Pastores por la Paz está de vuelta en Cuba. Tras su última visita en noviembre del pasado año regresa ahora con cerca de un centenar de integrantes mayoritariamente jóvenes que visitan al país por primera vez.
Vienen de recorrer por distintas vías más de 20 ciudades estadounidenses en busca de las donaciones y los fondos necesarios para comprar medicamentos; y de denunciar las acciones coercitivas que impone Estados Unidos (EE.UU.) a una pequeña nación subdesarrollada del Caribe por el mero hecho de resistirse a sus políticas imperiales.
Y es que cuando se cumplen 30 años de aquel primer viaje solidario del Reverendo Lucius Walker, creador de la Fundación Interreligiosa para la Organización Comunitaria, de pocas maneras se puede rendir mejor tributo.
A Lucius se le debe por siempre gratitud. No solo por haber comprendido y denunciado lo inhumano que resultaba y resulta el bloqueo económico, comercial y financiero, sino también por transformar su solidaridad en acción en medio de la más extraordinaria precariedad y cuando muchos apostaron por el fin de la Revolución Cubana.
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Lucius Walker reconoció en varias ocasiones que había fundado Pastores por la Paz para hacerle frente a las políticas hostiles de Estados Unidos hacia Centroamérica (Foto: CP).
En estas últimas tres décadas Pastores por la Paz ha honrado su compromiso con fabulosas historias de determinación y osadía. ¿Cómo olvidar las huelgas de hambre en protesta a las trabas aduanales que frenaban el envío de ómnibus escolares y medicamentos? Y ni si quiera se trata de lo que sus esfuerzos o lo legislado es su nación les permita entregar. La importancia de estas caravanas supera lo material.
Porque aun cuando su Servicio de Impuestos Internos los haya sancionado en múltiples ocasiones por “violar” la Ley de Comercio con el Enemigo del Departamento del Tesoro, en realidad se han convertido en una amenaza para las aspiraciones de asfixiar y aislar al pueblo cubano.
Conscientes de que burlar las rancias posturas gubernamentales estadounidenses siempre traerá consigo la posibilidad real de sufrir las más disimiles consecuencias, estos activistas abogan por sentar las bases para una auténtica relación bilateral.
Por eso se les ha de enseñar sin complejos cómo vivimos. Que sepan de nuestros problemas y contradicciones. Que conozcan nuestros logros y cuánto hacemos para mejorar en medio de tanto hostigamiento. A fin de cuentas, es lo mínimo que le podemos ofrecer a quienes nos quieren ayudar.
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