//

jueves, 21 de noviembre de 2024

Mujercitas del 90 (+Video)

"Las niñas”, un filme multilaureado en los Premios Goya 2021, se desenlaza en nuestras mentes con muchas cosas que expresar...

Daryel Hernández Vázquez
en Exclusivo 06/04/2021
2 comentarios
"Las niñas"
Las niñas, los personajes, son un alivio fresco de libertad dentro del recio sistema en el que cohabitan (Fragmento de la película).

El arte en todos sus géneros, el arte como arte, es una expresión de ideas y concepciones que deben alejarse de cada línea dogmática y esquemática. Una producción del intelecto, la tradición y los ideales vividos de sus creadores. Artesanos que muestran de una forma u otra los sustratos económicos y sociales que experimentan u observan en su quehacer vital. El poder del arte consiste (en mi opinión) en transmitirnos y/o transportarnos a un nuevo mundo cognitivo y cultural que circunvala en las expresiones que, nosotros como espectadores, llegamos a captar. De un modo personal, nos adentra en su universo, en las formas abstractas y en otros casos, en las cosas que nos crea materia. El arte no mata, crea, no ciega, enseña; sin importar las manifestaciones o estilos, el arte atrapa.

Dentro de las expresiones artísticas, los movimientos son diversos y los artesanos, miles más, que bailan dentro de las cavidades del arte (sin imponerle límites). En sí, lo que quiero decir cómo otro observador del movimiento, es que no existe mal arte o malos artistas. No existe una obra mal ejecutada, ni con falta de profundidad o conceptualización. Algo similar sucedió con el movimiento minimalista, posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Un movimiento falto de materiales y ornamentas, era catalogado como algo básico y, en otras palabras, "simplón". Puede ser. Sin embargo, en esta simpleza, en esta sencillez expresionista es donde radica la verdadera y hermosa esencia. El movimiento consiste en reflejar está semilla, tal vez oculta al ojo humano, exenta de obstáculos y materias innecesarias (a su medida justa y fundamental).

En el cine, es maravilloso contemplar las obras que son creadas en un corte minimalista. Su esencia se nos hace tan visceral que encandila. A simple vista podríamos creer que es simple de filmar algo así, les comento: quítenle el marco, el paisaje a témperas y pinturas a un lienzo, y aun así, en ese blanco tan abarcador, encontraríamos un mundo cautivador para el ojo más perspicaz.

Algo similar sucede con "Las niñas" (2020), donde no es necesario colmarnos la vista con utensilios de época para describirnos la magia que contiene la historia, el largometraje. Tratamos de una película increíblemente real, sumamente intimista, enfocada en la naturalidad del auto descubrimiento inmersa en la etapa adolescente de las infantas que la protagonizan, etapa que es algo difícil de reflejar en imágenes. Siendo adoptada también como arma para solventar la censura social en la década de los noventa desde un concepto emocional. Para esto, era importante que la fotografía no solo captara la belleza de las expresiones, del ambiente, de los sucesos complejos que nos trasmite el guion adaptado para el cine, sino, y más importante, tiene que captar la esencia poderosa de la historia. Además, se nota alrededor de todo el filme la presencia muy personal de su directora Pilar Palomero (Niño Balcón, La noche de todas las cosas, Horta), quien entrama la cita cinematográfica desde una óptica singular, vivida, experimental y reveladora, muy apegada a ella misma.

“Las niñas” desarrolla un complejo entramado familiar alrededor de Celia (Andrea Fandos), una niña tímida, curiosa, en pleno crecimiento; tanto así que atraviesa por los primeros caminos de la pubertad. Esta niña se rodea de amistades, unas tan volubles como ella, otras con preceptos más avanzados, debido a la edad, el contexto o el mismo cambio regional; quizás. Estas muchachitas cursan sus estudios en una escuela religiosa católica – cristiana para monjas, donde son enseñadas directamente bajo el dogma del comportamiento religioso. Reflejado desde su conducta, su forma de vestir y las disímiles maneras de expresarse. Sin embargo, las niñas, los personajes, son un alivio fresco de libertad dentro del recio sistema en el que cohabitan. En este escenario pueril y candoroso circula nuestra película.

Aunque todo sucumbe principalmente por el vértice del descubrimiento y la curiosidad de conocer y conocerse asimismo.

Las niñas entrelazan sus experiencias paulatinamente como un juego infantil (como tal vez lo hicimos todos en nuestro momento), entre risas y resabios; desde el cambio de ambiente, la música, hasta la sexualidad. Al principio, encubiertas por miedo a ser recriminadas por esa misma doctrina religiosa que profesan, e incurrir de alguna manera al pecado, abriéndose poco a poco, atrevidamente, a ese deseo de descubrir.

La sexualidad es reprimida por la práctica dogmática del centro de aprendizaje para monjas, aquí el casamiento toma un papel primordial dentro de las enseñanzas bíblicas. Unas veces este aprendizaje sobre la intimidad humana se ve tan calmado y cauteloso como si tratásemos de las páginas de la novela: La casa de Bernarda Alba (Federico García Lorca – 1936). Lo anterior se debe por sobre todo a los medios de aprendizaje, los cánones sociales que regulan a las niñas y/o a sus padres, y, además, la constante vigilia de las monjas, rectoras impasibles del comportamiento de las menores. Otras veces se acelera y es disfrazado por una divertida experiencia que es poderosamente increíble a nuestro ojo con escenas muy bien logradas.

Una similar significación conceptual se trata en la novela Mujercitas (1868) de Louisa May Alcott (sin las confusiones explícitas del amor, claro está). Una obra donde el crecimiento y los nuevas aperturas sensoriales y cognitivas de la mujer tienen un protagonismo cándido, aunque estas son relegadas a un segundo plano. Al igual que la película, Mujercitas, contempla la censura conservadora de la sociedad desde una óptica inocente, no menos impactante (cada tiempo con sus diferencias). En el largometraje son tan abundantes las líneas conservadoras y tendencias costumbristas, códigos directos de los vestigios de la dictadura Franquista en España y el papel de la religión dentro de esta, que se permite la transformación y modos de percepción de las féminas. Niñas, que, de una forma pasiva, aún luchan contra la severa adaptación al sistema social en que viven.

Además, Celia lidia con su pleno crecimiento lleno de nuevas e inquietantes dudas, donde también intenta comprender los problemas de “adultos”: el desconocimiento real sobre lo sucedido con su padre. Esta búsqueda, incitada en primer lugar por las bromas de niños (en todo caso, niñas) en el salón de clases o en casa de su amiga Cris (Julia Sierra) por parte de la pérfida de su hermana mayor Clara (Ainara Niero), quienes se mofan de su núcleo familiar atípico (para esa época española, amén de los grandes cambios y espectáculos llevados por España en el año 1992). También apoyada por la guía de su amiga Brisa (Zoé Arnao), la que le impone nuevos diálogos y aperturas. Esto desencadena en Celia una abrumante decepción que explota en una sed inmediata de rebeldía. Las diferencias personales acentuadas por la naturalidad y a veces, crueldad infantil, se subrayan cuando los marcos de acción son tan cercados. Dentro de esta confusión, que toma papel inmediato en la niña, es cuando surge la gran duda que circuncida la entera película: ¿Por qué es pecado tener hijos sin estar casado? Es increíble como en una sola interrogante, proveniente de una menor en pleno desarrollo, puede tambalearse toda ideología de un sistema. Como si así incitara a volver a pensar, volver a sentar cabeza sobre los modos de actuar y la censura y auto - censura existente en este mundo. Descubriendo los delgados límites que se nos impone (o nos imponemos) siendo seres pensantes. Así es como Palomero suavemente nos educa con su filme. Mostrando al fin, como una Celia cambiante y un “tín” más rebelde logra comprender el misterio alrededor de la inexistencia de su padre. Logra impulsar a su mamá (quien quiere lo mejor para Celia y que no le suceda lo mismo que a ella), víctima de los prejuicios sociales de ser madre soltera, a abrirse y ser consciente de que no tiene nada que ocultar.

Es curioso como en este marco de acción escenográfico de la obra, en la transición fílmica y el transcurso del rodaje; la película explota los primeros planos y planos enteros, para crearnos la sensación de cercanía y confidencialidad. Casi formamos parte del metraje: caminamos junto a Celia, nos montamos en la moto del primo de Cris, nos peinamos frente al espejo, resolvemos las fracciones y los problemas matemáticos que dificultan a la niña. Palomero junto a Daniela Cajías (Las dos Irenes, La eterna noche de las dos luces – próximamente), Directora de Fotografía de la película, diseñaron el proyecto para que la experiencia sea acogedoramente conurbana. Esto se debe a la “excomulgación”, propiamente dicha, del ambiente muy personal de su directora, exponiendo sus juicios acerca de las relaciones humanas en este ámbito, sobre todo el crecimiento dentro de la amistad.

Las luces ejemplarmente situadas juegan un papel fundamental en esta puesta en escena. El poder lumínico nos conduce a esa realidad que se nos refleja de forma muy cruda, destacando el color usual de las “cosas”. La visión de la historia, su esencia, se nos cuela por ahí dejando buenos matices, a lo que le sumamos la naturalidad de la actuación de las niñas que, de ser así, es como surgen las estrellas.

Según este conjunto de buenas operaciones cinematográficas, el firme está cargado de escenas que se podrían considerar segmentos de culto. Escenas que llevan una lección moral y cognitiva inmensa. Me quedo con uno (sin menospreciar la tenacidad de otros cortes): los fotogramas finales, grabados en un plano tan cercano que sentimos la toma de coraje de la niña en nuestra propia piel al cantar, al demostrar que tal vez no lo entiende todo, pero por lo menos algo comprende. Esos minutos llenos de valor, de una madre que se enfrenta a la sociedad, aceptándola tal cual es, con prejuicios o esquemas impuestos, amén de que quizás la sociedad no la acepte a ella. Una escena de paz, resuelta, con los misterios saldados, y música, que, en sí, es uno de los grandes placeres de la vida.

“Las niñas”, un filme multilaureado por la joya de la corona de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España (Premios Goya 2021), se desenlaza en nuestras mentes con muchas cosas que expresar. Llega con la misma naturalidad con la que se desarrolla y nos deja con una peculiar curiosidad por conocer lo que nos perdemos, lo que nos censura, lo que no comprendemos del todo.

Esta película puede tomar su asiento muy confiada entre las grandes obras del cinema español, y esperar nuestra llegada para deslumbrarnos otra vez con el mismo frescor dramático que la contempla.


Compartir

Daryel Hernández Vázquez

Licenciado en Ciencias de la Información en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Cinéfilo y editor. Aspirante prematuro a director de cine. Novelista, poeta y loco.

Se han publicado 2 comentarios


gretter
 19/4/21 21:15

La ópera prima de Pilar Palomero ganó en el Festival de Málaga la  Biznaga de Oro  y en los Premios Forqué a Mejor película , se espera que también gane el Goya

Año 1992. Celia, una niña de 11 años, vive con su madre y estudia en un colegio de monjas en Zaragoza. Brisa, una nueva compañera recién llegada de Barcelona, la empuja hacia una nueva etapa en su vida: la adolescencia. En este viaje, en la España de la Expo y de las Olimpiadas del 92, Celia descubre que la vida está hecha de muchas verdades y algunas mentiras.

Una cinta sobre crecer, dejar la adolescencia y comenzar a madurar , la directora lo aborda de la manera más íntima y sencilla

Las niñas es una historia emocional, con un guión que no creo ofrezca nada nuevo y menos en la forma de contarlo

Indudablemente podemos vernos reflejados en alguna historia, un rostro, las situaciones que vivan, pero me cuesta implicarme

Al igual que pasó con Campeones o La librería este es el título sobrevalorado del año del cine español

Sería injusto decir que Las niñas es una mala película, aborda temas clásicos, como la sexualidad, la maternidad pero el resultado es el mismo

Las infantes Andrea Fandós,Carlota Gurpegui , Carlota Gurpegui, Zoe ArnaoJulia Sierra,tendrán éxito en sus carreras

Quizás se sobredimensione por el hecho de centrarse en mujeres y no en hombres, algo muy a tono en estos tiempos

Almir Ulises Mestre León
 7/4/21 14:41

Bienvenido Daryel a este blog de cine, su observación de la película es muy minuciosa y extensa, tendré este título en mi lista.

Deja tu comentario

Condición de protección de datos