El Fin de la era Merkel

Luego de dieciséis años al frente de la primera economía de Europa Occidental, la canciller germana, Angela Merkel, cederá su cargo tras la derrota del bloque oficialista conservador en los comicios del pasado domingo 26 de septiembre.

Con un estilo austero y entrenada capacidad en capear buena parte de las tormentas internas y externas durante su más de decenio y medio de gobernanza, la Merkel —a juicio de no pocos observadores— devino sin dudas en una de las dirigentes mundiales más conocidas de los últimos tiempos.

No obstante —aducen las mismas fuentes— la coalición conservadora de la canciller, integrada por los partidos Unión Demócrata Cristiana de Alemania, CDU, y la Unión Social Cristiana de Baviera, CSU, solo acumuló poco más del 24 por ciento de las boletas y debió ceder el triunfo al Partido Socialdemócrata, SPD, que sumó casi 26 por ciento.

En tercer lugar se ubicó el Partido Verde, con casi 15 por ciento de los sufragios; y en cuarto los liberales, con algo más del 11 por ciento.

Este panorama implica que para la designación del canciller se requerirá de extremas negociaciones entre las agrupaciones más votadas, lo que demandará de paciencia para los electores y seguidores de los debates a partir de experiencias como la de los sufragios de 2017, cuando la conciliación de pareceres cuajó seis meses después del conteo de las boletas.

De hecho, todo indica que la figura con más posibilidades de asumir la jefatura del gobierno sería el ministro de finanzas y vicecanciller saliente Olaf Scholz, candidato del SPD, y quien ya adelantó declaraciones en el sentido de que los votantes habían expresado su voluntad de una administración liderada por los socialdemócratas.

De todas formas, suman una larga lista las observaciones y consideraciones de los analistas en torno a la votación del domingo.

Unos aducen que de alguna forma los conservadores fueron pasto del lógico desgaste de más de tres lustros al frente del gobierno y del interés por “nuevos aires” de buena parte de la población, junto al hecho de que los socialcristianos no tenían una figura de remplazo que se acercase siquiera a la estampa de la Merkel.

Las fuentes explican también que a pesar de que los socialdemócratas aducen una mayor preocupación que sus antecesores en temas como los problemas ciudadanos y económicos, por lo general nunca se han alejado significativamente de las líneas estratégicas propugnadas por la CDU, por lo que los cambios prácticos tal vez no resulten tan significativos.

De manera que luego de la lid en las urnas de este septiembre, ahora resta a los alemanes esperar sin desespero alguno por una temporada de intercambios entre la cúpula política local para conocer finalmente al próximo canciller de la nación y su programa de acción.

Vale recordar, por sus características muy particulares, que el sistema electoral germano comprende la designación directa de diputados al Bundestag (parlamento alemán) por las 299 circunscripciones del país, a lo que se suman las elecciones generales con aspirantes por los diferentes partidos para el completamiento del legislativo.

Según medios de prensa, esa modalidad no admite que el canciller federal sea electo directamente por el pueblo, sino que su designación dependa del Bundestag, al que le toca evaluar la propuesta del presidente del país, la cual debe lograr más de 50 por ciento de aprobación entre los diputados.