Clara cumplió 86 años el mes pasado. Tiene tres hijos, dos yernos y una nuera, cuatro nietos y dos nietas, dos hermanos y siete sobrinos... Aun así vive sola desde que enviudó en los años noventa.
–El día que no pueda valerme por mí, entrego la chequera al estado y me voy a un asilo–, dice dando palmadas en el aire con tono animado cuando alguien le pregunta por la soledad de un apartamento de tres cuartos en un tercer piso en el Cerro, en La Habana. "No quiero ser una carga para nadie. Mis hijos tienen derecho hacer su vida con la libertad que yo hice la mía. En los hogares de ancianos hay gente de mi tiempo, puedo hacer diez veces el mismo cuento y no se van a aburrir."
Infografía: Laydis Soler/ Cubahora
– Ya deja la bobería. Tú no vas para ningún lado. – Le digo seria cada vez que saca el tema.
– ¿Por qué no? A ver dime. Separa de la silla y empieza a moverse de derecha a izquierda en el lugar explicando: "Hay 16 sillones en el portal. Ocho a la derecha y ocho a la izquierda. Una puerta de dos hojas siempre abierta y un garrafón de agua en el fondo. Un mural con fotos de Fidel y algunos sillones de ruedas recogidos en una esquina. En el patio, más sillones y mesas con juegos de dominó. Cada cuarto tiene dos camas con sus mesitas de aluminio para poner lo indispensable y dos closet esquinados. Todo se ve muy limpio siempre”. Entonces me doy cuenta que lo tiene muy claro y no es antojo de viejo, ni capricho.
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Infografía: Laydis Soler/ Cubahora
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Infografía: Laydis Soler/ Cubahora
Clara es diabética, tiene problemas en el corazón y en el hígado, según ella "no me siento ni los cayos. Cuando me da una arritmia me tomo un vaso de agua, descanso y como nueva". No usa espejuelos. Ama caminar desde la Ciudad deportiva hasta Nuevo Vedado para ver a sus nietos. Enseña con orgullo su título de la Universidad del Adulto Mayor. Monitora de taichí hace 6 años. Tiene 9 reconocimientos de la casa de cultura municipal por las exposiciones de sus manualidades. Teje y pinta, hace cerámicas y por supuesto cocina. Siempre me hace las mismas preguntas, esperando mis respuestas llenas de muecas:
– Admite ¿a que te gustan mis croquetas?
– Obvio, Clarita
– ¿A qué los frijoles me quedan mejores que a tu mamá?
– Tú los dominas.
Clara es una viejita linda y presumida. Los años no han podido quitarle la delicadeza de los gestos, las facciones finas de su rostro, la expresión pícara de sus ojos café, los movimientos de toda una miss.
Nadie imagina que Clarita, mi Clarita, fue modelo de la Coca Cola en Cuba, la imagen de los colchones Wiscoin Company, portada de las grandes revistas de la época. Locutora de CMQ. Actriz en el teatro del Riviera los domingos y los sábados protagonista de obras infantiles en los teatros del Vedado. Siempre que me cuenta repite con orgullo: " mucho trabajo y ama de casa, aun así le di carrera a mis tres hijos"
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Según las Naciones Unidas, para el 2050 Cuba estará entre los 11 países más envejecidos del mundo, con un 38 por ciento de su población en el rango de esas edades y el más envejecido de América Latina dentro de dos décadas según la Oficina Nacional de Estadísticas. Una de las causas del envejecimiento es la reducción sustancial de los niveles de fecundidad. Cuba registrará para el 2030 un aumento ligero que llevará a la Tasa Global de Fecundidad de 1,50 a 1,62 hijos por mujer en los próximos 20 años.
Cuba posee una demografía particular, definida como crecimiento nulo o población estable. Las estadísticas muestran un aumento de la esperanza de vida de 81 años para las mujeres y 76,6 años para los hombres. Para 2030, 82,6 y 78,6 respectivamente.
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Hace un año Clara cambió el ritmo de su vida. Sale a botar la basura a las seis de la mañana y el resto del día, mira la televisión, limpia la casa, cocina, teje. Hace muñecas. Sus hijos la vienen a ver una vez a la semana. Luego ella desinfecta todo. La vecina del primer piso le hace los mandados de la bodega. Yo soy la responsable de sus antojos: las azucenas, el pie de coco, la chequera en el cajero y de arreglarle el televisor cada vez que mete mal el dedo y descontrola la cajita decodificadora.
Siempre pelea porque me quito la mascarilla antes de abrir la reja. De puerta a puerta me cuenta su día y me pregunta "¿hay mucha gente en la calle?" entonces yo noto la nostalgia de alguien consciente y responsable.
Nunca he escuchado a Clara decir la típica frase de todos los viejitos “me queda poco en el convento”, jamás ha dicho “yo llegue donde iba”. Siempre tiene deseos de más. Me recuerda mucho una frase que leí en algún lado “nadie es lo bastante viejo como para pensar que no pueda vivir un año más”.
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