La “buena nueva” fue divulgada por Joey Hood, sub secretario norteamericano de Estado para Asia Occidental, a pocas horas de que la Casa Blanca calificara de “rotundo éxito” la caótica evacuación de sus militares de Kabul.
En efecto, en entrevista concedida al canal gringo en lengua árabe Al-Hurra, el alto cargo diplomático aseveró que los Estados Unidos no puede desentenderse así como así de Asia Central y Oriente Medio, donde se juegan “importantes intereses” para la nación. De hecho, una confirmación tácita de que la primera potencia capitalista sigue asida al viejo enunciado hegemónico y supremacista de que “quien domine Eurasia dominará el Mundo”.
El asunto es que, con todo lo que el señor Hood exponga, razone y bendiga, su tesis no tiene mucho de perdurable, ni en la geopolítica global signada por la existencia en aquella zona geográfica de Rusia, China e Irán, tres rivales muy serios del injerencismo Made in USA, ni porque las autoridades y los ciudadanos iraquíes y sirios “aplaudan” precisamente la ilimitada presencia de contingentes militares gringos en sus respectivos patios.
Y las advertencias y declaraciones adversas sobran.
En Siria las tropas norteamericanas, dedicadas desde hace buen rato a robar petróleo y cereales, y a entrenar y armar a grupos terroristas y a caciques locales y sus bandas de seguidores, se mantienen solo a viva fuerza y carecen por tanto de la anuencia del gobierno de Damasco. En pocas palabras, son netos invasores ilegales, y por tanto están y estarán sujetos al trato que, con todos los derechos de su parte, cada país otorga a semejante ralea.
De hecho, hace pocos días, las tropas del Ejército Nacional sirio, con el apoyo militar de Rusia, Irán y el Hizbolá libanes, iniciaron una fuerte ofensiva contra elementos extremistas asentados en la ciudad de Daraa, al sur de Damasco, después de que las dos partes no llegaron a un acuerdo para que los grupos “yihadistas” abandonasen esa urbe.
El episodio forma parte de la permanente campaña contra pretendidos rebeldes y activistas de Al Qaeda y el Estado Islámico que Washington y sus aliados han utilizado sin éxito en sus intentos de desbancar a la nación siria.
Mientras, en Iraq las cosas no van mejor. Luego de los recientes sucesos en Afganistán, las autoridades de Bagdad volvieron a insistir en que los cinco mil militares norteamericanos desplegados en el país desde los días de la amañada guerra contra Sadam Hussein, nada tienen que hacer en territorio iraquí, y constituyen realmente un elemento desestabilizador y perturbador para esa nación árabe.
De hecho existe una tratativa con Joe Biden para sacar sus soldados de Iraq para fines de este año y solo mantener un grupo de asesores, pero parecería que desde la Casa Blanca bien puede haber un cambio de planes, a juzgar por las declaraciones del citado señor Joey Hood que abren este artículo.
Aunque, vale aclararlo, no es solo la posición oficial iraquí la que enfrenta Washington.
En los últimos tiempos proliferan en Iraq milicias populares que han hecho frente con éxito creciente a los grupos terroristas de factura Made in USA como Al Qaeda y el Estado Islámico, y que a la vez no han sido reacias a realizar sistemáticos ataques artilleros y coheteriles contra bases, polvorines y caravanas militares norteamericanas, con la clara advertencia de que su presencia no será tolerada más allá del 31 de diciembre de este 2021.
De manera que para USA debe quedar claro que “una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero” y que, evidentemente, en Siria e Iraq los dueños del establecimiento ya no quieren ni están dispuestos a tolerar “clientes” a la fuerza.
Como ya pensamos y decimos algunos: la callejuela que se abrió en Afganistán este agosto con la anárquica salida gringa del país, bien puede tornarse ancha e inmediata carretera para USA en toda esa Asia Occidental donde dice poseer “inestimables intereses.”
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