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domingo, 17 de noviembre de 2024

El primero: un soviético

Yuri Gagarin y la URSS abrieron el paso del hombre al espacio exterior...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 12/04/2018
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Aniversario Primer vuelo espacial-Yuri Gagarin
Yuri Gagarin a bordo de la nave Vostock 1 sería el primer ser humano en dejar atrás la eterna barrera de los cielos. (Foto: Tomada de Sputnik).

La historia tiene la mala suerte de que no pocas veces puede ser subvertida, contrahecha y transmitida por voluntades e intereses oportunistas e insanos.

Y ciertamente, en épocas donde los designios hegemónicos pretenden afianzarse a como dé lugar, la tergiversación y el ocultamiento favorables a semejante pernicioso propósito ocupan primeros planos.

De modo que apenas a siete decenios de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, un Occidente liderado por Washington intenta desterrar de la memoria global la contundente victoria del Ejército Rojo sobre el régimen nazi de Adolfo Hitler en mayo de 1945, de manera que los casi 29 millones de soviéticos caídos en ese empeño ni siquiera existan para la nuevas generaciones humanas.

Se trata, sencillamente, de vender y sembrar la imagen de que la tardía apertura del Segundo Frente Europeo y las dos explosiones atómicas, ejecutadas en aquel mismo año por los Estados Unidos sobre sendas ciudades niponas indefensas, Hiroshima y Nagasaki, fuesen los acontecimientos cruciales que determinaron la gran “victoria” sobre los promotores directos de semejante desgracia universal.

Y el empeño de decenio atrás por llegar a ser los pioneros en la conquista del espacio exterior sigue los mismos cánones en el masivo desborde mediático de los poderosos.

Así, por ejemplo, existen “respetables enciclopedias” y “acuciosos analistas y estudiosos”, relanzados ahora por los amplios senderos digitales, que se dedican con afán a glorificar masivamente los iniciales experimentos norteamericanos en ese terreno, mientras para el verdadero puntal, la extinta URSS, apenas quedan unas líneas nunca exentas de agravios y retorcidas adjetivaciones.

Y en medio de ese enrevesado contexto, llegamos este nuevo 12 de abril al aniversario cincuenta y siete del primer vuelo de un ser humano a las estrellas, protagonizado ese día de 1961, no por un “ario” del Tercer Reich germano, o por un puritano anglosajón aposentado sobre las tierras usurpadas a los indios norteamericanos, sino por Yuri Gagarin, el humilde hijo de una aldea de la provincia soviética de Smolensk que de niño sufrió la ocupación militar nazi de su región natal, y que luego de la Gran Guerra Patria cumpliría su sueño de ser piloto militar de la URSS.

En pocas palabras, el joven soviético sencillo, cordial y disciplinado que a bordo de la nave Vostock 1 sería el primer ser humano en dejar atrás la hasta entonces eterna barrera de los cielos, romper las ataduras de la fuerza de gravedad, circunvalar el planeta por ciento ocho minutos, descubrir y experimentar las reacciones de nuestro cuerpo en la ingravidez, probar alimentos y líquidos en ese estado, y reingresar a la atmósfera terrestre para descender en territorio patrio. Es decir, abrir la puerta del cosmos a toda la humanidad.

 Y no fue, por cierto, el primer “astronauta”, según el léxico Occidental, sino el primer “cosmonauta”, a partir del derecho legítimo otorgado por la exclusividad de su hazaña.

Porque fue además la Unión Soviética la que también colocó en el cosmos, en fecha tan temprana como octubre de 1957, el primer satélite artificial de la Tierra, el Sputnik 1, y semanas después, en noviembre, el Sputnik 2, con el primer ser vivo en sobrepasar la atmósfera, la célebre perra Laika.

Luego de la asonada de Gagarin, y como parte de su programa estelar, la URSS remitió también al espacio exterior a la primera mujer cosmonauta de la historia, la piloto Valentina Tereshkova.

¿Por qué entonces sepultar y minimizar esta historia… la verdadera? Con toda seguridad para que todo lo hecho por otros no se interponga jamás en el aberrado intento de hacer creer a la humanidad que hay un solo país y un solo pueblo “elegidos” sobre la Tierra, y por tanto encomendados para reinar sobre este y otros mundos por los siglos de los siglos.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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