Desde el pasado 7 hasta este 10 de octubre es posible que los movimientos de rotación y traslación del planeta sean más lentos y que parezca, a simple vista, que el mundo se detiene. ¿No lo percibe? Es que en la ciudad española de Barcelona se desarrolla por estos días el Congreso Internacional AIDS Vaccine 2013, el único evento mundial dedicado en exclusiva a la investigación de la vacuna del Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH) y en el que se presentan los últimos avances sobre este tema.
No quiero ilusionarme ni creer en cualquier canto de sirena, me dijo Mauro, amigo de un amigo mío que sé que vive con el virus hace cinco años. “Todo lo que se escribe y se dice sobre el tema lo conozco y realmente, en este caso quizás más que en otros, sea necesario ver para creer. Ese es mi sueño, como el de muchos, pero casi está guardado en una bolsita, esperando volar”.
Puedo entenderlo, porque la erradicación total del SIDA en el mundo se dibuja como eso, como un sueño que a todas luces, hasta la fecha, parece imposible. Según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/SIDA (ONUSIDA), unas 7 500 personas mueren diariamente por el virus, que ha infectado a 33 millones en todo el mundo.
"Progreso, colaboración y perseverancia" es el lema del AIDS Vaccine 2013, donde se espera avanzar más en el desarrollo de anticuerpos ampliamente neutralizantes que sean más tarde la base de nuevos proyectos de vacunas.
Por ello, sin dudas, le comento a Mauro que en el evento se debe estar hablando con certeza del ensayo tailandés, ese del que se obtuvo la vacuna RV144, una mezcla de dos fórmulas genéticas que no habían funcionado antes con humanos y que comenzó a probarse en 2006 en más de 16 mil personas.
Fue la primera vacuna que ha conseguido reducir el riesgo de contraer el SIDA con una efectividad del 31,2 por ciento, según afirmaron los especialistas que conforman el equipo de la investigación, considerada la más ambiciosa hasta el momento sobre este asunto.
Analizar con profundidad los resultados del estudio, entender los mecanismos de proyección y su duración, entre otros aspectos, se esbozan como las urgencias inmediatas que permitirán que luego esta vacuna pueda ser universalmente accesible para todas las personas en riesgo.
Desde las Naciones Unidas, su director adjunto, Luis Loures, estimó que para el año 2030 podría hablarse del fin de la epidemia, aunque no de la enfermedad. Los tratamientos empleados hasta el momento, más asequibles, y la forma de controlar las infecciones, son un ejemplo, y la reducción del número de nuevas infecciones anuales de un 20 por ciento en 25 países así lo demuestran. No obstante, África sigue siendo el centro mayor de preocupación, teniendo en cuenta que existen allí siete de cada diez enfermos y casi un 5 por ciento de los adultos infectados.
Tal vez en el famoso cónclave en la ciudad española se hable también del más reciente descubrimiento en la ciudad norteamericana de Filadelfia. La molécula doble acción Inhibidora Virolítica (DAVEI, en sus siglas en inglés), afirman, puede usarse en la destrucción de las células infectadas y no de las sanas.
Mauro queda atónito. ¿Estás hablando en serio?, inquiere. Es lo que he leído, le explico.
“La molécula combina componentes modificados de la inmunidad del VIH con una proteína que hace que el virus renuncie a su protección”, exponen los investigadores.
Para más precisiones, aclaran que “la molécula de DAVEI se compone de dos piezas principales: la región proximal de membrana externa (MPER), que se une a las membranas virales, y cyanovarin (CVN), que se une a la capa de la proteína del virus. Al unirse, imitan la situación que se produce cuando se une a una célula. Así, el truco de DAVEI es hacer que el virus piense que está a punto de infectar a una célula sana, cuando, en realidad, no hay nada para que se infecte. Solo libera su carga genética inofensivamente y muere”.
¿Qué pasa con Cuba entonces? Lógica pregunta que Mauro no puede dejar de hacer.
Ojalá que mucho, le respondo.
Nuestro país está entre los 22 menos afectados por el SIDA. En el año 1986 se reportaron los primeros 99 casos de infección del VIH y desde entonces, han tenido lugar 12 mil contagios y 2 063 muertes.
Científicos cubanos del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), con Enrique Iglesias al frente, mostraron avances el año pasado en el desarrollo de una vacuna contra el virus, probada exitosamente en ratones. Se trata de la vacuna Teravac-HIV-1, desarrollada a partir de una proteína recombinante (mediante técnicas de ingeniería genética), con el objetivo de inducir una respuesta celular contra el virus.
Iglesias pidió calma y no crear falsas expectativas, porque ya se han realizado en el país más de 100 ensayos clínicos en humanos y todos han fallado.
Recuerdo entonces las declaraciones del doctor Jorge Pérez, director del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, cuando explicó que “encontrar un compuesto capaz de hacer frente a tantas variantes del retrovirus no será cosa de la noche a la mañana”. Realmente el VIH es un virus que tiene gran variabilidad genética, capaz de mutar cientos de veces en un año y de multiplicarse otras mil a escala celular en solo un día, detalla el galeno, por lo que hallar una vacuna terapéutica o preventiva no es cosa fácil y aún puede demorarse algunos años.
Ha sido valiente Jorge Pérez y tácitamente apuntó que “La cura del sida puede venir por vacunas o por medicamentos. Pero en los últimos años todo parece indicar que es más probable el desarrollo de potentes antirretrovirales y otros compuestos terapéuticos efectivos, que el diseño de vacunas capaces de enfrentar las miles y miles de variaciones del virus”.
Siendo así, esperamos los resultados del Congreso Internacional AIDS Vaccine 2013 con esperanza, que es lo único que nunca se pierde. Con la misma dosis ansiamos conocer de otros intentos nobles en el mundo que pretendan hacer desaparecer este virus, que se nos presenta como inmortal.
Mauro y otros guardarán su sueño en una bolsita y la colgarán en la cabecera de su cama. La abrirán y lo liberarán cuando los cantos de sirena suenen más contundentes y no teman perderlo como ahora, cuando todavía no se sabe a ciencia cierta qué pasará.
“La gente se ilusiona muy fácil, sobre todo cuando lo necesita de manera inminente. La ciencia puede hacer mucho pero no es maga…hay que ser pacientes”, me insiste.
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