Teletrabajo con pandemia y sin pandemia

Cuando en los años 70 del siglo pasado designaron al ingeniero químico y casi candidato a doctor, Pedro Hernández Soto, director del periódico Vanguardia, junto a una de sus primeras indicaciones: calcular el costo de cada material periodístico publicado, incluyó la de no permanecer tanto tiempo en el edificio ubicado en Plácido esquina a Céspedes, en Santa Clara.

En esos días la Unión de Periodistas de Cuba hizo la primera venta de máquinas de escribir portátiles, y a este redactor le correspondió en la segunda adquirir una de la marca Marisa que pretendí colocar en mí puesto de trabajo en la redacción del diario, pero el director frustró los deseos:

“Eh, eh... ¿a dónde tú te crees que vas con eso? No, no, no... sal con eso de aquí que eso es para que trabajes en tu casa allá en Casilda, o te la llevas para el albergue, para el parque Vidal, para donde te dé la gana, pero aquí no”.

Durante una de las tantas conversaciones posteriores que tuvimos me dijo que mientras estábamos haciendo tertulias en la redacción, en la recepción o en los pasillos no buscábamos la noticia, que esa estaba en la calle y allí debíamos estar.

Textual: “y las maquinitas esas se les venden para que trabajen en sus casas, estén con su familia y así rinden más”.

Al paso de los años, cada vez menos recuerdan esos intentos de implantar el trabajo a distancia en el periódico de la antigua provincia de Las Villas, actualmente solo de circulación en la actual de Villa Clara, aunque Internet lo esparce por todo el planeta.

Junto con el olvido, se han dado diferentes interpretaciones a la no permanencia de los periodistas en el local en esta época en que se obsequian o venden computadoras a los periodistas, se les dota de teléfonos fijos o celulares, y conexión a internet en sus hogares.

No faltaron los de Comunicación Social que hablaron hasta de la necesidad de investigaciones muy científicas para encontrar soluciones a una supuesta falta de pertenencia, malas relaciones interpersonales y otros males que desmotivaban estar en el centro de trabajo.

Ante la muestra de desaguisado interpretativo, no por parte de dirigentes, sino de dirigidos, cabe la comprensión hacia los primeros cuando en la actualidad ponen trabas al trabajo a distancia y al teletrabajo.

Sin dudas, para que la modalidad no presencial desde el punto de vista físico avance y se consolide, se requieren cambios de mentalidad en todos, pero también hay necesidad de transformación en las conductas de los integrantes de un flujo de trabajo.

Además de actualizar las técnicas de dirección, no se puede perder de vista mantener la humanización de los vínculos interpersonales, el sentido de pertenencia y las buenas relaciones entre los integrantes del colectivo.

Nota para no finalizar: El tema no queda agotado, porque sobre trabajo a distancia y teletrabajo no está dicho todo, pues no es un asunto sólo para tiempos de pandemia.