El recinto escénico de la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana se estremeció con las actuaciones de los bailarines seleccionados entre los mejores del mundo, muy en especial de la primera bailarina Viengsay Valdés, considerada en estos momentos la figura cimera del Ballet Nacional de Cuba.
VIENGSAY DEVELA ENIGMAS DE COPPELIA
Me parece escuchar las ovaciones atronadoras del público al final de variaciones y pas de deux, cuando la primera bailarina Viengsay Valdés llenó la escena con su Swanilda en Coppelia: “Recuerdo mucho la última vez que lo bailé y pienso que la compañía debía incluirlo con más frecuencia. Es un ballet muy especial para mí, porque Josefina Méndez me lo montó, y lo bailo tal como ella me orientó, con las pantomimas, el estilo, las intencionalidades en las actitudes del personaje, la sicología de Swanilda, y todos aquellos elementos y detalles que me aportó los conservo y los llevo a escena en el día de hoy.
“Han pasado muchos años desde que lo estrené, en 1996, y en cada función me siento satisfecha de interpretar a Swanilda, porque me identifico con ella, muy especialmente en el segundo acto, en que juega con las amigas, luego los cambios que dan lugar a contrastes entre la muñeca, la española y la escocesa, la obra es portadora de un estilo muy fuerte y la bailarina puede lucirse con la técnica tan rigurosa que plantea la coreografía.
“Este título le permite a una primera bailarina plasmar la plenitud de sus posibilidades y adoptar un estilo diferente a los ballets blancos, como Giselle o El Lago de los cisnes. Es una obra que propicia lucimiento desde la primera bailarina hasta el cuerpo de baile. Me he sentido muy feliz en esta temporada y con ese estímulo bailaré en la Opera de Praga, junto a Oziel Gounod en Diana y Acteón, e interpretaré la obra Je ne regrette rien, un solo inspirado en Edith Piaff y espero que el público sea tan receptivo como en Cuba.”
CUATRO BAILARINES OCUPAN PLANOS CIMEROS EN LA CRÍTICA MUNDIAL Y EN DANCE MAGAZINE
Viengsay, quien ocupó el cuarto lugar entre las figuras femeninas de todo el mundo y el sexto en la totalidad de los danzantes, realizó una actuación en consonancia con los elogios vertidos sobre ella por Wendy Perron, editora jefa de Dance Magazine, quien basa su selección de esta bailarina al decir: “Viengsay Valdés por su desempeño, junto al artista ruso Ivan Vasiliev del nacional teatro Bolshoi, obtuvieron el Grand Prix de la Gala Youth America y como integrantes de la pareja más inspiradora”. Y especifica que son ““puros fuegos artificiales en el clásico Don Quijote”.
En la categoría de los mejores bailarines jóvenes queda de manifiesto el porqué de la selección: “Osiel Gounod y Gretel Morejón por su excelente desempeño en Coppelia en la pre-sentación efectuada en The Brooklyn Academy of Music, en New York, como parte de las actuaciones del Ballet Nacional de Cuba en su gira por Estados Unidos.” Por otra parte, Osiel alcanzó el lugar 21 en el listado de Danza Europa.
En la selección realizada por dicha publicación el primer bailarín Dani Hernández aparece en el número 17.
OTROS ELEGIDOS VALORAN LA TEMPORADA
Osiel Gounod, con sus ojos habladores, y su sonrisa que imanta voluntades, piensa que “esta temporada trae nuevamente al repertorio la historia de un amor juvenil, que implica a los protagonistas y nos hace vivir en escena un argumento que se remonta a los siglos y lo traemos a la actualidad, a partir de una coreografía que es hoy mucho más compleja que en su estreno y eso nos hace probarnos y hacernos crecer”.
La ilusión de un amor que parece un sueño, al contemplar una muchacha muy linda que parece hablarle, es la motivación de Franz para empezar un juego amoroso, a espaldas de su novia, en medio de danzas plenas de alegría, expresa Dani Hernéndez. Y añade: ““Es una coreografía que exige mucho del bailarín y de la pareja que casi siempre está en escena. Bailarlo me hace sentir feliz, aunque exige mucha concentración tanto en las variaciones como en el baile en pareja. Coppelia se apropia de uno no solo por la belleza de su música sino por la riqueza de su coreografía.””
Una muchacha pletórica de energía y talento, Gretel Morejón, manifiesta su anhelo de alcanzar la madurez artística de acuerdo con sus posibilidades reales, al señalar: “Bailar es lo más importante para mí y siento el ansia de interpretar en el futuro a las protagonistas de los clásicos”.
ACTUACIONES QUE TRASCENDIERON EN COPPELIA
Viengsay Valdás sorteó con inteligencia y lucimiento los retos del primer acto, como el vals, la diagonal, y se mostró con el aire travieso de la jovencita que logra el propósito de conocer a la muchacha que ha cautivado a Franz. En el segundo, delineó con pericia las tres caracterizaciones balletísticas, como la muñeca, la española y la escocesa, con precisión, dominio técnico y una ejecución de suma pulcritud y, a la vez, con fuerza expresiva.
En el tercero, hizo gala de su excepcionalidad en el equilibrio, con balances prolongados, y realizó en eje los fouettes, momento en que sorprendió a los espectadores al intercalar giros a la seconde, en lugar de las tradicionales triples piruetas, todo un acontecimiento para los conocedores y público en general.
Osiel Gounod, quien aún ostenta la categoría de bailarín principal, ha interpretado los roles titulares de los clásicos, como el príncipe Sigfrido, en El Lago de los cisnes; el duque Albrecht, en Giselle; el barbero Basilio, en Don Quijote; y el protagónico en La sílfide y El escocés, en los cuales ha mostrado impecable acabado en los saltos y giros, estos últimos inaudibles, y una labor de partenaire donde evidencia gentileza y especial cuidado en el diálogo de la pareja. En cuanto a su interpretación de Franz, le otorgó una vis cómica poco usual en la sicología del joven enamoradizo, lo que le confirió un encanto especial a su caracterización, al igual que en una de sus proezas técnicas: el sisonne de carácter con cambré, totalmente impresionante.
En una breve carrera, donde ya es reconocido como un artista muy cercano a la consagración, el primer bailarín Dani Hernández evidenció madurez artística en su interiorización, desenvoltura en la interpretación y un trabajo muy bien elaborado en su ejecución técnica, a lo cual se unió esmero en la aplicación del estilo de la era romántica. Queda evidenciada la magnitud de su desempeño como partenaire, que le sitúa a la cabeza de los bailarines de la compañía, por la integralidad de su labor como primer bailarín y partenaire, con el carisma que emana de su persona y la eficacia de su proyección escénica.
Gretel Moprejón, una joven figura que ha asumido roles protagónicos y secundarios, fue se-leccionada por la revista Dance Magazine como integrante de la mejor pareja joven. Encarnó La Oración en el tercer acto de Coppelia, personaje que adquiere importancia decisiva en las bodas de Swanilda y Franz, en un desdoblamiento que le otorga la ingravidez de lo surreal y pulcritud en el acabado de los pases y gestualidad, lo cual alcanzó espectacularidad en la secuencia del pas de bourré.
AMPLIACIÓN DEL ESPECTRO DE PREFERENCIAS
La afición al arte balletístico está alcanzando magnitudes febriles, según pude apreciar en la temporada de Coppelia que concluirá este domingo en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana, donde las capacidades se desbordaron desde el inicio. Las funciones subsiguientes mostraban que —en oposición a otros tiempos- los espectadores siguen a determinadas figuras —la mayoría de ellas, femeninas-, pues los balletómanos eligen “sus bailarinas”, pero valoran mucho más que antes las cualidades de los protagonistas, cuando responden a la línea de los danseurs nobles, tanto en estética como en su proyección escénica y depurada labor dancística.
EL GENIO DE ALICIA EN SU COPPELIA
Era un título que resultaba demasiado largo, aunque posee una de las partituras de mayor belleza en el universo balletístico, y estaba desprovisto de las dinámicas que requiere un montaje contemporáneo, con la agilidad que le confiere el ritmo exigido para una puesta a principios del siglo XXI. Tal propósito movió a la prima ballerina assoluta Alicia Alonso desde que inició su primera versión, en 1948, y la fue despojando de elementos superfluos, para insuflarle una concepción dramatúrgica en la cual quedaron delineados los caracteres de los personajes protagónicos, en función del hecho balletístico, y trazó con fuerza la sicología del doctor Coppelius, uno de los antológicos del demicaractere, quien posee el rango de un protagónico, por ser el factor desencadenante de la trama y quien centraliza la escena de mayor dramatismo, al final del segundo acto.
El diseño coreográfico va en pos de las células rítmicas de la línea melódica y las va plasmando en el fraseo de los bailarines, con peculiar énfasis en el vals del primer acto, en las variaciones de Swanilda, en la transmutación de la muchacha como la muñeca, la danza es-pañola y la escocesa, y en el pas de deux del tercer acto, al cual ha ido incorporando pasos y una gestualidad que le otorgan brillantez al tercer acto de El lago de los cisnes, a lo cual se une un exquisito trabajo estilístico en las confluencias de dinámicas de los protagonistas en una atmósfera donde la magia exige su lugar.
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