“Prefiero no ver a mi papá y así evito malos momentos”….
Samuel Alejandro habla con ideas firmes y palabras secas. Prefiere no verlo, me explica, porque su papá es “un alcohólico sin remedio” desde hace unos años y él se niega a verlo así. “Discutimos mucho cuando vivíamos juntos porque no me gustaba ver cómo la imagen de mi papá se derretía con la bebida, no me gustaba presenciar las discusiones con mi mamá y me resultó muy difícil también darme cuenta que era yo el que tenía que enfrentarlo para que se calmara…hasta un día”.
Ese día padre e hijo sobrepasaron los límites y el recuerdo permanece intacto en la memoria de Samuel Alejandro. Sabe que su padre necesita ayuda, pero ante todo debería estar consciente él mismo de ello. “Por ahora, lo único que pienso es que tengo que ser un buen hombre y no propiciarle experiencias desagradables a mi familia. Sí, porque los especialistas dicen que con frecuencia los hijos de alcohólicos luego se comportan de la misma manera, porque siguen el modelo de sus padres, pero yo te aseguro que no va a ser así”.
He aquí, en la historia de este veinteañero que bien pudiera ser la misma de otros jóvenes, una de las repercusiones negativas más visibles del alcoholismo. Sí, porque es en la familia donde primero se padecen, a la par que en la salud del bebedor, las consecuencias de esta toxicomanía.
El alcoholismo fue la primera enfermedad recogida en la Biblia al señalar a Noé como víctima de dicho tóxico, rememora el psiquiatra Ricardo González Menéndez, jefe del Servicio de Adicciones del Hospital Psiquiátrico de La Habana en su libro Clínica y Terapéutica de las Adicciones para el médico general. “Es, a su vez, el segundo problema social reflejado en este libro universal, después del homicidio de Caín, y los conflictos con Noé y su hijo Ham aparecen como la primera repercusión familiar de una droga. Más tarde, la categoría alcoholismo con la consiguiente inclusión de dicha toxicomanía en el ámbito médico, ocurrió en 1849, cuando Magnus Huss acuñó el término en un contexto en el que Suecia era el país de mayor consumo de bebidas alcohólicas en todo el mundo.”
¿Ha notado usted alguna diferencia entre la relación familiar que se establece con un drogadicto y las constatadas con un diabético o un esquizofrénico?, indaga el doctor, y quedo atónita.
“En nuestra experiencia, la actitud habitual ante estos y otros enfermos "convencionales" es de comprensión, protección y amor. En el caso del toxicómano, la relación tiene otro matiz, pues la hostilidad y cierto grado de rechazo, más o menos evidente y consciente, la afectan seriamente.
“La respuesta está en que la gran mayoría de las enfermedades conocidas se producen sin que el paciente juegue un papel voluntario en su determinación, mientras que en las toxicomanías existe un indiscutible grado de responsabilidad presente desde que la persona establece los primeros contactos con el tóxico y después ignora los consejos y mensajes de alerta de sus amigos, familiares o especialistas”.
Resulta alarmante leer las estadísticas que registra la Organización Mundial de la Salud (OMS) en relación con el consumo nocivo de bebidas alcohólicas, pues este causa 2,5 millones de muertes cada año. Son alrededor de 320 000 jóvenes de entre 15 y 29 años de edad los que mueren por causas relacionadas con el consumo de alcohol, lo que representa un 9% de las defunciones en ese grupo poblacional.
Es el 15 de noviembre, a partir de una iniciativa de la OMS, el Día sin Alcohol, celebración que pretende ser un estímulo más para reflexionar, desde todas las instancias, sobre el alcohol y sus consecuencias. Estas no solo se reflejan en la salud de quien bebe, sino también en la ocurrencia de accidentes de tráfico, suicidios, borracheras, actos de vandalismo, violencia, peleas, divorcios y separaciones con su trágica incidencia negativa en la educación de los hijos y su rendimiento escolar.
“Está demostrado que el alcoholismo como enfermedad disminuye en 12 años la esperanza promedio de vida de la población”, añade el galeno, autor del libro Las drogas bajo piel de cordero. Alcohol, medicamentos y tabaco: riesgos y soluciones.
“Si se calcula el daño económico producido por el consumo irresponsable del alcohol, teniendo en cuenta accidentes, ausentismo laboral, daño a la propiedad y asistencia médica tanto en alcohólicos como en no alcohólicos, tenemos que la cifra durante un año en Estados Unidos alcanza los 100 000 millones de dólares. Los daños económicos de todas las drogas ilegales conocidas hasta hoy, sumadas, no superan esa cantidad.
“El consumo irresponsable de alcohol provoca tanto daño económico como el que determinan todas las drogas ilegales juntas. Su repercusión en solo un año representa, en dicho país, aproximadamente la quinta parte del monto de toda la deuda externa de América Latina, cifra que pese a su magnitud significan menos que el sufrimiento de millones de niños, esposas, padres y hermanos a los que les toca la amarga experiencia de convivir con un alcohólico.”
“Muchos son los mitos que se le atribuyen al alcohol, todos falsos, relacionados con la mejora del rendimiento sexual, una mejor adaptación al frío, valores alimenticios o debilidad en el carácter. No es así, porque el peligro del alcoholismo está presente por igual en todas las personas y es triste que las investigaciones arrojen que la edad promedio de iniciación de su consumo sea de 12 años, cuando sabemos que un adolescente tiene mucho todavía que transitar para conformar su personalidad.
“De una etapa de consumo de riesgo se pasa a una donde el consumo ya es perjudicial y, luego, en el peor de los casos, se transita hacia la de la dependencia. Puede evitarse ser una víctima del consumo de bebidas alcohólicas, sobre todo si nos percatamos cuando este deja de ser una actividad puramente social o de bingo, como se le conoce al consumo de los fines de semana; cuando percibimos los cambios que genera sobre nuestro comportamiento y, sobre todo, cuando comprobamos que además de provocarle daños a nuestro organismo, estamos también provocándole daños a quienes nos rodean y nos quieren bien”.
Una constante labor de educación y prevención desde edades tempranas contribuiría desde la familia, la escuela y la comunidad a mantenernos “a raya” con el alcohol, concluye el especialista.
Mantenerse “a raya” con el alcohol
El consumo irresponsable de alcohol, además de provocar graves daños a la salud, genera también el sufrimiento de los seres queridos...
1 comentarios
330 votos
Tide
15/11/13 22:40
Estimada Ana María, “ha tocado una tecla” sobre un tema que nos ha afectado a muchos en nuestro país. El alcohol ha destruido vidas valiosas y familias que si no ha acabado con ellas, las ha puesto al borde de su destrucción, la mía entre ellas, y no es de ahora, no es algo nuevo, eso ha venido sucediendo desde hace mucho, aunque, no sé si me equivoco y es una malísima apreciación mía, de hace unas pocas décadas para acá, ese ”mal” se ha incrementado notablemente. No pudiera sugerir ni la más mínima idea para remediar algo tan perjudicial a la sociedad, pero tiene que haber quienes sí han pensado en eso y puedan aportar remedios para aunque sea disminuir sus efectos en nuestra sociedad.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.