En un país donde existen leyes y derechos que amparan a las personas con discapacidad, no se debe permitir que los inconscientes actos vayan en sentido contrario a lo que defendemos y por lo que luchamos.
¿Cuántas veces no les ha pasado que al arribar una guagua el término “impedidos físicos” con el que se señalan los asientos para estas personas les suene un tanto incoherente al oído, cuando por otro lado nos cansamos de decir que una discapacidad no es un impedimento para desenvolverse en la vida?
A lo mejor son pocos los que han tenido esa viveza, porque realmente la mayoría se ha acostumbrado a mirarlos de esa manera, sin pensar cuan discriminatoria puede ser esa definición.
Asimismo ocurre en ocasiones con los profesionales del Periodismo y las Comunicaciones, que en lugar de transmitir un mensaje bonito y esperanzador, se victimiza al propio entrevistado y lo seguimos presentando ante la sociedad como persona débil e incapaz de triunfar tanto en lo profesional como en lo íntimo.
Otro ejemplo de que aún seguimos siendo irresponsables con el tema son las nuevas estructuras constructivas, que si bien embellecen las ciudades generan cada vez más barreras arquitectónicas para las personas con discapacidad.
Por eso mismo son actos inconscientes, porque quizás se hacen sin intención, sin querer provocar daños a terceros, pero lo cierto es que, como dice el refrán popular, es peor el remedio que la enfermedad.
Pero los hechos hablan por sí mismos, y Cuba tiene ejemplos de grandes deportistas, artistas, económicos, abogados, ingenieros… que a pesar de tener una discapacidad físico motora contribuyen con el mismo nivel de entrega y sacrificio que cualquier otra persona, al desarrollo de la sociedad.
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