Después de un auténtico recital de energías, amor y paz en la peña cultural “La casa como un árbol”, que cada día cinco organiza la sede del ICAP en Villa Clara para exigir la libertad de los Cinco Héroes, Gerardo Alfonso solo pidió unos minutos para secarse el sudor del rostro, tomarse un vaso de agua que le refrescara la emoción, y aceptó rasgar la guitarra de sus ideas para “ponerle música” al diálogo.
-Si hay tantas canciones dedicadas al Che, de Silvio, Pablo, Víctor Jara, Vicente Feliú, Alí Primera… ¿Qué te motivó a hacer Son los sueños todavía?
Mi simpatía por él es desde la infancia. Siempre estuve atento a la dignidad del Che. Cuando comenzaron a comercializar su imagen, me sentí incómodo. En 1996, la UJC me pidió una canción por el aniversario 30 de su desaparición física y para el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes que tendría lugar en La Habana al año siguiente.
“Quise honrarlo con un canto a la vida, que no fuera luctuoso; por ahí empecé a organizar mis ideas, leí textos de él, discursos, poesías y otras canciones para no repetir los códigos, quería decir algo sincero, original, que saliera de mí, sin preconceptos. Son los sueños todavía es mi manera de defenderlo.”
-¿Qué te sugiere este fragmento de Vicente Feliú: Algún poeta dijo, y sería lo más justo, / desde hoy nuestro deber es defenderte / de ser Dios?
El mérito del Che es haber sido capaz de vivir en coherencia de acción y pensamiento. Hacía lo que pensaba, no tenía doble lectura, ni doble lenguaje, y eso lo hizo un hombre tan gigantesco, que ascendió el escalón más alto de la dignidad. La gente lo diviniza, pero él fue, sencillamente, un hombre.
-Silvio Rodríguez lo calificó como curador de hombres estrechos y el hombre del siglo.
Curador de hombres estrechos (sonríe), eso es simpático. Pero cura también a los anchos, porque todos somos víctimas de las circunstancias en las que vivimos, y su ejemplo semeja una brújula en la travesía. Él reencarna en los niños, en las personas sencillas, trasciende, se multiplica en las causas nobles, por ahí lo veo como uno de los hombres imprescindibles del siglo XX y del XXI también.
-Los Cinco Héroes son una suerte de Quijotes de estos tiempos. ¿Qué valores del Che percibes en ellos?
El estoicismo revolucionario, el espíritu de lucha antiimperialista, la resistencia, la tenacidad, la ternura, y también veo muchas cosas en común entre el Che y los médicos cubanos que están salvando vidas en diversas regiones del mundo. Es la misma vocación humanista.
-Si fueras a escribir una canción sobre Gerardo, René, Ramón, Fernando y Tony, ¿cuáles cualidades desearías convertir en versos?
La relación que mantienen con sus familiares, que también son héroes y heroínas, pues han tenido que soportar desde la aparente libertad, porque no están en cárceles, el dolor de la prisión, de la ausencia, de ver que los años pasan sin tener al lado a sus seres queridos. El día que se me ocurra hacerles una canción, por ahí empiezo y por ahí termino.
-Lo que a veces no pueden los mecanismos legales y otros recursos terrenales, lo logran la poesía, las canciones, el arte… ¿cuánto más pudieran hacer los artistas por su libertad?
El arte tiene la virtud de penetrar los corazones. Antes de analizar racionalmente la música, la gente la siente, entra en comunión emocional con ella, esa es una ventaja sobre los políticos. Por eso tenemos el deber de que nuestra obra porte mensajes de solidaridad, amor, entendimiento, a favor de causas nobles como esta.
-En tiempos de alienación cultural, de estandarización de modos, estilos, gustos, de lecturas simples, de letras vacías, ¿qué significa ser un trovador de la herejía, como te bautizaran los periodistas Bladimir Zamora y Fidel Díaz?
Fuimos, y aún somos, vistos como herejes porque en determinados momentos hemos sido rebeldes ante situaciones incómodas, hasta cierto punto, intolerables e injustas. Ningún proceso revolucionario es dorado, ni hecho solo de flores. Tiene buenos y malos tiempos, que es lo que yo digo que hacen una parte de la realidad. Dondequiera que haya injusticias, habrá rebeldes, herejes.
-Villa Clara se ha convertido en una plaza fuerte de la trova. ¿Hay mística en el centro de Cuba?
La región central tiene una condición natural para la canción. Aquí emergen cantores que se han ido contagiando con ese espíritu desde los tiempos de Manuel Corona. Santa Clara es para la trova, como Santiago para el son, la conga o la rumba.
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