alturas de una crisis institucional sin precedente, y está claro que lejos de esperar por resultados que no acaban de aparecer, la corona optó por efectuar renovadas consultas con los líderes partidistas en un último esfuerzo por evitar la convocatoria a nuevos comicios.

Según establecen las leyes, de no concretarse la formación de una administración nacional antes del cercano 2 de mayo, los españoles deberán volver a las urnas en junio para intentar dirimir quienes finalmente asumirán el gobierno.

Luego de este anuncio, las agrupaciones de centro e izquierda, a quienes ya se les concedió la posibilidad de formar gabinete, retomaron sus cuestionamientos mutuos sin atisbos —según los expertos— de que lleguen a concretar una alianza antes de la fecha que señala el final de estos trámites y la vuelta a las boletas.

Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista Obrero Español, PSOE, y nominado por el rey para formar gobierno semanas atrás, apeló a la necesidad de evitar un retorno a la Moncloa del partido derechista Partido Popular, PP, y de su jefe Mariano Rajoy, en un renovado empeño por sumar a su programa a agrupaciones claves como Podemos, Izquierda Unida y Compromis.

Sánchez había logrado alianza con el grupo Ciudadanos, de centro derecha, pero teme que la prolongada falta de acuerdo con interlocutores más radicales impulse a esa organización a colocarse al lado del PP y facilitar así la vuelta de Rajoy.

Sin embargo, hasta ahora nada indica que, por ejemplo, el liderazgo de Podemos, clave en la proyectada coalición moderada, haya cedido en temas que considera esenciales para aceptar integrarse a una administración encabezada por el jefe del PSOE.

Lo cierto es que de alguna manera la centro izquierda española parece entrampada ante la opinión pública local.

Analistas explican que la falta de concordancia fortalece las campañas derechistas sobre el caos y la ingobernabilidad que pueden devenir de un gobierno encabezado por esas agrupaciones a partir de su actual imagen de carencia de entendimiento, e insisten en que con el correr del tiempo y a falta de soluciones, es posible que muchos electores desistan de votar por ellas.

En esa cuerda, el PP se afila los dientes a la espera de que tales mecanismos le favorezcan si finalmente una atribulada población debe acudir nuevamente a las urnas el cercano 26 de junio.

De manera que el “ahora” español sigue signado por la carencia de posibilidades de que los opositores al Partido Popular logren materializar acuerdos firmes para hacerse del gobierno y —aún con sus grandes limitaciones— promuevan al menos los más urgentes cambios que requiere el país luego de la debacle económica, social y ética promovida bajo el liderazgo derechista.

Un torcido panorama que además podría seguir sembrando en muchos ciudadanos la abulia y el descreimiento en los actuales mecanismos políticos nacionales.