//

sábado, 16 de noviembre de 2024

La Criptozoología. El Zoológico del Horror

Centauros, sirenas, dragones, pegasos, mantícoras, blemios pueblan la literatura de ficción; pero tales avistamientos solo ganan categoría de evidencia cuando se pueden documentar fehacientemente...

Jorge Bergado Rosado en Cuba nos une 05/03/2014
0 comentarios
Lago ness
El monstruo del Lago Ness es uno de los críptidos mas populares.

Que me perdone el poeta el atrevimiento, pero siempre he interpretado al unicornio azul como una metáfora de lo imposible.

La mitología está llena de seres fantásticos. Centauros, sirenas, dragones, pegasos, mantícoras (cuerpo de león y cabeza de hombre) blemios (hombres sin cabeza con la cara en el torso) cinocéfalos (hombres con cabeza de perro) y melusinas (cabeza y torso de mujer con cola de serpientes que hoy son la imagen de las cafeterías Starbucks) pueblan las leyendas y la literatura de ficción.

Un caballo con alas, capaz de volar, es física y fisiológicamente imposible, aerodinámica elemental. Un caballo con un cuerno en la frente tal vez no −posiblemente un remedo idealizado del primer encuentro de un europeo con un rinoceronte; pero lo cierto es que nadie ha documentado el avistamiento de un unicornio, no existen restos ni fósiles de tal especie de modo que, por el momento, podemos afirmar que nada prueba la existencia de unicornios, cualquiera sea su color. Que es ligeramente diferente, pero no igual, a afirmar que no existen.

Una persona puede jurar que ha visto cualquier cosa, desde un OVNI en el Latinoamericano hasta el Conde Drácula en la cola del Pan con Perro de 23, pero tales avistamientos solo ganan categoría de evidencia cuando se puede documentar fehacientemente que la noticia es algo más que el desvarío de una mente sobrecalentada por una croqueta cuentapropista o un café de” la corte de los milagros”.

Una foto se acerca, pero cuidado, desde siempre la fotografía y el cine han sido susceptibles de manipulaciones con mejores o peores intenciones. No olvidar a los audaces reporteros de la Vitagraph  que filmaron la trascendental Batalla Naval de Santiago de Cuba en 1898 en una tina con barquitos de papel y mucho humo.

EL ARCA DE NOÉ

La vida en nuestro planeta es de una diversidad impresionante. Miles de especies animales se han extinguido, millones nos acompañan hoy, y se siguen descubriendo criaturas desconcertantes, hermosas, horrendas, peligrosas o inocuas en lugares recónditos o extremos.

No hay triunfo más preciado para un naturalista que descubrir para la ciencia una nueva especie. Pero esto tiene sus reglas; la más importante y útil: aportar un ejemplar tipo que pueda ser conservado, medido, descrito, visto y comparado con otras especies conocidas o por venir.

Solo después de un arduo trabajo de cotejo se decide concederle la categoría de especie y asignarle un nombre que estará formado por dos palabras que designan, la primera, el nombre del género y se escribe siempre con inicial mayúscula y la segunda que identifica a la especie y se escribe siempre con inicial minúscula.

Por ejemplo, en 2012 se descubrieron y nombraron una nueva especie de mono que estornuda cuando llueve (Rhinopithecus strykeri); un nematodo que vive a casi dos kilómetros de profundidad llamado gusano del diablo (Halicephalobus mephisto), (¿cómo pudo Noé recogerlo para su arca protectora?); una avispa que bombardea sus huevos sobre hormigas para que sus larvas se alimenten de ellas (Kollasmosoma sentum); y un extinto onicóforo que parece una planta y por eso le apodan el cactus andante (Diania cactiformis). De este último tipo, los onicóforos, solo quedan muy pocas especies vivientes, conocidas como gusanos aterciopelados.

KING KONG SERÁ MUY MONO PERO NO ES UN CRÍPTIDO

Maravillas y asombros como estos quedan muchos por descubrir, pero encontrarlos es tarea ardua, larga, esforzada y a menudo peligrosa. El escabroso camino de la ciencia.

Mientras tanto, los cazadores de asombros y periodistas del misterio han generado toda una colección de especies cuya existencia nunca ha sido probada y que, al parecer, nunca estuvieron en el arca.

La Criptozoología es la disciplina que se ocupa de conservar (al menos en la imaginación) esas especies misteriosas y ocultas, presumidas en relatos, anunciadas con titulares sensacionalistas, avizoradas en fotos de muy dudosa genuinidad y, eso sí, merecedores de capítulos completos de Discovery Channel. A las criaturas de que se ocupan les llaman críptidos raíz latina “cripta” (a su vez del griego kryptos) lugar cerrado y oculto donde se enterraban difuntos. Significa cerrado y oculto, escondido, y por extensión misterioso.

Aclaremos, King Kong, el popular personaje de ficción que Hollywood que revive de cuando en vez, no es un críptido y, hasta donde conozco, nadie ha afirmado que exista.

Un críptido es un animal (o una planta) cuya existencia se afirma o se presume sin que haya sido posible probarlo. Cuando se encuentran las pruebas suficientes y necesarias, el críptido deja de serlo y se incorpora al registro oficial de las Ciencias Naturales.

Tal ha sido el caso del lobo marsupial (Thylacinus cynocephalus) extinguido en el siglo XX cuando su último refugio en la isla australiana de Tasmania fue invadido por hombres y perros. El tilacino es un interesante ejemplo de evolución convergente, pues siendo un marsupial (como los canguros) desarrolló características muy semejantes a las de perros y lobos, que son mamíferos placentarios.

Pero la mayoría de los críptidos no pueden mostrar su carné de identidad, porque no lo tienen. Muchos derivan de leyendas ancestrales, como el kraken o calamar gigante de las culturas nórdicas. Entre los pueblos africanos se cuentan el Mokèle-mbèmbé ("el que detiene los ríos") un enorme animal fluvial cazador de hombres e hipopótamos,  y el emela-ntouka ("matador de elefantes"). Curiosamente, las descripciones de ambos han sugerido a algunos que pudiera tratarse de dinosaurios sobrevivientes, pero eso no pasa de ser una especulación.

Uno de los críptidos más famosos y debatidos, el monstruo de Loch Ness, también ha sido vinculado con dinosaurios marinos como el Plesiosauro. Wikipedia da cuenta de más 30 críptidos humanoides, entre los que no incluye a nuestro entrañable güije pero si al Yeti, a Pie Grande y al Chupacabras, tres de los más debatidos y populares.

NESSIE

El Loch Ness es un lago largo (36,3 km) estrecho y profundo (226 m máximo) y constituye la mayor masa de agua de la cadena de lagos que ocupa la falla geológica del Valle de Glen, al norte de Escocia. Forma parte del Canal de Caledonia que enlaza los mares al este y oeste de esa región británica.

Sin embargo, ninguna de esas notables características geográficas contribuye a su fama. Si el Loch Ness es el lago más conocido de Escocia, esto se debe a la presunta existencia allí de un animal insólito y misterioso conocido en todo el mundo como el Monstruo de Loch Ness. Los habitantes de Inverness, la población más cercana, le llaman cariñosamente Nessie, agradecidos por los buenos negocios que proporciona la avalancha de turistas que acuden al lugar atraídos por el misterio.

Aunque el primer avistamiento de Nessie se atribuye hoy a San Columba, un misionero cristiano que recorrió la zona hace 1 400 años, la leyenda actual se originó en 1933, a partir de un reporte publicado por el periódico local, el Inverness Courier, que daba cuenta de lo relatado por una pareja que afirmaba haber visto un gran animal en las aguas del lago. A partir de ese momento y hasta hoy, Nessie ha sido el críptido más buscado y popular. Reportes de avistamientos y fotos son tomados como prueba de fe por entusiastas aficionados a la criptozoología. Se afirma que se puede tratar de un Pleiosaurio, pero las evidencias en contra son fuertes y para nada despreciables. La más fuerte es de índole ecológica, porque un lago como el Ness, relativamente pequeño y poco poblado de peces es a todas luces insuficiente para albergar y nutrir a una población, aún reducida, de grandes reptiles acuáticos.

Entonces los nessios (fanáticos de Nessie) acuden a las fotos. Pero estas también tienen su historia. La primera supuesta foto del monstruo fue tomada por Hugh Gray en 1933, pero la imagen que muestra es borrosa y de tan pobre calidad que pudiera ser cualquier cosa.

Pero mantuvo viva la leyenda, tanto que en 1934 el influyente Daily Mail contrató a un tal Marmaduke Wetherell para que encontrara pruebas de la existencia del monstruo. No hubo fotos esta vez, pero sí huellas enormes que iban en dirección a la ribera. Sin embargo cuando especialistas del Museo de Historia Natural las examinaron descubrieron enseguida que eran artificiales, producidas por una pata disecada de hipopótamo, muy populares entonces como base para quitasoles. Marmaduke opto por desaparecer.

La foto más famosa y más valorada por los fanáticos es la llamada “foto del cirujano”. La imagen fue tomada en abril de 1934 por el coronel médico del ejército británico Robert Wilson. Curiosamente, Wilson nunca quiso que su nombre se asociara a la foto, de ahí que pasara a ser conocida como la “del cirujano”.

Los remilgos del autor no fueron obstáculo para que la famosa foto fuese mostrada como la prueba fehaciente de la existencia de Nessie. Solo 50 años después, en 1984, la autenticidad de la foto del cirujano fue puesta en duda por un fotógrafo profesional, quien alegaba que se trataba de un animal pequeño, tal vez una nutria o un ave marina. La verdad resultó bien distinta; la foto no mostraba animal alguno sino a un submarino de juguete al cual se le había adicionado una cabeza de serpiente marina hecha de madera. El fraude fue confesado por un anciano de 90 años, cercano a la muerte, de nombre Christian Spurling quien fue parte de la falsificación, junto con el Dr. Wilson y... ¿adivinen quién? Pues nada menos que el amigo Marmaduke Wetherell, que pretendía de ese modo vengarse del descrédito de su primer fraude. Wetherell era el padrastro de Spurling y encargó a este la confección de la cabeza de madera. Wilson fue solo la fachada respetable del timo.

"TENGO UN PRIMO AMERICANO, SE LLAMA BIG FOOT", AFIRMA EL YETI

La popularidad de Nessie ha trascendido fronteras y hoy cualquier lago que se respete, tiene su monstruo residente, como el “nahuelito” del lago Nahuel Huapi, en Argentina. El lago Champlain, entre EEUU y Canadá ya tiene a su Champi, y también en Canadá habita Ogopogo en la Columbia Británica. Los suecos (los de verdad, no los que se hacen) tienen el record con casi 30 lagos ya con su monstruo correspondiente.

Algo parecido, aunque en menor número, sucede con el Abominable Hombre de las Nieves, el Yeti, quien encuentra en el norteamericano Bigfoot un competidor que lo ha desplazado en popularidad.

Wikipedia describe a Sasquatch (como también se le conoce) como un homínido de 1.80 a 2.30 m, corpulento, de cabeza pequeña y puntiaguda y cuerpo cubierto de pelos de color marrón. Otro sitio web coincide con la descripción pero sitúa su estatura entre 2 y 3 metros. En fin, un gran homínido bípedo y peludo.

Los primeros reportes parecen remontarse al siglo XIX, pero el XX ha sido pródigo en avistamientos y encuentros con Pie Grande. En 1924 un buscador de minerales de nombre Albert Osman contó la asombrosa historia de que había encontrado a toda una familia de patones, que lo retuvieron prisionero varios días hasta que logró escapar administrando al más viejo una dosis de rapé. Es curioso que existan más de mil reportes de avistamiento de una especie de hábitos nocturnos, en extinción y por tanto escasa, y que rehúye el contacto humano.

La fama de Sasquatch se acrecentó luego de la difusión, en 1967, de una secuencia de película filmada por dos aficionados, Roger Patterson y Bob Grimlin que alquilaron una cámara de película y salieron a buscar al Pie Grande. Lo sorprendente es que lo encontraron, y más aún: pudieron filmarlo. Una secuencia de pocos segundos, a color y sin sonidos, que muestra algo parecido a un gorila negro que se aleja caminando por un soleado claro del bosque. Caminando como un hombre: bien erguido sobre sus patas traseras. En un momento se da vuelta, mira a la cámara y sigue su camino. No corre, no huye, simplemente se aleja.

Roger Patterson fue aparentemente un tarambana buscavidas. Murió de cáncer pocos años después y siempre aseguró que la película era real. Su colega Grimlin no niega que pudo haber sido engañado por Patterson, pero proclama su honestidad.

Lo cierto es que además de las dudas que ofrece el material fílmico per se, las versiones que Patterson y Grimlin contaron de los hechos estuvieron llenas de imposibles que cambiaban cada vez que se denunciaba su falsedad. En la primera versión contaron que la filmación se produjo temprano en la tarde. Que siguieron al sasquatch y encontraron sus huellas, regresaron a su campamento situado a 5 km de allí, buscaron yeso, regresaron al sitio de avistamiento vaciaron el yeso en la huella, esperaron que se secara, retornaron a su campamento y salieron por un rocoso sendero en su camioneta, un recorrido de 40 km, y llegaron al pueblo de Yakima para revelar el film a eso de las 4 de la tarde. ¡Ni volando! Bueno… ¿volando? Luego la modificaron y dijeron que habían enviado el film a Yakima en un vuelo chárter. Sin embargo el criptozoólogo Peter Byrne comprobó que esa tarde no hubo vuelos charter por mal tiempo. A partir de ahí la historia perdió credibilidad entre los zoólogos, pero ha conservado su glamour mediático, magnificado en sitios web vendedores de misterios, y sigue proveyendo buenos ingresos.

Por mi parte, seguiré escuchando con devoción el reclamo de amor al unicornio perdido, aunque no espero jamás ver alguno.


Compartir

Jorge Bergado Rosado


Deja tu comentario

Condición de protección de datos