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martes, 5 de noviembre de 2024

Dos grandes momentos en Venezuela

La posibilidad de un dialogo con la derecha más radical y las megaelecciones del próximo noviembre destacan en el país suramericano...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 08/06/2021
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Nicolás Maduro-Megaeleeciones-Venezuela
El presidente Maduro puso sus condiciones a la derecha recalcitrante, si quieren iniciar el pedido diálogo con su gobierno. (Yuri Cortez)

Venezuela, uno de los heroicos países de América Latina que resisten los embates del imperialismo estadounidense, centra hoy sus avatares internos en dos grandes temas de trascendencia internacional: la posibilidad de un diálogo con los sectores más radicales de la derecha y las megaelecciones del próximo 21 de noviembre.

En declaraciones hechas el pasado sábado, el presidente venezolano Nicolás Maduro confirmó nuevos acercamientos con los sectores derechistas recalcitrantes, los mismos que pusieron en práctica un alto número de fallidos intentos para derrocar la Revolución Bolivariana.

“En el momento en que se den las condiciones, con una agenda consensuada, acordados el lugar de reuniones y los métodos de trabajo, iremos con buena fe al diálogo. Hemos logrado convocar y vamos a sentar en la mesa a las oposiciones venezolanas”, escribió el mandatario en la red social Twitter.

Las conversaciones están planteadas, pero antes debe lograrse un entendimiento entre las partes, en una de ellas el autoproclamado mandatario Juan Guaidó, peón de Estados Unidos (EE.UU.) y que ha estado al frente de los fracasados planes contra su país e, incluso, maniobra con los activos venezolanos en el exterior.

Guaidó, la parte más visible de la contrarrevolución junto con Leopoldo López, residente en España tras escaparse de la embajada de esa nación europea con la anuencia de sus diplomáticos, participa junto con el gobierno de Colombia en los planes contrarrevolucionarios para derrocar a Maduro, entre ellos, preparación de presuntas deserciones militares, magnicidios, invasiones y, muy especialmente, en el bloqueo impuesto por la Casa Blanca para asfixiar la economía nacional.

Esta semana arribó a la nación sudamericana una delegación de Noruega para mediar en una eventual negociación entre el Ejecutivo bolivariano y el grupo opositor liderado por el exlegislador, reconocido en 2019 por EE.UU. como presidente encargado.

El proceso de un entendimiento con la derecha será difícil. Antes tendría que aceptar las condiciones de Maduro, quien insiste en que “este nuevo proceso debe plantear con crudeza sobre la mesa los temas nacionales”, según planteó en una reunión de trabajo con la dirección nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), brazo político de la Revolución.

Aunque admite las conversaciones con políticos de la catadura de Guaidó, el presidente electo en las urnas indicó que, para avanzar en las conversaciones, la oposición extremista debe promover el levantamiento de todas las sanciones unilaterales implementadas por Washington contra su país, en busca de un cambio de gobierno.

El mandatario también exigió la devolución de los fondos del Estado venezolano secuestrados en bancos foráneos, y bienes y activos expoliados, entre ellos, la petrolera Citgo (por EE.UU.), filial de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) y la empresa química Monómeros (Colombia).

Estos dos importantes recursos están manejados por juntas ad hoc nombradas por el disminuido Guaidó

Otro de los puntos planteados por Maduro para llegar a las conversaciones con la ultraderecha es que se reconozca por esa fuerza política como legítima la Asamblea Nacional (Parlamento) electa el pasado 6 de diciembre, de mayoría revolucionaria, y los poderes legítimos y constitucionales del país.

Al contrario de lo planteado por los extremistas, también hizo hincapié en que la mesa de diálogo debe ser pública y con comunicados.

Otras voces se unen al dignatario para evitar el secretismo pedido por la oposición, para después tergiversar —como han hecho en otras ocasiones— los debates y sus resultados, siempre en un reconocido papel de víctimas.

En ese sentido se proyectó el vicepresidente de la Comisión de Diálogo, Paz y Reconciliación del Parlamento, Luis Eduardo Martínez, quien también rechazó el ocultamiento.

Martínez, también jefe de la bancada opositora Acción Democrática (AD), comentó que “es inaceptable negociar sobre el futuro de los venezolanos a escondidas, de espaldas al país, en territorio extranjero (la derecha quería que fuera en Noruega), limitando los actores a unos pocos políticos y sin acceso a la prensa en tiempo real”.

El legislador se preguntó las razones por las cuales Guaidó pretendía celebrar las conversaciones en el extranjero y a puertas cerradas, aunque se trata de asuntos de interés colectivo.

En su opinión, la postura de los radicales pretende descalificar a miembros de la sociedad venezolana, entre ellos líderes académicos, eclesiásticos y comunales, en calidad de observadores al igual que pudiesen ser los foráneos.

Guaidó, exdiputado y expresidente del Partamento, también puso sus exigencias en el tapete, entre ellas, celebraciones inmediatas de elecciones presidenciales, algo casi imposible de acuerdo con las leyes locales. Este 2021, y para ello se prepara la nación, solo corresponden en el calendario comicios regionales y municipales.

Otra solicitud del representante activo de la contrarrevolución, y quien ahora pidiera el diálogo con el gobierno, es el permiso para la entrada de ayuda humanitaria y vacunas contra la COVID-19 (que siguen llegando ante solicitudes del gobierno), así como la liberación de los que él considera que son presos políticos, es decir, actores de acciones vandálicas contra organismos, empresas estatales y la población.

El autoproclamado presidente que fue reconocido por la presión de EE.UU. por casi 50 países en 2019, ahora consideró que “deben deponerse los intereses personales” para llevar a cabo su considerado plan de salvación nacional, cuando se identifican los intereses norteños detrás de las conversaciones.

Su actitud, indican analistas, es el resultado de sus fracasos contra Venezuela y una evidente disminución de respaldo a nivel mundial.

ELECCIONES EN NOVIEMBRE

Mientras la posibilidad de un encuentro entre las fuerzas políticas venezolanas llama la atención de actores extranjeros por su significación a futuro, el PSUV y las organizaciones políticas afines a la Revolución Bolivariana trabajan arduamente para vencer en las megaelecciones del próximo 21 de noviembre.

Hasta el sábado último, el Consejo Nacional Electoral (CNE) había habilitado a 111 organizaciones para participar en los comicios. De ellas, 35 partidos nacionales y 52 regionales, seis agrupaciones indígenas de carácter nacional y 18 regionales.

Ese día se elegirán los cargos ejecutivos y parlamentarios en esas instancias regionales y municipales, es decir, un sacudón a la geopolítica nacional, pues participan un alto número de contendientes y deberes.

El presidente del CNE, Pedro Calzadilla, informó que el pasado día 1 activaron el registro electoral, habilitado hasta el 15 de julio en 1000 puntos instalados en el país para garantizar, dijo, la inscripción y actualización de los datos de los votantes.

El PSUV, el mayor partido político de Venezuela, fundado por el fallecido presidente Hugo Chávez, posee 7 000 000 de miembros registrados poseedores de carnés que los acreditan, en tanto se rigen por los postulados de la organización.

A principios de este mes, Maduro, también presidente del PSUV, celebró una conferencia con su dirección nacional para debatir y aprobar el método de selección de sus candidatos.

El domingo 27 de este mes quedarán conformadas 14 381 asambleas simultáneas en la nación a cargo de las Unidades de Batalla Bolívar-Chávez, UBCH, células fundamentales y territoriales del partido, que recibirán y postularán a los precandidatos comiciales.

El 8 de agosto, luego de decidir quiénes tienen mejores opciones de triunfo, serán electas las candidaturas del PSUV mediante una elección primaria de carácter abierto con participación del padrón electoral. Será una prueba para medir la capacidad de convocatoria y movilización del chavismo.

Se trata de aspirantes a cargos de abajo hacia arriba, ya que pasan por un tamiz desde la propia base del PSUV y de las asambleas de las UBCH.

El PSUV a su máximo nivel llamó a fomentar la unidad en las bases, en las que en ocasiones se miden en instancias locales y regionales, mediante tendencias, grupos y liderazgos que buscan el triunfo en los comicios.

La Revolución chavista mantiene su espíritu de “mandar obedeciendo al pueblo” y buscando la unidad en la diversidad.

Estas megaelecciones constituyen un momento único de consulta, pues están en juego gobernaciones y alcaldías, por lo que sus resultados podrían cambiar el mapa político interno.

Esta es la 26 elección que realizan los gobiernos revolucionarios venezolanos en 26 años, de las cuales ganó 25 a las siempre divididas agrupaciones conservadoras.

A pesar de las sanciones de EE.UU. a Venezuela, el pueblo da muestras de una resistencia de hierro y planta cara a sus enemigos en esta etapa electoral, cohesionado por su historia pasada y reciente, puesto a la altura de sus héroes emblemáticos.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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