sábado, 21 de septiembre de 2024

El renacer de un nuevo año

La necesidad de imaginarse siempre metas, de soñar, distingue a una especie capaz de identificar lo sublime...

Yeilén Delgado Calvo en Exclusivo 01/01/2024
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Año nuevo 2024
Cada nuevo año tiene 365 motivos para empezar de nuevo.

Cada nuevo año, justo en su víspera o en su primer atisbo, nos despierta la provocación del renacimiento. Queremos empezar lo postergado, iniciar lo que hemos deseado por mucho tiempo, variar el camino, vivir de otro modo...

Los cambios pueden ser pequeños o grandes, pero casi nadie se salva de ese anhelo; uno que, a veces, desaparece con el decursar de los meses, aplastado por la cotidianidad, o -por el contrario- abre paso a senderos y conquistas.

Como colectividad, el mundo ha vivido un 2023 convulso, con esa carga de incertidumbre que desde hace tres años, con y luego del azote de una pandemia devastadora, no hemos podido sacudirnos.

Las guerras, los conflictos que pudiesen desencadenar en una, la crisis económica, la inflación, la banalidad, el consumismo... terminan por provocar una sensación de desesperanza y ahogo, y nos pudieran llevar a pensar que, como humanidad, todo está a punto de perderse.

No obstante, quizá en la propia celebración del calendario que termina y el que empieza esté la respuesta para  reabastecernos de la fe necesaria.

Sin importar la crudeza de los tiempos, la mayoría de las familias (ya sea aquellas a las que unen lazos de sangre o las que se han conformado desde la afinidad) buscan reunirse, para desde el amor agradecer la suerte de tenerse y de sumar un año más.

El ser humano no renuncia a su vocación de asomarse a las estrellas. El simple acto de poner una mesa, fastuosa o humilde, y reír en torno a ella, es ya una declaración de amor y resiliencia.

Pero, además, esa necesidad de imaginarse siempre metas, de soñar, distingue a una especie capaz de identificar lo sublime.

Por eso habremos de detenernos en que el 2023 fue también el año cuando se escribieron poemas y canciones, cuando nacieron niños muy esperados, cuando alguien devolvió el dinero hallado que no era suyo, cuando otro donó parte de un órgano vital; cuando, en fin, se hicieron obras privadas y públicas, todas significativas, en bien del prójimo.

Quizá no haya otra forma de esperar el 2024 que con cierto recelo, pero la capacidad de tornarlo diferente está de este lado de nuestra realidad.

Hacer desde nuestra parcela con más ganas y bondad puede contribuir a un año donde haya más bellezas que enumerar y menos egoísmos.

Renazcamos. No hay mejor manera de empezar un nuevo año.


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Yeilén Delgado Calvo

Periodista, escritora, lectora. Madre de Amalia y Abel, convencida de que la crianza es un camino hermoso y áspero, todo a la vez.


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