Cada primero de diciembre se celebra el día del locutor, una jornada para honrar a esos artistas de la palabra que, con el poder de su voz, informan, educan, entretienen y se convierten en compañía fiel para varias generaciones de cubanos.
Desde el éter de la radio hasta la pantalla de la televisión, sus voces son muestra de la realidad. Llegan a cada rincón del país con la responsabilidad de comunicar, pero también con la calidez de quien sabe que su mensaje puede orientar, emocionar o ser el reflejo de la idiosincrasia de un pueblo. Son creadores que hacen de la empatía y la amenidad su bandera, respaldados por una sólida cultura general que enriquece cada intervención.
La celebración de este día se instituyó en Cuba en 1954, eligiéndose el 1ro de diciembre en conmemoración del Segundo Congreso Interamericano de Locución celebrado en La Habana. La fecha rinde homenaje a la memoria de Jorge Luis García Nieto, una joven promesa de la radio que, tras iniciar su carrera con apenas 12 años, falleció prematuramente.
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Los antecedentes de esta profesión en la isla se remontan a los albores de la radio. Un 22 de agosto de 1922, el pionero Luis Casas Romero realizó la primera transmisión, y fue la voz de su hija, Zoila Casas Rodríguez, la que resonó en aquel histórico momento. Ella se convirtió así no solo en la primera locutora cubana, sino en la primera de toda América, desafiando en una época en que este arte era un espacio estrictamente masculino.
Hoy celebramos a quienes con su voz no solo tienen la responsabilidad de informar, sino que también educan, consuelan en momentos difíciles y alegran en tiempos de celebración. Son, en esencia, narradores de la vida cotidiana y cuidadores de la palabra.

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