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sábado, 23 de noviembre de 2024

Un consagrado del arte teatral (+Fotos)

José Milián, poseedor de una historia que entronca con la del teatro cubano, ha sido acreedor de la categoría de Artista Emérito, conferida por la UNEAC a creadores de cualidades excepcionales...

Ada María Oramas Ezquerro en Exclusivo 28/03/2012
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José Milian artis eemirto de la UNEAC - 01
José Milián, artista émerito de la UNEAC

Una capacidad de trabajo asombrosa, que iguala en magnitud a su imaginario, constituyen las dos virtudes esenciales del dramaturgo, director y profesor José Milián, merecedor de la categoría de Artista Emérito, conferida por la UNEAC a miembros de virtudes excepcionales que, este año, también recayó sobre la actriz Hilda Oates y al dramaturgo y director Eugenio Hernández Espinosa.

Milián ha recibido numerosos premios y reconocimientos a lo largo de sus 50 años de vida profesional, como el Premio Nacional de Teatro, la Medalla Alejo Carpentier, Premios de la Crítica Literaria a varios de sus volúmenes como dramaturgo y sus puestas en escena, interpretadas por El Pequeño Teatro de La Habana, colectivo en el que funge como director y maestro de actuación, quienes han merecido premios como el Villanueva, de la Crítica teatral, y de los Festivales de Teatro de Camagüey y de La Habana.

Algunas de sus puestas han sido presentadas con mucho éxito en el exterior, como la obra Para matar a Carmen, en México; Si vas a comer, espera por Virgilio y Esperando a Godot, en Estados Unidos.

ALGO MUY GRANDE, PERO ME ASUSTA

—¿Qué representa para ti haber sido premiado por la UNEAC como Artista Emérito?

—Existe una edad en que uno se muere por los premios, pero es innegable que en cualquier tiempo, uno se siente muy satisfecho de recibirlos. Saber que lo han tenido en cuenta a uno, aparte de lo que uno realiza, el hecho de mostrar algo, de escribir una historia y llevarla a escena, es un gran placer.

“Yo me divierto mucho, disfruto mucho haciendo teatro. Como empecé siendo muy joven, a veces no me doy cuenta que el tiempo ha pasado y siento aquella pasión del comienzo. Cuando me enteré de que me habían premiado, experimenté muchísimas emociones. ¿Artista Emérito de la UNEAC?... ¡Es lo más grande que puede recibir un artista!...Y por otra parte, me asusta: ¿estoy tan viejo?... Como trabajo con jóvenes, me siento como ellos y cuando me dicen: profe, artista emérito, ¡me da un gran susto!... Es como reposar y emprender una carrera indetenible, hacia adelante”. 

UNA PASIÓN CONTAGIOSA
—¿Cuál será tu próximo estreno?
Estoy montando una versión sobre Las criadas, de Jean Genet, que serán interpretadas por tres jóvenes que están entregados por completo a sus caracterizaciones, pues la obra es muy difícil y lo es mucho más en esta versión, y este título forma parte del tríptico de teatro del absurdo que inicié con Esperando a Godot y continúo con esta pieza de Genet, para finalmente cerrar el año con un título de Virgilio.
VIRGILIO: PRECURSOR DEL TEATRO DEL ABSURDO EN EL MUNDO
—¿Tu interés porque Virgilio culmine este tríptico se basa en tu admiración por su teatro o por alguna otra razón?
—Por ambos motivos, pues desde principios de la década del 50 existía una polémica acerca de quién fue el creador del teatro del absurdo y muchos señalaron que fue Ionesco, pero ocurre que ya Virgilio había escrito y estrenado varias obras con este lenguaje, cuando Ionesco estrenó La soprano calva. Y pienso que este será un buen tema de análisis para un coloquio al respecto, en este año de su centenario. He elegido obras de Beckett, de Genet y de Virgilio para este ciclo, por considerarlos como los grandes exponentes del teatro del absurdo. La exclusión de Ionesco, no es por olvido, sino intencional.
UN GRAN FINAL A LO VIRGILIO
—¿Consideras que existen puntos de contacto entre estos dramaturgos?—En mi opinión los tres están emparentados y concebí este círculo del absurdo desde antes de estrenar Esperando a Godot. Observo afinidad de puntos de vista entre ellos, por la intensidad de sus obras y el modo en que impactan a los espectadores. Beckett, con la angustia de la espera; Genet con una gran pesadilla como argumento y Virgilio con su modo tan peculiar de imbricar el humor a situaciones que podrían ser trágicas, tamizarlas con sus códigos tan peculiares en intensidades extremas, que me hicieron imaginar el final con El flaco y el gordo, obra emblemática del género no solo de Virgilio, donde la cubanía sale a relucir tamizada a veces, pero siempre genuina.
“Sin embargo, existen opiniones de que yo debería reponer Si vas a comer, espera por Virgilio y si así fuera, no sería posible presentar ambas puestas casi simultáneamente. Estaba decidido a no montar nada mío en este año, para que el público pudiera conocer piezas de los clásicos del absurdo. Defenderé la obra de Virgilio, porque sería un homenaje. De lo contrario, llevaré a escena El flaco y el gordo, lo antes que pueda. No soporto las deudas, y no quisiera contraer una tan enorme”. 

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Ada María Oramas Ezquerro

De larga trayectoria en el periodismo cultural. Premio de Oro, del Gran Teatro de La Habana y Miembro de la sección de la Asociación de Artistas Escénicas de la UNEAC


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