Hace días que la angustia se apoderó de mi mamá y su esposo. No sabía yo la causa, y hasta que no propicié la conversación al respecto, no supe que todo se debía a la ausencia de las dichosas “tiras”. ¿Y qué sabía yo de lo que hablaban? Me explicaron: “Las tiras que él utiliza para saber cómo tiene el azúcar…Las que vinieron con el aparato ya se acabaron y él no quiere pedir más”.
Pude entender mejor. Cada mañana, desde hace dos años, el esposo de mi mamá se autoexamina. Fue diagnosticado como diabético tipo II desde entonces, y aunque no es dependiente del suministro de insulina, sí debe -entre otras cosas- controlar con rigor su dieta e incorporar sesiones de actividad física a diario, cosa que normalmente no hacía.
Y sí, él se cuida, aunque al principio reducir las cantidades de comida, estudiar las combinaciones de los alimentos y eliminar los postres del menú fueron “golpes duros”, a los que le costó acostumbrarse. Acudió a la Clínica del Diabético, en el Vedado, y aprendió mucho más de su enfermedad y la mejor manera de convivir con ella durante el ciclo de conferencias que allí se imparten. Los folletos y plegables sobre la Diabetes Mellitus ocuparon espacios en los libreros de la casa y todos nos ocupamos de leerlos y conocer más, porque no solo para quien padece de diabetes es válido este conocimiento sino también para todos los que conviven con él.
El gran tema ahora es el mencionado aparatico, que sin pensar en marcas o precios, se lo regalaron sus hijos luego del diagnóstico de la enfermedad. En el país no estaba a su alcance y desde el exterior, se lo enviaron para que cada mañana o ante una situación de crisis, pudiera él conocer los parámetros y autocontrolarse. Las tiras reactivas con las que funciona el equipo ya se acabaron, y a él le apena pedírselas nuevamente. ¿Le son necesarias? Por supuesto. “Si se pudieran conseguir aquí mismo, sería un batazo”, me dice.
Por eso anda con periódicos de hace unos días en su maletín y se tomó el trabajo de imprimir algunas breves noticias publicadas en otros sitios y de colocar los papeles en su mesita de noche. “La cosa va a cambiar, y no tendré que pedir nada, y podré seguir vigilándome”. Mientras, todavía siguen un poco angustiados mi mamá y él, pero la nube del optimismo se situó sobre sus cabezas…y con razón.
Sucede que apenas han trascurrido 15 días desde que quedó inaugurada en el Centro de Inmunoensayo, en la capital, una planta que producirá en el país los biosensores necesarios para que los más de 800 mil cubanos que conviven con esta enfermedad crónica puedan autocontrolarse. Esta unidad trabajará con tecnología de última generación, gracias a la cooperación entre Cuba y la compañía china Changsha SINOCARE Inc y será capaz de producir 20 millones de biosensores de glucosa cada año – con posibilidades reales de aumentar hasta 100 millones-, aunque ya se tienen las buenas nuevas de que durante el período de prueba, se han fabricado alrededor de 40 mil tiras reactivas, de esas que necesita el esposo de mi mamá para determinar el nivel de glucosa en sangre, y que estarán a disposición de los diabéticos cuanto antes.
¿Se trata de lo inexistente en la red nacional de farmacias? Realmente no. Quienes padecen Diabetes Mellitus Tipo I sí tienen acceso con subsidios al estuche del glucómetro Suma (el dichoso aparatico del que no se deja de hablar en mi casa), en el que se incluye el puncionador, las “agujas” y las tiras reactivas, esas que ya se producirán aquí. Por el momento solo ellos, los niños y las embarazadas con riesgos lo pueden adquirir, teniendo en cuenta que son la población más vulnerable que padece la enfermedad y el alto costo que implica para el país su adquisición.
Sí, porque sacando cuentas, resulta que un diabético insulina-dependiente necesita “revisarse” su nivel de glucosa en sangre 3 o 4 veces al día y para ello, compra en la farmacia el glucómetro a 35 pesos en moneda nacional y el paquete de 10 tiras reactivas con solo 6 pesos en la misma moneda. Pero no podemos olvidar, -y eso forma parte de la cuenta que hay que sacar- que el costo de esos 10 biosensores para el país oscila entre 1 y 1.50 dólares, según la empresa productora.
Sin embargo, ese control de la concentración de glucosa en sangre es necesario no solo para el diabético tipo I sino para todos los que padecen la enfermedad, sobre todo si padecen cardiopatías y otras asociadas. Es imprescindible para que conste el registro de los resultados en el glucómetro, y sea más fácil seguir la evolución del padecimiento tanto para el paciente como para el especialista.
Por lo que la gran noticia que se “desprende” de la inauguración de la planta en el país tiene que ver con el hecho de que se producirán aquí los biosensores y estarán disponibles para todos a precios subsidiados, gracias a las elevadas cifras de exportaciones que pudo realizar el pasado año el Centro de Inmunoensayo.
La inauguración de esta planta responde, sin dudas, al interés gubernamental de desarrollar un programa integral de atención que permita reducir la mortalidad por Diabetes Mellitus en el país e incrementar la esperanza de vida de quienes padezcan esta enfermedad.
Claro que la labor de prevención y educación es vital para lograrlo, pero el seguimiento al control metabólico y el acceso a terapias novedosas que disminuyan el impacto de las complicaciones de la enfermedad es también una prioridad.
Enrique Gómez, de 56 años, bien puede hablar sobre ello porque ha sido uno de los que ha recibido atención y tratamiento a las úlceras en su pie. Ha sido el Heberprot-P su salvación, como dice, porque la amputación de su pierna derecha no ha sido una opción a considerar.
No integra él, por fortuna, la lista de los entre 1 500 y 3 mil pacientes cubanos candidatos a una amputación por úlcera del pie diabético, que es la mayor complicación asociada a este padecimiento.
Fue el Heberprot-P un medicamento revolucionario en tanto, prescrito para la terapia de las úlceras complejas y profundas del pie diabético, logra resultados relevantes en ocho tipos de lesiones en pacientes con úlceras tres y cuatro del pie diabético, y con áreas totales de afectación de 170 a 420 centímetros cuadrados.
Con su empleo en la terapia de más de 132 mil pacientes en el mundo, de los cuales más de 24 mil son cubanos, se ha reducido en un 71 por ciento el riesgo de amputación, razón por la que los diabéticos no tienen que despertar en la noche, como le sucedió a Enrique más de una vez, deseoso de que la pesadilla de perder sus piernas quedara en el olvido.
No es un fármaco fantasma este que tiene registro sanitario en más de 20 países, pues está disponible en el Instituto Nacional de Angiología y los hospitales clínico quirúrgicos Calixto García, Manuel Fajardo, Miguel Enríquez, Enrique Cabrera, Joaquín Albarrán y el Militar Luis Díaz, en la capital. Tampoco serán fantasmas los biosensores que se producirán en el país… No se perderán, como decimos cuando escasea un producto. De factura nacional y con una elevada producción, estarán al alcance de todos los que lo necesiten, porque es un interés del gobierno cubano velar por la salud de su pueblo, y la garantía de ello está en lo que pueda poner a su disposición para su bienestar. Enhorabuena.
mtza
6/8/14 20:42
mal que le duela a muchos el sistema de salud cubano si no es el mejor esta entre ellos, y reconocido en el mundo .aqui en italia muchas personas van a cuba a comprar medicinas ,por tanto son fiables y las propias instituciones de salud dan fe de su excelencia.los cubanos sabemos todo lo que nos falta pero tambien sabemos todo lo que tenemos y de lo cual nos sentimos orgullosos, como la salud publica.
cubanita soy
4/8/14 16:48
agradezco haber nacido en un país que tiene un sistema de salud así, claro con sus defectos, pero con muchas ventajas que muy pocos tienen
Nikkita Kazteny desde FB
4/8/14 13:43
yo tengo una tia diabetica, algunos de esos instrumentos los utiliza como el glucometro, tirillas, y un aparato para pinchar el dedo y sacar una gota de sangre, ¿que me faltara en ese equipo?
sachiel
4/8/14 12:49
Una pregunta necesaria: ¿Qué fiabilidad tienen estos sensores con respecto a otros similares de otras marcas, como se calibran en Cuba y qué organismo da fé de sus mediciones?
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