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viernes, 8 de noviembre de 2024

Asumir el camino

Las naciones exportadoras de petróleo parecen decididas a defender un precio justo...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 03/11/2016
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Cierto que durante varios años los países productores de crudo vivieron un importante ciclo de bonanza con valores de hasta más de cien dólares el barril, y en el que no estuvieron ausentes para nada las maniobras de los grandes centros financieros ligados a la especulación.

Sin embargo, desde hace un tiempo a la fecha, el descalabro del mercado energético internacional ha sido notorio y ha llegado incluso a términos riesgosos para aquellas economías que dependen de la comercialización del crudo.

Y en esa seria tendencia bajista han incidido numerosos factores, desde intereses políticos y geoestratégicos encaminados a socavar a pretendidos gobiernos incómodos como los de Rusia y Venezuela, pasando por fracturas en las relaciones bilaterales entre naciones productoras (caso Arabia Saudita e Irán), la irrupción en el mercado del petróleo procedente de la explotación, esencialmente norteamericana, por el método del  fracking a pesar de sus elevados costos ambientales, y el hecho cierto de una baja de la demanda a cuenta de los golpes de una economía global que no da indicios de adecuada recuperación.

De ahí que a cuenta de semejante suma de factores adversos, y flageladas severamente sus entradas, las autoridades de naciones integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP,  junto a otros grandes productores, hayan impulsado la idea de concordar un corte de los suministros de manera de ir acercando la factura energética a precios realmente justos para todos.

En ese sentido son relevantes los esfuerzos venezolanos, liderados por el presidente Nicolás Maduro, que ha batallado seriamente en el seno de la OPEP a favor de esa necesaria medida, y ha logrado además el concierto de Moscú, uno de los grandes productores independientes de energéticos.

En consecuencia, en varias citas sobre el tema, la última el Congreso Mundial de Energía, realizado el Estambul, ha quedado perfilada la reducción de la producción de crudo, del actual monto de 33,47 millones de barriles por día, a cotas entre los 32,5 y 33 millones de barriles.

Cifras, desde luego, que no imponen una baja profunda en primera instancia, pero que ya se estarían reflejando en los precios a inicios del próximo año.

Para ese logro inicial fueron necesarias arduas negociaciones que limasen asperezas bilaterales y criterios nacionales en torno a lo conveniente o no de sumarse a semejante programa.

Por otra parte, no son pocos los analistas que citan la incógnita que para la iniciativa de la OPEP supone la entrega de crudo de esquisto por los Estados Unidos y otras naciones “entusiasmadas” con semejante proceso de explotación petrolera, y el rumbo que sus impulsores pueden asumir con respecto a los cambios que se proyectan para el mercado global.

En otro sentido, existen aquellos que apuntan que un alza del petróleo sería una carga adicional para economías menos favorecidas y enteramente dependientes de suministros energéticos externos, sobre todo cuando estos no están ligados a políticas solidarias de los grandes productores, como la que, por ejemplo, practica la Venezuela Bolivariana con relación a numerosas naciones del Sur del hemisferio.

En consecuencia, nadie más autorizado que el presidente venezolano para explicar lo necesario de precios más justos para el crudo a pesar de las coyunturas que pueden rodear ese paso.

Se trata, ha dicho Maduro, de “conseguir estabilizar  y desarrollar el mercado, lograr precios realistas y justos, y garantizar las inversiones y la estabilidad del sector energético en general, y del petróleo en particular para los próximos treinta años”, a la vez que “impulsar el desarrollo social y económico de nuestros países”.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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