Para la derecha venezolana y sus peones de la Asamblea Legislativa destituir este año al presidente Nicolás Maduro parece una cuestión de honor —y de dinero— y para ello hacen uso de sus prerrogativas, pero la tarea encargada por Estados Unidos no es tan fácil como pudiera parecerle a algunos.
En estos momentos de enorme tensión interna —regulaciones en la electricidad, carencia de materias primas, desabastecimiento, acciones violentas y un revocatorio en ciernes— hay un afán desesperado por parte de los conservadores de apoderarse del gobierno, incluso con actos de violencia en varios Estados en los últimos días..
Por ello, continúan apretando el cerco a una sociedad que en buena parte —y partiendo de criterios equivocados por falta de una ideología consolidada y una avalancha de mentiras desde los grandes medios oligárquicos— quiere seguir disfrutando de las bondades de la Revolución Bolivariana, y que encuentra a Maduro y a su gabinete responsables de que la situación interna no continúe como estaba cuando el Mandatario Hugo Chávez Frías dirigía el país.
La confusión de los venezolanos llevó al triunfo de las fuerzas derechista en la Asamblea Nacional, en una victoria limpia con más de un 70 por ciento de los votos en los comicios legislativos del 6 de diciembre.
Entre los muchos análisis emitidos por aquellos días, sobresalía el agotamiento de una gran parte de los venezolanos por la guerra no declarada al gobierno —escasez de productos básicos, sabotajes, acusaciones no comprobadas de corrupción, inmadurez gubernamental— pero también el cobro de una sociedad al político de extracción obrera que no podía frenar el mal desempeño de su legislativo y otras dependencias gubernamentales.
Porque, aunque algunos expertos del oficialismo dijeron que la votación no era negativa a Maduro, hay que ser ingenuo para pensar que una Asamblea Nacional derechista no intentaría derrocar al presidente en el menor tiempo posible, ya que es la cabeza visible de una situación política y socio-económica que no se resuelve por las buenas, pero tampoco por las malas.
Lo cierto es que la muerte del líder de la Revolución Bolivariana fue un golpe de suerte para las fuerzas de derecha absolutamente opacadas por la inteligencia, la valentía y la transparencia del exmilitar que no permitió el avance de los conservadores, no solo en Venezuela, sino en América Latina.
Su fallecimiento, hace tres años, era la mejor noticia para que Estados Unidos junto a una derecha interna sin líder, desorganizada, y sin posibilidades de ganar jamás en las urnas, reverdeciera, ganara las parlamentarias, y pusiera en práctica varias operaciones debilitadoras del gobierno caraqueño.
EL REVOCATORIO PRESIDENCIAL
Venezuela es un país polarizado, aunque en las Legislativas se vio claramente que también personas revolucionarias se inclinaron a favor de la derecha. De lo contrario, quizás otras situaciones se estuvieran dando en el Estado petrolero por excelencia de América Latina, ahora en una difícil situación económica debido a los bajos precios del crudo maniobrados por Washington.
Una vez dictada la Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional —declarada inconstitucional por el Supremo Tribunal de Justicia— los legisladores de derecha ahora se lanzan por el revocatorio del mandato presidencial, contemplado en el artículo 72 de la Constitución Nacional para solicitar, como una opción, no como una disposición, “a los cargos y magistraturas de elección popular, una vez cumplido la mitad del período para el cual fue electo, o sea, el pasado 19 de abril.
La derecha no las tiene todas consigo. No obstante, su zalamería política con los gobiernos de América Latina recibió un trato descortés e indiferente cuando varios de sus representantes recorrieron la región en busca de apoyo a su Ley de Amnistía, y el recabo de la Organización de Estados Americanos (OEA) y su secretario general, Luis Almagro —enemigo jurado del gobierno chavista— para utilizar, según sus previsiones, a ese organismo para que justifique una prometida intervención directa norteamericana en Venezuela. Fueron por lana y salieron trasquilados.
Olvidaron, al parecer, que solo un gobierno en crisis está facultado para solicitar la entrada de la OEA en los asuntos internos de un país miembro, y no la Asamblea Legislativa.
En ese entorno, el pasado 12 de abril un editorial del periódico Washington Post, indicó que “Venezuela requiere de forma desesperada la intervención política por parte del resto de los gobiernos latinoamericanos”, brindando una visión apocalíptica de la situación interna a partir de los llamados opositores del partido Voluntad Popular, del encarcelado Leopoldo López, a nuevas acciones violentas como las de febrero del 2014.
Ningún presidente de la región recibió a los mensajeros conservadores, ni gobierno alguno se pronunció respecto a que se active la llamada Carta Democrática de la OEA, que con sumo gusto pondría en marcha el siniestro plan intervencionista.
Recuérdese que Estados Unidos, cuyo presidente Barack Obama declaró ridículamente a Venezuela un enemigo inusual y extraordinario a la seguridad nacional de su país en marzo del 2015, es también miembro de esa organización. Doce meses después Obama renovó la Orden Ejecutiva un año más para dar más tiempo a una eventual acción militar para la que tiene listo al Comando Sur.
Si bien es cierto que domina el poder legislativo —desde el cual puede hacer mucho daño— también lo es que los diputados opositores están divididos a causa de sus aspiraciones personales, la carencia de una agenda alternativa a los graves problemas nacionales (¿cómo hacerlo si ellos mismos los provocan?) y su división sobre cuál sería la mejor fórmula para deshacerse de Maduro. ¿Violencia, revocatorio, petición de injerencia militar extranjera, división entre las fuerzas revolucionarias? Todas las fórmulas ensayadas hasta ahora han fracasado.
De ahí que encuentren en el revocatorio de mandato otra eventual y lejana posibilidad para debilitar al gobierno con la salida de su presidente y si ello se concretara tendrían que luchar contra el muro político que es el vicepresidente Aristóbulo Astúriz, viejo luchador revolucionario y un hueso duro de roer, pero que quizás consideren débil por su posición negociadora en otras circunstancias.
Solo hay un precedente y fue contra Chávez, quien además de estar muy de acuerdo con el artículo de la nueva Carta Magna, se sometió a la voluntad popular el 15 de agosto del 2004 y no solo ganó, sino que lo hizo con casi un 70 por ciento a su favor. El mandatario, adorado por su pueblo y respetado por sus enemigos, permaneció en su cargo hasta su fallecimiento.
UN CAMINO DIFÍCIL PARA LA DERECHA
Un tortuoso camino deberá recorrer la derecha contrarrevolucionaria para lograr que se haga realidad el revocatorio contra Maduro
La Asamblea Legislativa es uno de los cinco poderes existentes en Venezuela. Los otros son el Ejecutivo, el Electoral, el Judicial y el Moral, y para llevar al pueblo a las urnas los otros cuatro tendrían que estar de acuerdo con la medida.
No obstante, el revocatorio ya está en marcha. El primer paso fue dado con la recolección de 1,5 millones de firmas —solo son necesarias 197 978, el uno por ciento del padrón electoral— para la activación de ese proceso cuyo formulario fuera entregado por el Consejo Nacional Electoral (CNE).
Después de una verificación interna, la oposición entregará al organismo electoral los documentos con las firmas reunidas.
Cinco días hábiles más tarde, se conocerá si el CNE autoriza un nuevo operativo más complejo: reunir el apoyo del 20 por ciento del registro de votantes para fijar la fecha de la consulta, o sea, cuatro millones de signaturas, incluidos los residentes en el exterior, y bajo la mirada de miembros del Consejo y de otros organismos. Antes, el CNE llamará de nuevo a cada uno de los firmantes para que aseguren que sus datos son reales.
“Nosotros pediremos que esas firmas sean revisadas una a una”, afirmó el diputado Diosdado Cabello, expresidente de la Asamblea Nacional y vicepresidente del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
En fecha reciente, Cabello presentó —según reportó la agencia Prensa Latina— nuevas pruebas sobre un plan golpista organizado desde Estados Unidos y financiado, aseguró, por el exministro de Alimentación Hebert García Plaza, quien enfrenta cargos por corrupción en Venezuela.
García Plaza, precisan informes de Inteligencia, entregó a la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) y al Pentágono, datos sobre armamento venezolano y colocó como fecha el 15 de mayo para ejecutar el plan golpista antecedido por un más fuerte desabastecimiento de medicamentos y alimentos, y acciones violentas, como las ya ocurridas en el estado Zulia la pasada semana.
Esta es una manera, también, de crear el terror en la población ya vulnerable ante la guerra sucia y los problemas internos no achacables al Ejecutivo, pero que podrían tener un efecto negativo en una consulta popular.
Mientras, aún no hay marcada una fecha para el revocatorio, pero si la oposición cumpliera con los requisitos establecidos, la consulta podría ser, como máximo, en la primera quincena de enero del 2017, aunque la MUD presiona para que el mandatario salga antes de que concluya este año, lo cual, indican analistas, es solo un sueño de la MUD.
En el peor de los escenarios, y si el revocatorio es negativo para el mandatario, entonces asumiría Astúriz hasta el final del mandato en enero del 2019.
Si los adversarios del chavismo obtienen un voto más que los ganados por Maduro en las elecciones del 2013 —siete millones.587 mil 532 sufragios— se organizarían elecciones en 30 días para escoger su sustituto.
En este complejo entorno, el presidente hizo en los últimos días exhortaciones al pueblo revolucionario para repudiar los planes violentos de la oposición, y a detener y enjuiciar a los promotores de la cruzada desestabilizadora.
Expertos consideran que Venezuela pudiera estar próxima a una intervención militar extranjera, sin pensar en la unión cívica-militar que sostiene a la Revolución, y el derecho que posee a defenderse tanto de sus enemigos internos como externos. No hay dudas de que Maduro tiene la obligación de responder de manera rápida y contundente ante la cruda coyuntura nacional.
REYDA
3/5/16 16:52
Que dolor y que pena, lo triste es despues cuando saquen sus verdaderas intensiones, pero como dijera maduro su suerte está hechada en manos del pueblo está la solución.
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