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miércoles, 27 de noviembre de 2024

El mundo por un abrazo

Ah, esa magia del cuerpo que se hace uno en otro…

Mileyda Menéndez Dávila
en Exclusivo 23/01/2024
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Día internacional del Abrazo
Un día sin abrazos es para mí como una pecera sin agua (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

El domingo pasado fue el Día Internacional de los Abrazos, y yo soy poco besucona (la verdad sea dicha), pero adoro abrazar a todas las personas que amo, y hasta a algunas extrañas cuando les veo un aura sabrosa o una gran necesidad de conexión espiritual y carnal.

No sé qué magia tiene, pero un abrazo borra todas las diferencias de tamaño, edad, estatus social, resabios, estado emocional o de salud… Y mientras más apretado y prolongado sea, más el cuerpo equilibra sus chacras y libera sus demonios, al punto de funcionar como terapia conductual desde los tiempos de las frías cavernas.

Ya sé que aquí puedo hablar de oxitocina y feniletilamina y todas esas cosas serias, pero eso es materia para el Sexo sentido de JR o el Oasis dominical de Radio Taíno… Intimidades es, valga la metáfora, el abrazo de Senti2, y prefiero emplear este ratico para contarles por qué me gusta tanto esa juntadera de cuerpos afectuosos en cualquier ángulo y diseño espacial.  

Un día sin abrazos es para mí como una pecera sin agua. Si no me los dan, los robo: sobre todo a mi hijo o a Jorge cuando están de espaldas, porque además de servirme de su calorcito me divierto amasando todo lo que Natura les dio para sentarse y lucir lindos montando bicicleta.

También tengo amigos superabrazones, con un poder tónico fortificante como el del chocolate La Bayamesa, que mi papá escondía en mi infancia para ver si la lata llegaba a fin de mes… Por gusto, claro: abrazar golosinas también me divierte, y hasta desarrollé una habilidad extraordinaria para salir de rincones o destrepar estantes con esos tesoros bien pegaditos al pecho.

Rachel es una de esas amigas energéticas, y Juan Dávila, el presidente de OM Meditación, es por el estilo, así que el día en que se conocieron y abrazaron me pegué a ambos como una lapa y esa recarga me mantuvo flotando una semana.

Trato de hacer memoria… ¿cuáles de mis parejas fueron así de abracaderas? Solo recuerdo un par: un estudiante de Medicina habanero y un guajiro soldador de Buena Vista, al norte de Villa Clara.

Los demás se dejaron apretujar por mí con más o menos placer, o eran de dar palmadas en los hombros y estremecer a los amigos por unos pocos segundos, pero abrazos de verdad, de esos que duran, curan, perduran, maduran… De esos tuve poquitos en dosis espontáneas.

Hasta Jorge, claro. Con él es una fiesta abrazar cualquier cosa, desde un bebé hasta una lata de cerveza. Cuando teníamos a Lunita no faltaban en nuestros amaneceres esos apretones vivificantes que ella sentía a tres cuartos de distancia y corría para ocupar su lugar entre los dos, con un suspiro que no vamos a olvidar en siglos.

De abrazos eróticos también es bueno hablar, porque aun nadie me puede definir, ni en la academia ni en la calle, cual es la duración real de un acto sexual de ley, (o sea, donde empieza o acaba un… ¿cómo definirlo sin palabras soeces?) pero para mí no hay sexo, pase lo que pase, si no termina en un amasijo de piernas, brazos y barbillas sudorosas.

Fíjense si es poderoso, que cuando tienes muuucho cansancio o te sientes tan mal que ni un rapidito te apetece, tu pareja te acurruca suavecito y te empieza a recordar en susurros lo que hicieron tal o más cual día (todo el mundo tiene un Top Ten de esos momentos) y el cuerpo va cogiendo calorcito mientras la mente disfruta como si fuera de verdad, y hasta un orgasmo te regala, si el abracito tiene el calibre correspondiente…  

¡Y ya, que escribir de esto es un abuso con mi corazoncito! Llevo una semana con tos y fiebre, y lo primero que me quitan en casa es el contacto físico porque Jorge le tiene más miedo a la gripe que a la muerte, con guadaña y todo.

No es para menos, en su caso. Creo que ya les conté su teoría sobre el dolor de parto en las mujeres para que entendamos lo mal que se siente un hombre cuando coge catarro, y como esta “influenza estacional” tiene efecto de chicle y manía de rebote, me he tenido que conformar con los robos de apretones traseros, porque de esos sí no me priva nadie. ¡Ni ahora, ni nunca, qué caray!  


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Mileyda Menéndez Dávila

Fiel defensora del sexo con sentido...


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