Del placer que siente la mujer que ha engendrado hasta el momento mismo de sentir el primer llanto de la criatura, que por el tiempo natural cargó y nutrió en sus entrañas, al sacrificio amoroso que comienza y la lleva de la sencillez a la grandeza, por siempre, va la madre cubana, para vivir de darse.
Y para ellas debieran ser todos los momentos de agasajos, pero se definen días específicos, aunque no el mismo en todas las regiones, para homenajear sus sanas voluntades.
En Cuba, cada segundo domingo de mayo es perpetuo arcoíris, no importa dónde está la homenajeada. Sí, porque las madres cubanas desde antaño se andan de complemento y apoyo de la grandeza de sus hijos o por ellos, de faena, bien en la manigua redentora, en la clandestinidad del llano o en la sierra, en la natural y tierna claridad del peligro o en días de victorias.
Muchas madres distantes —y no por el desamor— aman más que nunca a los que en la patria les esperan. Se han ido a saldar el compromiso de sanar o educar a los vilipendiados y los desposeídos, a los necesitados que no culpan los desmanes de la naturaleza y han quedado a la vera del camino despojados de sus techos y sus abrigos.
A otras —por causas diversas— les aguarda el desconcierto porque decidieron un día aventurar por mejorar sus economías o reencontrarse en otras tierras y desde las migraciones baldías añoran el reencuentro, amando desde el sacrificio y la distancia.
Con las de casa, no menos diversas son las situaciones, y aunque la mayoría las aclaman sus hijos, pues con ellas hacen fiestas o comparten el regocijo, están las que desde lo inverso les provoca recibir el homenaje a través de un mensaje o de una llamada prodigiosa.
Algunas —aunque pocas—, quizás por errar en el camino, aguarden, bien por salud o sanción, y llegue hasta allí el hijo o la hija para darle el aliento necesario que la haga salvarse del mal que la acongoja o redimir su condición.
Mas, no son precisamente las celebraciones de un día en las que descansa toda la carga emotiva que en una madre se ha de ver, la estela de sacrificios que la hace grande cuando sus desvelos constantes la llevan a apostar al lado de su ser porque algún padecimiento o enfermedad le ha limitado la felicidad.
Y para aquellas –que sí son muchas–, solo cambia el escenario en su diaria actuación, van del trabajo a la casa y allí se les reserva de todo cuanto quehacer inspire el ocio común ante el pernicioso acomodo de hijos, familiares y esposo, que por suerte va siendo menos, para luego del disfrute quede ya alistando la contienda que al siguiente día se le ha de venir encima.
Hay lugares sagrados para algunos que ya no la tienen, bien en casa con unas flores de la tradición tras su partida física, o la visita al lugar donde la llevaron para el descanso perpetuo, la última vez, y allí en el silencio del ocaso por unos minutos el rezo sagrado o el recuerdo imborrable de su presente infinito.
Sí hay una conclusión segura que reconforta –no en pocos– la salutación concisa, y es precisamente el profundo afecto que genera y revitaliza esa convicción de amar, por siempre amar, a quienes nos llevaron en su vientre y nutrieron con amor y esmero para andar luego por el entramado de la vida y poder, antes de llegar al final, enseñar e inspirar.
En la alegría de vivir, ha de ir siempre el sacrificio perdurable de la madre que vive de darse, por engendrar amor y preparar para la vida al fruto que ha de encumbrar, y para los que de ellas, agradecidos, llevamos por buen cauce los designios del amor patrio, y por qué no, para los que sin llegar, no la desdeñan.
Hay patrones que definen esa mezcla de ternuras y sacrificios, que aúpan la unidad del alma cubana, hecha desde etapas de nuestras luchas libertarias y que han trascendido hasta nuestros días, porque explican el respeto indudable y la emoción y gratitud tremenda por las madres que de ejemplar conducta han ganado espacio memorable en el alma, como la Mariana de los Maceo, que vivió de darse para la patria, lo mejor de sus entrañas, gloria de su esencia natural en las que muchas madres se redimen para dar de sí entrañable afecto, arrojo y valor.
Y es que hay de buena vibra en el caudal de nuestra historia legendaria, momentos que al recordar nos hacen dignificar a las madres todas con solo apuntar breves remembranzas que consolidan los apuntes de hoy.
Emociona muchísimo el amor de José Martí a la madre, víspera de un largo viaje, su reafirmación consciente de que la piensa siempre, no encuentra explicación al por qué nació de ella con una vida que ama el sacrificio, aunque la sabe, reconoce que su deber de hombre está allí, donde es más útil, y se reafirma que jamás saldrá de su corazón obra sin piedad y sin limpieza. Pide el hijo a su madre la bendición y cierra su carta con la razón brillante de irse a la batalla, más contento y seguro de lo que ella pudiera imaginar, y le asevera: “…No son inútiles la verdad y la ternura. No padezca”.
Mientras más reconozcamos lo bien que asienta al cuerpo y al espíritu estos ratos de ocio compartidos junto a la madre, o bien al recordarla porque temporalmente no esté, o porque nunca más, nos esforzaremos para que tales actitudes tengan espacio en nuestros proyectos de vida, y si nos ajustamos bien, créanme cubanos, el tiempo se hallará, no para decir un solo día “¡felicidades mamá!”, sino con la presencia y la ayuda perenne. No olvidemos que la madre vive de darse, démosle a ella todas las alegrías posibles, en su día y siempre.
carmelina
13/5/17 12:02
Muy bien Daniel. Creo que no ha quedado ninguna de nuestras Madres, en donde quieran que esten, sin recibir un calido abrazo
Daniel Guerra Domínguez
15/5/17 18:25
Gracias Carmelina por su comentario. Lo escrito fue hecho con mucho amor para todas las madres, en particular las cubanas, latinoamericanas y caribeñas. Un abrazo.
Camilo Guevara
13/5/17 11:26
Exelente cronica realizada por Daniel Guerra, aqui expone la realidad de ser una madre cubana, Felicidades a todas las madres del mundo en su dia, sin ustedes no seria posible nuestras vidas, por eso se les agradece eternamente como madre y mujer. Felicidades nuevamente, que pasen un bello dia.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.