A sus 69 años, Yanelda Mendoza López acumula una vasta experiencia en el mundo de la perfumería. Cuenta que siendo una adolescente se sintió seducida por esta pasión que la ha acompañado durante más de cuatro décadas de su vida.
Todo comenzó poco antes de terminar sus estudios de Química. Después de graduada llegó a la empresa Suchel donde puso a prueba sus capacidades olfativas y su sensibilidad extrema.
Yanelda, como muchos otros de sus colegas, venera al gran perfumista francés Jacques Rebufell, quien ha sido profesor de varias generaciones de cubanos. Lo cierto es que en la Mayor de las Antillas esa profesión se comienza a desarrollar después del triunfo de la Revolución, pues antes todos los perfumes que se vendían en las tiendas eran de importación.
Precisamente son profesores extranjeros quienes otorgan el aval a un perfumista. Para ello el interesado debe haber estudiado Química o Farmacia y someterse a una evaluación olfativa para saber si tiene la capacidad de distinguir los olores. Más tarde, el futuro alquimista pasa un curso de entrenamiento y la evaluación final consiste en crear una propuesta donde se mide, fundamentalmente, la creatividad.
EN LA CASA CUBANA DEL PERFUME
Respondiendo al llamado del doctor Eusebio Leal Spengler, el desaparecido Historiador de la Ciudad, Yanelda condujo sus pasos hacia el apasionante universo de los aromas de la urbe en los tiempos de la Colonia. Advierte que permaneció cerca de seis años preparando el local de una tienda atípica, la Perfumería Habana 1791, que en este mes de febrero arriba a 21 años de su fundación.
La Casa Cubana del Perfume, se ubica en la calle Brasil No. 13 entre Oficios y Mercaderes, en el Centro Histórico habanero. Debe su nombre a una época de florecimiento para la llamada, por Decreto Real, “Llave del Nuevo Mundo y Salvaguarda de las Indias Orientales”. Precisamente en 1791 se inauguró el Palacio de los Capitanes Generales, señala Yanelda.
La Casa Cubana del Perfume (Maya Quiroga/Cubahora)
Entre fragancias frutales, florales, maderables, verdes, cítricas, transcurren las jornadas en Habana 1791, donde se elaboran perfumes mediante un proceso completamente artesanal. Al entrar en el recinto atravesamos la primera estancia donde se expenden disímiles productos de aseo personal, como jabones con esencias de coco, piña o fruta bomba. Muchos se sienten atraídos por olores como lavanda, rosa, violeta, sándalo o tabaco. Otros inquieren acerca del perfume Aire, bautizado así por la gerente Mendoza López, uno de los más vendidos.
La directora de la tienda nos conduce entonces a una habitación con una pequeña colección de frascos antiguos. Como curiosidad nos muestra un pomo que contiene la esencia que usaba Napoleón Bonaparte (solamente se cuenta con ejemplares en París y aquí en La Habana).
A continuación sobresale el bello envase del Perfume D'Habana, elaborado por especialistas de la empresa Suchel Camacho en saludo al aniversario 500 de la Villa de San Cristóbal. Le sigue una vitrina con parte de la joyería elaborada por los integrantes de la Congregación de Plateros de La Habana San Eloy.
Finalmente llegamos a un lugar con una ambientación muy íntima y acogedora. En una de las paredes del local se refleja la vida social de La Habana de los años 30, 40 y 50. En otra, está dibujado el árbol que, según Yanelda, contiene los siete olores necesarios para confeccionar cualquier perfume.
Al centro nos reciben los rostros de mujeres a las cuales la alquimista les hizo un perfume a petición del doctor Leal, en ocasión de una Ruta de los Aromas. Son esas féminas bailarinas, artistas, políticas, escritoras... Para acometer la tarea se leyó sus biografías y posteriormente escribió en un cintillo cuáles son los olores que contienen cada uno de esos perfumes.
Yanelda Mendoza López acumula un vasta experiencia en el mundo de la perfumería. (Maya Quiroga/Cubahora)
Nuestra visita concluye en el área de elaboración personalizada donde Yanelda y otras alquimistas no miden el PH de la piel, solo formulan algunas preguntan a los clientes y mediante esa entrevista pueden conocer sus gustos, preferencias y sensaciones en cuanto a olores dulces, frescos o maderables. Así crean un perfume específico para cada persona. Es un proceso que puede tardar cierto tiempo. Nos explica que hace muchos años se emplean materias primas importadas, lo cual encarece el producto final.
Esos elíxires personalizados se expenden en frascos especiales, también importados, con capacidad para 100 ml, a los cuales se les coloca una etiqueta y se guardan en una bolsa de tela. La fórmula queda registrada con un código que permite su repetición cada vez que ese cliente, u otro, quiera adquirir ese regalo especial.
Trabajadores de la Perfumería Habana 1791. (Maya Quiroga/Cubahora)
La Perfumería Habana 1791 es un sitio de parada obligatoria para muchos turistas extranjeros y personas naturales de esta Isla que llegan atraídos por los aromas que exhalaban nuestros antepasados en los tiempos de La Habana colonial.
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