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domingo, 17 de noviembre de 2024

Corea: consideraciones nada al margen

Los riesgos en la Península Coreana no son tan autóctonos...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 23/09/2017
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lanzamiento de misil corea del norte reuter
Corea del norte lanzó un misil basilístico

Pruebas nucleares, lanzamiento de misiles cada vez más potentes, protestas y airadas amenazas norteamericanas, debates en la ONU, sanciones a Pionyang, reforzamientos militares y de concertaciones bélicas…

En fin, toda una larga lista de contratiempos y riesgos ciertos que ahora se tejen en derredor del “destapado” accionar castrense de la República Popular Democrática de Corea, RPDC, y que bien podría no existir si de una vez, y desde hace mucho tiempo, los abultados arsenales atómicos globales y las consiguientes políticas de chantaje no se hubiesen entronizado en el escenario internacional desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, en que los Estados Unidos se hizo del monopolio de ese tipo de artefactos e incluso los utilizó contra las ciudades niponas de Hiroshima y Nagasaki presuntamente para “doblegar” a un Japón en neta debacle.

Factor también posible de conjurar si a inicios de la década de los cincuenta del pasado siglo Washington no hubiese atacado al Norte de la Península Coreana en una guerra contra “todo lo viviente” como parte de sus tantas aventuras armadas de corte geopolítico, y si el final tan cruenta agresión no hubiese sido un armisticio sin mayores garantías para el Norte, junto a la masiva presencia militar norteamericana en el Sur, incluidas armas atómicas.

Eso en lo que concierne al escenario exacto de la actual disputa porque, por otro lado, pesan elementos de no menor cuestionamiento.

Y se trata de la tan manipulada “no proliferación de armas nucleares”, que intenta prohibir a unos lo que otros pocos poderosos acumulan y desarrollan a su antojo, estableciendo de hecho, bajo un rótulo de pretendida preocupación por la humanidad, profundos privilegios armamentistas entre naciones.

Si a eso se suma que contra arsenales nucleares “ocultos” como los del Israel sionista y la Sudáfrica del apartheid, nunca la Casa Blanca y sus adláteres alzaron su voz de condena (por el contrario, les suministraron incluso tecnología y materiales para su desarrollo), entonces se comprende que estamos ante un dilema sumamente complicado y nada diáfano, donde no pocos intereses malsanos siguen desempeñando un papel preponderante.

Sobre Corea del Norte y su esquema interno de dirección se ha hablado mucho, y mayoritariamente a partir de visiones nada edificantes. Y lo menos que se puede decir en este asunto es que lo que suceda de malo o bueno dentro de sus fronteras es un asunto exclusivo de su pueblo, si ciertamente somos partidarios del principio de autodeterminación nacional.

¿Qué es preferible que no se sigan desbordando los arsenales nucleares mundiales? Por supuesto que sí.

¿Qué sería ideal que el mundo llegara a terminar con sus artefactos de destrucción masiva y que el átomo fuera fuente de energía para la vida y los misiles sirviesen únicamente para llevar al hombre a otros planetas o colocar en órbita tecnologías que prevean, con antelación suficiente, desastres naturales, detecten fuentes de riqueza mineral o sigan fortalecimiento las comunicaciones globales? Por supuesto que sí.

Pero ciertamente, materializar esos sueños tiene  que estar acompañado de dejar atrás las aspiraciones hegemónicas, los individualismos nacionales, las creencias en civilizaciones preponderantes y “elegidas” para  guiar y encabezar (incluso a viva fuerza) a pretendidos “seres inferiores”, y la práctica brutal de apretar el gatillo por encima de la gallardía de debatir de manera constructiva, con total respeto, y de igual a igual,  con aquellos con los que se pueda discordar sobre cualquier asunto.

Y mientras eso no sea así, hoy es Corea del Norte,  como lo están siendo Asia Central y Oriente Medio. Y mañana…mañana será contra otros “desobedientes”…hasta un día en que no amanezcamos más como pretendida civilización humana.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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