Las muy frescas elecciones generales germanas dieron el triunfo nuevamente a la Canciller Angela Merkel, una figura que, de hecho, se ha transformado en una suerte de ícono político local y europeo.
Según los conteos, el partido de la gobernante se izó con más de treinta por ciento de los votos, y su más cercano rival, el socialdemócrata Martin Schulz, sumó alrededor de veinte por ciento de preferencia.
Pero la nota más trascendente y a la vez alarmante es el ascenso de la titulada Alternativa por Alemania, un grupo nazi surgido en 2013, que con un trece por ciento de las boletas se ha convertido en la tercera fuerza política germana y en la primera agrupación abiertamente fascista en tener representación parlamentaria en Alemania luego de la derrota del régimen de Adolfo Hitler en la Segunda Guerra Mundial.
Y si bien la victoria de la Merkel era cosa esperada, el avance de los neonazis ha elevado la inquietud entre muchos representantes políticos alemanes y extranjeros.
No pocos analistas indican que el auge inusitado de Alternativa para Alemania está ligado a varios factores, entre ellos, y tal vez uno de los más importantes, el desencanto y la abulia que han sembrado en los electores los partidos tradicionales, que no pasan de reacomodarse una y otra vez en el poder sin brindar alternativas creíbles a la población.
De hecho, el lema de Angela Merkel para estos comicios, “Alemania va bien”, no podía ser menos incitador a cambios ni a perspectivas de modificaciones económicas o sociales, por lo que algunos electores indicaron a la prensa que acudían a las urnas a cumplir una simple rutina.
Por la misma línea se movieron, además, los otros añejos repitentes en el intento de lograr representación en el Bundestag, el poder legislativo alemán.
Y de alguna manera la inercia política vigente también se reflejó en la propia reacción de la Merkel frente a la entrada de los nazis en el parlamento, al limitarse a definirla como “otro desafío” para el desempeño inmediato de su gobierno, contrastando así con no pocas voces políticas locales que consideran muy peligroso este avance ultraderechista, teniendo en cuenta que tales corrientes no son una fuerza nada despreciable en el contexto europeo actual.
Por lo pronto, no parece que el reelegido gobierno alemán tenga entre sus planes abocarse en grandes transformaciones internas ni en materia de política exterior, y puesto que “todo va bien”, entonces lo aconsejable es seguir la corriente.
Sin embargo, la euforia neonazi sí se muestra bien activa. De hecho, dicen medios de prensa, dirigentes de Alternativa para Alemania como la joven economista Alice Weidel, consideran que lo ocurrido en las urnas es “un resultado maravilloso. Hemos llegado para quedarnos”, advirtió.
Weidel anunció también que aspiran a poner en pie una comisión parlamentaria de investigación contra Angela Merkel, para supuestamente indagar si violó la ley al permitir la entrada de más de un millón de refugiados al país en los dos últimos años. Y es que las fanáticas posiciones antislam y antinmigración constituyen platos fuertes de ese partido.
Para varios analistas europeos, el discurso de Alternativa para Alemania “se ha ido radicalizando a golpe de encuestas porque, como reconocen fuentes de la agrupación, la estrategia pasaba por asegurar al núcleo duro de seguidores y llegar al Parlamento.”
“Exaltar los desmanes de los soldados alemanes durante la Segunda Guerra Mundial o pedir que el gobierno nacional se deshiciera de una secretaria de Estado de origen turco, han sido algunos de los escándalos que han protagonizado los fascistas en las últimas semanas y que, sin embargo, no disuadieron a sus votantes”, precisan las mismas fuentes.
De hecho, sus simpatizantes “persiguieron a la Merkel por todo el país, tratando de disolver sus mítines al grito de traidora, e incluso bombardeándola con tomates.”
Mientras, según la Canciller, y como una suerte de tranquilizante inmediato, su gobierno y sus seguidores “trabajarán para intentar recuperar los votos que en esta ocasión abrieron el legislativo a un sector peligroso e impredecible en extremo.
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