Su imagen se repetía por decenas en la Plaza de la Revolución José Martí de La Habana, y seguro en toda Cuba. Iban en hombros de sus padres, tíos, abuelos… como descubriendo el mundo en medio de una gigantesca marea de pueblo. Marchaban vestidos con los colores de nuestra enseña nacional y hasta con los uniformes de las profesiones de sus seres queridos. Portaban banderas, carteles, globos, afiches… y otros objetos, algunos incluso, nacidos de su creatividad.
Si algo nos dejó este Primero de Mayo fue el rostro de los más pequeños de casa siendo protagonistas de un suceso trascendental en nuestras vidas: desfilar en el Día Internacional de los Trabajadores. Recuerdo que estaba en quinto grado cuando sentí que participaba por vez primera en la fiesta obrera. No iba en hombros de mi padre, como muchos de los niños y niñas que ayer vi en la Plaza, sino que prefería el desvelo frente al televisor para seguir la marcha.
Con los años me fui levantando de frente a la pantalla para meterme entre la gente y participar en los desfiles como él de este martes. Por eso el rostro de nuestra niñez es una imagen que queda por siempre y se convierte en hermoso gesto de continuidad. Como ellos miles de cubanos volvieron a marchar por Cuba, por una Revolución y una vida que cambia.
Otra vez se hizo magia en la obra más hermosa, diríamos evocando al General de Ejército Raúl Castro Ruz, hace unos días, en la clausura de la sesión constitutiva de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Y es que este Primero de Mayo mostramos una vez más al mundo que, a la hora de defender la soberanía e independencia, los cubanos unidos nos crecemos con la fuerza que nos legó Fidel, y también inspirados en su concepto de Revolución, ese que juramos cumplir hasta la médula tras su partida a la inmortalidad.
Si algo también nos dejó este Primero de Mayo fue ver —desde la tribuna de la Plaza de la Revolución José Martí— saludando al pueblo a un nuevo Presidente, al que acompañó la generación histórica de la Revolución, encabezada por Raúl, teniendo en cuenta las características de este momento. Así empinados en un nuevo tiempo, Cuba salió a las calles con un mensaje de unidad y compromiso con la nueva dirección del Estado y del Gobierno, y un cartel, portado por manos jóvenes, lo aseguraba: “Yo soy Fidel / Estamos con Raúl / También con Díaz-Canel”.
Fue una movilización entusiasta y consciente de nuestros pioneros, estudiantes, obreros, campesinos, artistas e intelectuales, integrantes de las gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior, el pueblo todo; un desfile compacto, organizado, colorido, alegre y combativo. Según reportan varios medios de prensa, unas 900 mil personas marcharon en La Habana y, en total, alrededor de seis millones de trabajadores y sus hijos más jóvenes fueron protagonistas en la Mayor de las Antillas del Día Internacional de los Trabajadores, que en Cuba es una fiesta de apoyo mayoritario a la Revolución.
Al ver ayer tanto jóvenes cerrar con paso firme y con cientos de banderas cubanas, del 26 de Julio y de la Unión de Jóvenes Comunistas, el desfile recordaba a Raúl cuando asegura que «nos embarga la legítima felicidad y serena confianza de ver con nuestros propios ojos la transferencia a las nuevas generaciones de la misión de continuar la construcción del socialismo y así garantizar la independencia y soberanía nacional». Eso ha hecho Cuba este primero de mayo, demostrar su continuidad y volver a enseñarnos su obra más hermosa.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.