Tres monumentos, tres historias

Parte imborrable de la estética de La Habana son los monumentos dedicados a los héroes y mártires de la nación. Muchos de ellos se ubican cercanos al mar, en zonas muy pobladas y de mucho tráfico de personas, provocando en gran medida que su deterioro sea mayor.

De ellos, uno ha estado por años: el de Antonio Maceo; uno que se trasladó: el de Calixto García; y otro que llega: el de José Martí. Tres monumentos que son parte de la identidad cubana, de la  cotidianidad de la ciudad. Dos de ellos marcaron la vida de quienes lo tuvieron cerca, otro llega para marcarla.

Aquí la historia de tres personas que han estado cerca de ellos:

Yo llegué a vivir al edificio Girón cuando se inauguró en 1972, tenía 3 años. Cuándo pequeña el monumento a Calixto García me impresionaba, con su base de mármol, donde estaban escritos pasajes de historia. Ahí transcurrieron muchos momentos de mi infancia, mi papá me llevaba ahí a jugar, mis hermanos y yo nos subíamos en los cañones, corríamos por los alrededores; jugué mucho ahí. Años después mi hija que ahora tiene 19 años jugó junto al monumento. Ver como se lo llevaban fue algo muy triste.

El monumento se afectaba mucho con el mar, cada vez que pasaba un huracán o un frente frio se veía afectado. El huracán Irma fue la inundación más grande que he visto y dejó muy dañada la estructura. Se olvidaron de recoger la bandera y quedó hecha trizas, una tira fue lo que quedó.

Desgraciadamente tuvo poco cuidado igual que otros monumentos, las personas no toman conciencia de cuidar el patrimonio. Eso sí, cada vez que pasaba el mar mandaban brigadas a darle mantenimiento.

NOTA: El monumento ecuestre de Calixto García Íñiguez, obra del escultor Félix de Wildon y el arquitecto Elbert Poets, antes ubicado en la Avenida de los Presidentes y Malecón, fue desmontado por el deterioro que ha sufrido constantemente por su proximidad al mar. Será restaurado nuevamente para ser colocado en la rotonda de 5ta. Avenida y 146, en Miramar.

Foto: Ovidio Acosta Rama

Yo vivo frente al monumento a Antonio Maceo desde que nací hace 55 años, mis padres se habían mudado para acá dos años atrás. De niña jugaba en el parque, era solo cruzar la calle, siempre nos traía algún adulto, pero nunca nos dejaban jugar cerca de la estatua, en aquella época se respetaban mucho los monumentos. Todos los 7 de diciembre se realizaban actos en conmemoración de la caída en combate de Antonio Maceo. Cuando era pionera nos llevaban desde la escuela, todos los niños iban en parejas cogidos de las manos.

Hace rato que no restauran la estatua, y necesita mantenimiento, cuando pasó el huracán Irma, solo le dieron un mantenimiento básico. Lo que si veo es que las personas cuidan la estatua, los niños no juegan cerca de ella, nadie hecha basura, ni nadie se sube en ella.

Yo soy periodista y estoy trabajando en un reportaje sobre la recién inaugurada estatua de José Martí frente al Palacio Presidencial. La estatua es una réplica de la que está en el Parque Central de Nueva York, durante 20 años existió el proyecto para traer la estatua y fue posible en gran medida gracias al apoyo económico de los cubanos que viven en los Estados Unidos.  No es solo un homenaje para Martí sino para todos los cubanos patriotas.

La inauguración de esta estatua representa un acercamiento entre los cubanos que viven aquí y los que se encuentran en el extranjero, que han tenido tantos conflictos generacionales. El hecho de que Martí esté cayendo en combate lo hace ver más como humano, fuera de una pose victoriosa o de pensador.