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miércoles, 30 de octubre de 2024

La Habana en la mandíbula

En La Habana nocturna, opaca y aburrida para el que lleva 40 pesos en el bolsillo, existen redondeando dos opciones culinarias, el pan con perro y la comida italiana...

Justo Planas Cabreja en Exclusivo 21/10/2013
2 comentarios
Pan con perros
El pan con perro es una de las opciones culinarias más económicas en La Habana nocturna.

Una triste aritmética terminó enseñándome que con 500 pesos de salario mensual no se puede comer todos los días en la calle y llegar a fin de mes. Después de reunir durante un cuarto de año —mi primer año de periodista trabajador— para celebrar con mi novia nuestro aniversario en el Barrio Chino, y de paso quitarme la curiosidad de lo que sería un trato con “todos los honores”; quedé escarmentado de la aventura.

Primero, la displicencia de los otros camareros con los que me había tropezado en la vida, me hizo sentir verdaderamente incómodo ante el servicio esmerado de la muchacha del Lung Cong. Segundo, el sabor de la comida, sobre todo del cheesecake, se iba por encima de lo ordinario, sí, pero también noté que el precio lo justificaba mejor la cantidad que la calidad. Y tengo entendido que este restaurante del Barrio no es de los más exagerados con la ración. Imagino que este hábito no sea una costumbre china sino muy cubana, aquí comemos con los ojos, como obesos obsesos, atormentados diariamente por una hambruna cultural.

Sin embargo, yo —lamentablemente— no comparto ese apetito especulativo y visual; y sudé grandes y frías gotas antes de dejar el plato del Lung Cong limpio, el mío y el de mi inapetente novia. Sudé pero quedó limpio en honor al gran sacrificio, la inmolación inminente de mi billetera.

La última razón por la que nunca gasté de nuevo 20 cuc en una noche de comelata chinesca, y la más importante de todas las razones, fue que siempre tenía algo mejor o más urgente en qué invertir después de romper el cochinito. Entonces nos convencimos mi novia y yo de que era casi lo mismo visitar restaurantes estatales, para asalariados estatales y estudiantes universitarios.

Y así lo creo hoy. A pesar de que en ninguno se puede ser muy exigente con la limpieza: o el mantel tiene manchas de otros comensales, o los cubiertos están cubiertos de un empañado dudoso, o los platos entonces cargan con la duda; a pesar de todo, a veces la atención y la comida son agradables, incluso muy agradables considerando su precio.

Eso sí, los locales gastronómicos responden a una ley que, parodiando a Marshall Berman, siempre me recuerda aquel título: “Todo lo sólido se desvanece en el aire”. Como a muchas otras instituciones cubanas, se les puede aplicar el principio de que escobita nueva barre bien, lo que ya presupone que (citando a Shakira) luego vas a ver desgastadas las cerdas.

Por ejemplo, cuando la furia de los panes con perro, cuando muchas cafeterías de La Habana se transfiguraban en Casas del Perro, había una, la Frankfurt, ahí por 23 y 16, que se reservaba por causas o azares el privilegio de ser la institución modelo de todas.

Eso significa que era superpriorizada. Contaba con mesas, a diferencia de la de 23 y L. No le echaban agua ni al kétchup ni a la mostaza. Te ponían los pomitos para que te sirvieras a gusto y en cantidades. Y, muy importante, te incluían un paquete sellado con papas fritas. Todo esto costaba solamente 10 pesos, o sea que con el dinero invertido en una hora en el Lung Cong podría haber comido pan con perro, mostaza, kétchup y papitas durante dos o tres meses.

Camajanes de cafetería como éramos mi novia (hoy mi esposa) y yo, sin embargo, decidimos no entusiasmarnos demasiado con nuestros perros de Frankfurt, tan oportunamente bien situados a unos pocos pasos del cine Chaplin. Así, no hubo decepciones cuando la ira de Zeus cayó sobre esa Casa del Perro y las papitas renunciaron convenientemente a su paquete sellado para custodiar los panes sobre el plato. Luego, las vimos mes tras mes reducir su número. Y con los años, como el parpadeo de esos alegres bombillitos que acompañan el árbol de navidad, las hemos visto también desaparecer y regresar.

A pesar de que a veces nos han servido perros verdes, a pesar de que los familiares y amigos de los empleados se sienten tan en casa que entran y salen de la cocina como el Pedro del dicho, incluso a pesar de que hemos descubierto a la camarera dándole un pellizquito al pan camino a servirlo; la Frankfurt continúa siendo la mejor, la de mejor mostaza y kétchup, y la de mejores perros. La más estable de todas.

La que recién abrieron frente a mi casa en la Esquina de Tejas tiene una foto con un perro salchicha (y me refiero al animal no al alimento, aunque hubo en el Período Especial algunos cubanos confundidos). El perro está envuelto en un pan de goma y mira a los clientes con una cara de lástima que quita el apetito. Eso siempre me dio mala espina. Y después de dos o tres veces de pasearnos a las 12 de la noche, atravesar el grupo de vecinos que acompaña a la camarera del otro lado del mostrador, preguntarle si tiene perro y recibir un no por respuesta a pesar de que los perros son perfectamente visibles; ratificamos nuestra decisión de que la Frankfurt continuaba al tope del hit parade.

Y así continúa, sobre todo porque en La Habana nocturna, opaca y aburrida para el que lleva 40 pesos en el bolsillo, existen, redondeando, dos opciones culinarias, el pan con perro y la comida italiana. Pero la pizza y el espagueti habaneros merecen otra historia.


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Justo Planas Cabreja

Periodista que aborda temas culturales, especificamente cine y literatura. Recibió el II Premio de Ensayo “José Juan Arrom” por el trabajo “El reverso mítico de Elpidio Valdés”.

Se han publicado 2 comentarios


Yunitón
 1/11/13 9:30

He vivido esta crónico letra por letra, me pasa constantemente, y la historia del pan con perro en La Habana es tragicómica, y digo cómica porque no queda otra opción que reír ¿no? Las razones por las cuales la señora de la esquina de tejas nunca quiere vender, o lo hace de mala gana, es estresante... "¿Qué le pasa a la flor de la calabaza?"... Felicitaciones al autor de la crónica.

Ernesto
 21/10/13 15:06

Justo: Excelente crónica compadre. Con una dosis de humor dices las verdades verdaderas y comparto contigo el 100% del artículo. Es verdad que siemrpe uno encuentra cosas mas importantes en que gastar 20cuc antes que comer en un lugar de esos. Pero si lo he hecho, he ido a lugares "de los buenos", jejeje, y el trato es inmejorable, nada que ver con los demás estatales. Saludos

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