Cuba ha perdido hoy a uno de sus hijos más queridos. La noticia del fallecimiento de Eusebio Leal ha dolido, incluso a extramuros. Los chats que saltan con desconsuelo, los feeds de Facebook que lloran.
Con solo 25 años se hizo cargo de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y un montón de sueños y retos comenzaron a aflorar. Como quien materializa, con todo el sentido del deber, las mejores enseñanzas que le legara su predecesor Emilio Roig de Leuchsenring.
Dedicó toda su obra y su vida, a algo más que conservar. Desafió obstáculos, enfermedades, cansancios, mentiras. Se irguió, y con él la Capital de todos los cubanos. Eusebio Leal se convirtió en el padre de una ciudad.
En una ocasión, cuando le preguntaron cuál era su premisa, respondió que reconstruir. “Restaurar, insuflar vida con energía, impulsar desde la Oficina una intensa acción cultural, solidaria, participativa, que fuera una especie de luz encendida en medio de un período histórico donde tantas han sido las urgencias y las necesidades de nuestro pueblo”.
Merecedor de disímiles condecoraciones, extendió como Diputado a la Asamblea Nacional este sentir, no solo para con La Habana, sino para el patrimonio histórico y cultural de un país. “Y tratamos de hacerlo con fruición y lealtad, rasgando con energía el velo decadente que caía cual pesado sudario sobre una urbe necesitada de inversiones económicas sustantivas, encabezando un proyecto descentralizado que fuera una expresión pública de la voluntad política del Estado”.
Conmovía su sentido de la oratoria, el cual supo aprovechar para sumar voluntades a la causa más noble y buena del paso de los hombres por la tierra. Recuerdo aquella tarde, cuando la Universidad de Matanzas lo invitó a un conversatorio como parte de los festejos por el aniversario de la ciudad. Aquel menudo hombre que vestía de gris conmovió por su capacidad de hilvanar la historia de la colonización de Cuba, con la matanza de la bahía y luego con la importancia de que cada uno de nosotros hiciera a favor de una ciudad que comenzaba a reinventarse.
Su presencia imponía respeto, un respeto que era capaz de cortar con un “buenos días muchachas, que lindas lucen hoy”, como les dijo a las cuidadoras de salas del Museo a la Ruta del Esclavo, mientras ellas buscaban la palabra precisa para saludarlo.
Eusebio no era partidario de recetas si de gestiones y liderazgo se trataba. Así lo dijo cuando le preguntaron qué debería tener en cuenta aquella persona que lo sucediera en el cargo de Historiador de la Ciudad. “(…) Solo te digo que tendrá que labrar su propio destino sin abandonar jamás la humildad. La petulancia y la sobrestimación son enemigas de la victoria. Y un liderazgo no se edifica si no es a fuerza de trabajo y ejemplo, con templanza y seguridad en lo justo, potenciando siempre el equilibrio de fuerzas en pro de la unidad (…)”
La muerte llega siempre de sorpresa. Aunque pasemos la vida esperándola, nadie nos prepara para el vacío que nos deja. Parafraseando a su entrañable amiga Fina García-Marruz, cuando lo olviden los hombres, lo recordarán las piedras. Porque mientras exista La Habana, tendremos a Eusebio entre nosotros. Gracias por su andar, por su obra y todo el legado que nos deja. La humanidad está en deuda.
Raul Guerra
31/7/20 17:42
Por dios, que dolor, siento como si Marti hubiera muerto otra vez. Ha fallecido el hombre mas hermoso, erudito, humilde, patriota y humano de Cuba. Solo dos veces en mi vida se me han salido las lágrimas por personas que fallecen, una cuando murió Fidel, la otra cuando murió mi madre, pero hoy ese amargo momento me volvió a suceder. Dios lo ponga en gloria, porque ya el pueblo de Cuba lo tiene en ella. Condolencia a familiares y a todo el pueblo de Cuba, pues el era de Cuba y del mundo. Adiós apóstol, Cuba nunca te olvidara.
Yilen Joa Mora
31/7/20 15:40
Maravilloso trabajo, merecedor de un hombre excepcional cómo nuestro gran Eusebio Leal
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