Uno de los centros de investigaciones que atestigua la máxima de que Cuba es un país de hombres de ciencia es el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), un centro que alcanzó su máximo esplendor y reconocimiento internacional tras el triunfo revolucionario de 1959.
En su histórica defensa ante el tribunal que lo juzgó por el ataque al cuartel Moncada de Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953, el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, había incluido el problema de la salud pública entre los seis puntos a cuya solución encaminaría todos sus esfuerzos la Revolución Cubana.
En ese entonces, el Instituto de Medicina Tropical, fundado por el profesor Pedro Kourí Esmeja en 1937, era uno de las poquísimas instituciones creadas en el país caribeño en los tiempos de la neocolonia norteamericana. El desarrollo de la investigación científica, bajo las condiciones de la república neocolonial, fue inobjetablemente muy limitado.
Con recursos económicos escasísimos, Kourí y sus colaboradores llevaron a cabo una amplia obra investigativa en el campo de la parasitología médica cubana, abarcando aspectos del diagnóstico, la descripción morfológica, el ciclo evolutivo, el tratamiento, la clínica, estadísticas y epidemiología.
Pero esa labor acuciosa, que les ganaría prestigio y reconocimiento internacional, y fuera además la cuna del desarrollo posterior de los estudios parasitológicos en Cuba, contrastaba con el auge de la endemia parasitaria intestinal en la población cubana, principalmente entre los niños, en el llamado período republicano burgués.
Antes del triunfo de la Revolución Cubana, se registraban en el país un promedio anual de 500 niños fallecidos por enfermedades prevenibles con vacunas, 300 casos de parálisis por poliomielitis, 300 niños ciegos, sordos o con cardiopatías severas por la infección rubeólica y varios decenas de miles de casos por enfermedades inmunoprevenibles.
El ataque al cuartel Moncada por la Generación del Centenario del apóstol de la independencia José Martí, guiada por el Comandante en Jefe Fidel Castro, sería el motor pequeño que impulsaría el motor grande de la Revolución Cubana, por la cual el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, con la alta calificación de su personal científico y su moderna tecnología, se convirtió en uno de los más importantes de América Latina y el mundo para la investigación y el tratamiento de las enfermedades tropicales.
Como afirma el doctor José Luis Pelegrino, del equipo de dirección del IPK, sin la Revolución no hubiera alcanzado ese centro científico toda la magnitud que ostenta hoy día. En Cuba —asegura este directivo— hay una tradición de hombres de ciencia, pero realmente nunca tuvieron apoyo de los gobiernos anteriores y lo que pudieron hacer aquellos investigadores fue por su peculio personal. “Si no hubiera existido la Revolución y una visión como la de Fidel no hubiera existido una institución como esta”, agregó.
“Convirtió un laboratorio, que lo que tenía era solamente uno de los pabellones del Hospital Calixto García, en una institución con 11 edificaciones, más de 52 000 metros cuadrados, con tecnología de punta y todas las posibilidades para el desarrollo y la capacitación del personal.
“Antes eran prácticamente tres personas, tres científicos que desarrollaban toda una labor de investigación y diagnóstico; hoy son alrededor de 700 trabajadores, más de 150 profesionales con categoría científica, 62 Doctores en Ciencias, lo cual da una idea de la obra y el producto de esta Revolución”, afirmó el profesor Pelegrino, entrevistado por Cubahora en su oficina en la sede del referido centro en las afueras de La Habana.
Se trata de una institución científica muy reconocida internacionalmente por los numerosos resultados relevantes y diversos premios obtenidos por sus investigadores. Algunos de sus laboratorios constituyen centros colaboradores de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud (OMS/OPS), y es la máxima autoridad nacional en diversas disciplinas como Microbiología, Parasitología, Medicina Tropical, y Clínica y Epidemiología de Enfermedades Transmisibles.
El IPK ofrece entre sus programas de capacitación cursos internacionales, maestrías y doctorados, además de otras variantes de entrenamiento que han posibilitado que desde 1979 más de 48 000 personas reciban algún tipo de entrenamiento, incluyendo alrededor de 5 000 profesionales y técnicos de 89 países.
Un ejemplo del trabajo creador de sus investigadores del IPK, que se desempeña como unidad docente de la Universidad de La Habana y del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana, es el estudio preclínico en Cuba para valorar la eficacia de un nuevo candidato vacunal contra la tuberculosis, una enfermedad declarada como emergencia sanitaria mundial desde 1993.
De acuerdo con la doctora Iliana Valdés, su equipo de trabajo adoptó la estrategia de emplear Mycobacterium habana, una micobacteria autóctona aislada en laboratorios cubanos desde 1971, la cual se ha demostrado en algunos estudios realizados en animales que pudiera proteger contra la tuberculosis, así como otras afecciones.
“Estamos en la fase preclínica con animales de laboratorio y nos queda escalar hacia otros modelos antes de pasar al ser humano”, señaló la experta a Cubahora en uno de los salones de su institución, en el oeste de La Habana.
Cada día —acotó la especialista— aparecen más cepas resistentes a los fármacos con los cuales esta enfermedad se trata, y la vacunación con BCG disponible actualmente en el mundo solo protege contra las formas graves de tuberculosis en la infancia y no contra la tuberculosis pulmonar, lo cual motiva a que muchos grupos de investigadores busquen nuevos candidatos vacunales.
Otro de los últimos logros relevantes de los investigadores del IPK, igualmente premiado este año por la Academia de Ciencias de Cuba en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, es que gracias a su trabajo el país colabora desde hace más de 20 años con la Organización Mundial de la Salud en investigaciones sobre la poliomielitis. Además, lleva más de 10 años de cooperación con nuevas estrategias de vacunación para la etapa de post-erradicación.
Según explicó a Cubahora la doctora Sonia Resik, la nación caribeña fue el primer país del mundo que demostró que la poliomielitis puede ser erradicada mediante la vacunación y el último caso sucedió en 1963.
En este país antillano, explicó la especialista, se realizan campañas de vacunación bianuales desde hace varias décadas, lo cual permite que esté libre de la circulación de poliovirus. Tener un sistema de salud universal y gratuito, accesible a todas las personas, posibilita para ella que los ensayos clínicos se realicen de forma fácil.
Cuba, abundó, también cuenta con uno de los tres únicos laboratorios especializados del mundo que puede realizar ese tipo de ensayos, el cual se encuentra en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí.
Resik afirmó que se ha tratado de probar diferentes estrategias para lograr una vacuna de tipo inactivada que sea barata para su asimilación por los países en desarrollo en las etapas final y posterior de la erradicación de la poliomielitis, lo cual supone nuevas formas de producción y esquemas de vacunación, y el uso de dosis mínimas de vacunas.
En ese sentido, dijo que los científicos cubanos demostraron por primera vez en el mundo que una sola dosis de vacuna es capaz de sensibilizar el sistema inmune de más del 90 por ciento de la población vacunada, así como que la vía intradérmica es una forma efectiva para su aplicación, todo lo cual permite disminuir los costos.
El desarrollo de diferentes investigaciones es una prueba irrefutable de que el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) atestigua la máxima de que Cuba es un país de hombres de ciencia.
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