Termino la conversación ciberespacial con una excondiscípula de la enseñanza primaria en la década de los años 60 del siglo pasado, e inmediatamente redacto estas líneas para compartir algunas ideas sin pretender que el lector deba estar obligadamente de acuerdo.
Ella, como otros niños salieron con sus padres a radicarse en los Estados Unidos, donde ha desarrollado la mayor parte de su vida hasta también tener 73 años, de los cuales solo estuvo 12 en Cuba, suficientes para no olvidarlos, según confiesa.
Cuenta que siempre ha estado al tanto de la situación del país y sobre todo del terruño natal, y que desde hace mucho al verme en Facebook tenía dudas de si era yo, hasta que el día de mi cumpleaños se decidió a felicitarme.
- Consulte además: Enredado en su propia red
Sus encuentros con emigrantes recién llegados se resumen en que todos le han narrado las dificultades de la comida, la medicina, el transporte, y últimamente de los apagones y del dinero que no alcanza para nada.
Por esa razón, explica, se interesa en la charla por si la educación sigue siendo gratuita, si todos pueden ir, si hay que pagar por ir al médico, si todavía en nuestro pueblecito se puede salir sin ser asaltados, si hay tiroteos, si secuestran niños, si encarcelan al que se queja de los problemas…
La última de la larga lista de preguntas la respondí con una risa que la contagió cuando dijo: bueno… ya veo que tú no estas preso y te jubilaste como periodista preguntón y protestón… jajajajaja… Me alegra que me confirmes que todas esas cosas son mentiras.
De ahí en adelante la conversación abarcó más aspectos de la situación entre Cuba y los Estados Unidos, pero sólo me autorizó a hacer pública la parte en la que se refirió a la clásica fábula de Esopo titulada El zorro y las uvas.
- Consulte además: Confeccionar tesis con viejas tecnologías
Por supuesto que la alusión no es hacia quien nació en EE. UU. de padres emigrados en 1956, sino de los que como ella salieron de Cuba en busca de mejores condiciones de vida, y que quisieran vivir en ella, pero con la abundancia de donde están.
Transcribo:
El zorro intentó llegar hasta un racimo de uvas, pero no pudo porque estaban muy altas, y entonces se consoló pensando que no estarían sabrosas por estar verdes, y así evitó sentirse decepcionado o frustrado.
Dice que como ella, hay muchos que en vez de demostar de su país natal o de criticarla, saben dónde está el verdadero culpable y se alegra cada día al saber que todavía estamos por el mismo camino, sin cambiarlo aunque la nación más poderosa del mundo hace hasta lo más impensable para impedirlo.
En lo más íntimo, sus palabras de despedida me conmovieron: Arturito, yo quiero ser como tus padres, que salieron de China y hasta pudieron haberse quedado en Canadá, pero te tuvieron en Cuba y nunca los vi criticar a China, y tu papá se alegraba al leer un periódico en chino y decía a todos lo bien que estaban allá. Para mí, Cuba no es una uva verde, esa cubita, esa uvita, siempre la llevo en el corazón.
He quedado interesado en conocer cómo ella sabía mis interioridades, pero me prometió contarme más en otra ocasión.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.