//

jueves, 28 de noviembre de 2024

Filofobia

Si el amor es la cura, ¿cómo curar el desamor?...

Mileyda Menéndez Dávila
en Exclusivo 12/08/2021
1 comentarios
Intimidades 12 de agosto-2021
Si le bajas el volumen al miedo, escucharás mejor lo que quiere decirte el universo. (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

Ella pasó frente a dos adolescentes sentados en el muro, sonrió seductora y se unió a las amiguitas que a pocos metros coreaban canciones con un celular. Uno de los chicos la contempló con la respiración contenida y el cuerpo rígido.

“¡Decídete, compadre!”, lo sacudió el otro entre divertido y preocupado. “Esa niña está pa’ lío hace rato y tú estás muerto con ella…”, insistió, casi empujando la encorvada espalda del más joven. “Qué va, loco, me da miedo…”, susurró el perturbado. “¿Miedo de que se burle?”, dijo el amigo en tono compasivo. “¡No, viejo, de que se reprenda!”, replicó haciendo gestos, como si exorcizara un peligro invisible.

Yo contemplaba la escena y pensaba en cuántos casos comienzan así en la pubertad y terminan de adultos frustrados en una consulta de Psicología (con suerte) porque son incapaces de establecer vínculos profundos. Gente que intenta abrirse y termina boicoteando su propia felicidad, o dice estar buscando un ideal y persigue un mito, como en El lado oscuro del corazón.

Filofobia… Así llaman al miedo irracional a enamorarse. No me lo inventé yo: afortunadamente es de las cosas que escribo porque lo he visto manifestarse en otras almas, no en la mía. Pero igual duele verlo, porque a partir de cierto punto ese miedo no solo paraliza, sino que corrompe: va minando cualquier salida con acciones muy lejanas al compromiso y contagia sus malas experiencias y rencores. 

¿Y saben qué? No es a propósito. Esas personas no huyen a voluntad ni hieren por mala entraña. Ni siquiera desean para otros su incapacidad de confiar o soñar, de dejarse llevar por el roce de una nube o imaginar el parpadeo de una mariposa.

De hecho, prefieren descargar con desconocidos para no amanecer abrazados a un cuerpo con nombre y sentido propio, porque se saben incapaces de aferrarse a esa emoción, aunque en el sexo hayan logrado levitar como quería el poeta en la peli argentina de 1992.

En materia de relaciones humanas hay muchos miedos racionales. Lo veíamos en el grupo de Senti2 esta semana: miedo al futuro, al qué dirán, al control, a la soledad, al fracaso… Y digo que son racionales porque pueden desaprenderse, educarse. Es fácil desafiar lo que se asocia al ego, y cuando somos conscientes de su amenaza podemos tomar medidas para no alimentarlos.

Pero la filofobia va a lo profundo del ser. Corta todas las amarras y socava lo hermoso antes de que tenga tiempo de manifestarse. No se combate con terapias de choque. No se neutraliza haciendo el ridículo o vacunando la autoestima. No se disipa entre amigos ni se distrae con éxitos.

Si el amor es la cura para todos los miedos, ¿cómo curas ese miedo al amor?  No les doy recetas: depende de la edad, la experiencia, la cultura circundante, la voluntad de superar el trauma que encapsuló esa necesidad primaria de vivir con otros y por otros, trastocándola en miseria emocional.

Depende también de si es un miedo antiguo o si fue adquirido como secuela de una gran decepción. Sonará raro, pero hay quien tiene miedo al miedo que le provoca enamorarse, al turbión de emociones volátiles, las dudas, la esperanza, el desenfreno… y se deja atrapar en una profecía autocumplida: declara su ineptitud para amar, y luego se dice víctima del vacío de amor.  

En Al desnudo (Canal Habana, miércoles, 10:00 p.m.) veíamos la necesidad de educar la autenticidad en materia de goce sexual y espiritual. La psicóloga Mariela Rodríguez insistía: si no se enseña con diálogo, se inculca con malos ejemplos.

Muchas personas con filobia crecieron en proyectos de pareja fallidos y se contagiaron con el odio o la indiferencia entre sus padres. A veces son familias de pura apariencia, en la que sobran reglas, pero falta emoción. Otras son hogares marcados por la ausencia, o mejor dicho, por la agobiante presencia de un abandono expresado en reproches, desidias, autocastigos.  Así se alimenta en los hijos el miedo a fallar como amante, como padre o madre, como pareja deseante o deseada…

Pero se puede salir de la filobia. Conozco personas que la vencieron, con ayuda profesional, y divina, cabe decir, porque hace falta un milagro para romper el hielo de los miedos y no solo patinar sobre él, sobreviviendo al desamor.

Si por mi fuera, esa tremenda peli de Subiela estaría en el currículo de la educación sexual formalizada en hogares y centros estudiantiles. Acá les dejo uno de sus poemas, y ojalá se animen a descargarla con megas nacionales en el portal https://visuales.uclv.cu/Peliculas/Extranjeras/1990s/1992/1992_El_lado_oscuro_del_corazon/.

“No te quedes inmóvil al borde del camino,
no congeles el júbilo,
no quieras con desgana,
no te salves ahora ni nunca.

No te salves.

No te llenes de calma,
no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo,
no dejes caer los párpados, pesados como juicios,

no te quedes sin labios,
no te duermas sin sueño,
no te pienses sin sangre,
no te juzgues sin tiempo.

Pero si pese a todo no puedes evitarlo y congelas el júbilo,
y quieres con desgana,
y te salvas ahora
y te llenas de calma,

y reservas del mundo sólo un rincón tranquilo,
y dejas caer los párpados pesados como juicios,
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño,

y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo,
y te quedas inmóvil al borde del camino,
y te salvas.

Entonces, no te quedes conmigo.


Compartir

Mileyda Menéndez Dávila

Fiel defensora del sexo con sentido...

Se han publicado 1 comentarios


maritcita
 1/9/21 11:43

Acabo de descubrir este blog, muchas gracias por los temas que toca. Yo soy una miedosa de la vida, lo reconozco. Mis tías no se casaron por el fracaso que vivió mi padre en dos matrimonios y creo que me pegaron ese miedo al amor y a la confianza en otros seres. He conocido muy buenbos candidatos pero me congelo cuando estoy a punto de aceptarlos. Ni pensar en llevar a nadfe a mi casa con esas dos que ya son mayores, aunque no tan viejas y viven sufriendo las novelas, turcas, koreanas, brasileñas, de todo, y creen que la vida es eso y no me dejan a mi vivir. ya tengo 34 años y lo que ha pasado en mi vida ha sido por embullo de las amigas y borrachera de una noche, pero nada de verdad exepcional. trste, no? Hay cura para ese miedo, diganme?

Deja tu comentario

Condición de protección de datos