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miércoles, 6 de noviembre de 2024

Desenfreno en las venas

Expansión a como dé lugar: el “deporte” preferido de los poderes norteamericanos...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 16/03/2021
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Expansionismo norteamericano-Oriente Medio
El expansionismo de cualquier modalidad no tiene cabida en el futuro humano. (Tomada de hispantv).

Según los historiadores, desde la Declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776 hasta finales del siglo diecinueve (apenas 123 años), el territorio original de las antiguas Trece Colonias creció más de diez veces.

En ese lapso, la fiebre expansionista que llegó con los primeros puritanos ingleses a las riberas atlánticas norteamericanas logró ampliar la nación, bajo los más disímiles y ríspidos métodos, desde la costa este hasta la oeste (del Atlántico al Pacífico), y desde la divisoria sureña canadiense hasta las aguas del Golfo de México y el Caribe.

Todo a costa del masivo saqueo de tierras indias y el exterminio y arrinconamiento de los pueblos originarios, el colosal despojo de más de la mitad de la geografía mexicana mediante la guerra, y las compras de Luisiana a Francia y Alaska a Rusia, junto al “alzamiento” separatista en Texas, y las enconadas presiones sobre España para la adquisición de La Florida.

Por añadidura, en 1890 los muchos y nada inocentes propietarios estadounidenses de tierras en Hawái propiciaron un “levantamiento” que derrocó a la reina local e incorporó a la Unión aquel archipiélago del Pacífico, que fuera viejo punto de recalo de los bergantines gringos en su viaje al Lejano Oriente.

Ocho años después caería Samoa en la red USA, y mediante la titulada Guerra Hispano Cubano Americana, la nueva potencia asumiría a viva fuerza las posesiones españolas de Puerto Rico y Filipinas, y sometería a Cuba a una abusiva “independencia mediatizada”.

Así, a inicios del siglo veinte, Estados Unidos estaba listo para adentrarse de lleno en su etapa imperialista y ejecutar la extensión de su poderío a otras latitudes.

En consecuencia, la influencia y el injerencismo norteamericanos llegarían al clímax por largos decenios, y la práctica de imponer y ejercer su voluntad unilateral a escala planetaria adquiriría para los representantes del imperio visos de “verdad revelada, inamovible e intocable”.

De manera que, con tales antecedentes, que han calado a través del tiempo como pensamiento y política nacionales entre los sectores gringos de poder (y entre no poca gente común), se entiende entonces que en las relaciones internacionales de hoy en día persistan las tensiones, el encono, la desconfianza, la indecencia, la carencia de objetividad y lógica, el interés mezquino, el desprecio, y la desvalorización y la demonización de las prerrogativas ajenas.

La realidad es evidente. Desde George Washington a Joe Biden, todavía no ha habido un presidente norteamericano que haya intentado siquiera separarse un ápice del esquema estratégico de prepotencia y dominio universal que los propagandistas atribuyen a USA con carácter de “deber divino” y “tarea providencial”.

Algo así como atributos asignados a presuntos “elegidos” en un escenario global de pecadores, indolentes, incapaces, tarados, envidiosos e incivilizados requeridos de control y vigilancia, cuando no de ser borrados de la faz de la Tierra.

Es por eso que, al hablar de soluciones mundiales definitivas, son muchos los que hoy exponen, como indispensable condición, una reforma de pensamiento en la primera potencia capitalista, de manera que, a partir de la sensatez, quede claro que a estas alturas de la historia la correlación de fuerzas ya no admite poderes absolutistas de ninguna índole, y que se va imponiendo, sin retrocesos posibles, un panorama donde la alternativa viable se centra en reconocer la concertación, la honestidad, la cooperación y el respeto mutuos como timones hacia el futuro.

Lo contrario, es decir, insistir en el papel de ombligo planetario a toda costa y a todo costo, es jugar la peligrosísima carta de un enfrentamiento que marce el violento The End de nuestra especie.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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